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Críticas de Vivoleyendo
Críticas 1.745
Críticas ordenadas por utilidad
10
3 de abril de 2008
216 de 249 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo, definitivamente, creo que existe algún tipo de magia.
Un día como otro cualquiera te levantas, te diriges hacia una jornada que acaba de comenzar, con tus pensamientos puestos en las cosas más prosaicas y simples. En realidad no se trata más que de hábitos repetidos constantemente. Piensas en tu ducha matinal, en la ropa que te vas a poner, en el desayuno y en el destino al que te vas a dirigir. El centro de estudios, el trabajo, donde quiera que te dirijas normalmente... O puede que estés haciendo algo distinto. Puede que estés viajando y te encuentres lejos del lugar que llamas hogar. En ese caso, estás pensando qué tren vas a tomar y hacia dónde. Te subes al tren y te acomodas voluptuosamente en el asiento, envuelto en ese estado de ánimo agradable que te acompaña cuando sabes que vas a pasarte horas a solas contigo mismo, sin hacer nada más que dejar a tu mente vagar, mirar por la ventanilla y sumergirte en la lectura de un libro. Sin más planes inmediatos que los de dejarte llevar hacia el próximo destino.
En ese momento, una chica se sienta cerca de ti. La miras, por el acto reflejo de levantar la vista cuando vemos que alguien se mueve. Ella también te mira. Y ocurre algo. Tu corazón es más veloz que tu pensamiento y ya intuye que este trayecto no se va a limitar a dejarte a solas. Antes de que puedas pararte a razonar, tu instinto está actuando por su cuenta, y ella percibe tu reacción. Tal vez sienta lo mismo que tú. Tienes que hablarle o morir ahí mismo, porque sabes que te arrepentirás durante todo lo que te quede de vida si no lo haces. Y lo haces. Estableces el contacto. Y ella te responde.
Sois dos desconocidos que se han cruzado en un punto de sus trayectorias dispares. En ese instante breve de la intersección, viajáis juntos. La unión de ambas trayectorias va a durar una escasa fracción de tiempo, ambos sois conscientes de ello pero, pese a todo, o quizás a causa de ello, tomáis la súbita decisión de compartir el uno con el otro más de lo que hayáis compartido jamás con nadie porque, paradójicamente, en ocasiones es mucho más fácil abrir el alma ante un extraño que ante alguien a quien conoces. Puedes hablar libremente porque no vais a disponer de tiempo suficiente para nada más. Es como cuando vas a pasar el día a una playa lejana donde eres alguien anónimo, y por ello decides quitarte toda la ropa, sin que te importe que te vean desnudo.
Habláis y habláis, y vais desgranando trocitos de pensamiento y de corazón, y descubrís que probablemente no exista ningún otro lugar en el que desearíais estar, ni otra persona con la que hablar, que os haga sentir tan bien.
Así da comienzo el amor. Entre conversaciones que van brotando como un manantial formado por gotas de rocío. Entre los puentes que se tienden de una mirada a otra. Entre risas compartidas. Entre el placer y la certeza de que ahora no hay nadie más en este mundo con quien querrías estar. Sólo con ella. Sólo con él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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10
9 de julio de 2008
195 de 208 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía quedan ángeles en la Tierra.
No tienen alas, ni aureolas. Su aspecto puede ser el de una persona con la que te cruzarías en la calle. El aspecto de un oficinista de traje oscuro cuya existencia ha transcurrido enterrada entre papeles, vegetando en una especie de vacía imitación de esto que damos en llamar "vida".
Kurosawa toma a un hombre del montón, un hombre que lleva treinta años muriendo despacio, hora tras hora, consumido en la absurda rutina de los tiempos que corren. Tiempos de una civilización cada vez más compleja y carente de humanidad, en la que lo que falta precisamente es el tiempo, y la compasión, para todo lo que es de veras esencial. Falta tiempo y compasión para atender a quienes realmente necesitan ayuda.
Tantos funcionarios sumergidos como ratas en los cubículos impersonales de su propio egoísmo y de su propio alejamiento del pulso cada vez más débil de un corazón que se ha ido apagando latido a latido.
Watanabe es uno de esos funcionarios, bandera e icono de la aplastante y con frecuencia inútil burocracia que es uno de los mayores lastres de la actualidad.
Pero él va a recibir una señal, un aviso para concederse una segunda oportunidad en su vida malgastada: una condena a muerte. Un cáncer de estómago que sella drásticamente su destino.
Y entonces surge el héroe que estaba dormido, que moría lentamente en la indiferencia, y que justo ahora comienza a vivir. A despertar a nuevas sensaciones en su interior, y a lo que vibra en el exterior.
El ser humano es una criatura curiosa y bastante absurda, porque no sabe apreciar lo que tiene hasta que está a punto de perderlo.
De modo que Watanabe abandona su pátina de oficinista adormilado y se zambulle en el pálpito bullicioso de noches de embriaguez, ruido, música y frívola evasión, en días de búsqueda de una juventud y de una vitalidad perdidas y, por fin, en la gesta de una compasión bienhechora que dejará una pequeña pero profunda huella de su paso por este mundo cansado de sí mismo y que casi ha dejado de creer en los prodigios.
El pequeño ángel resurgido quizás sólo haya sido una tenue lucecita que una vez brilló entre tinieblas, pero una luz que, al fin y al cabo, tuvo el valor de resplandecer entre tantas lámparas demasiado arrastradas por una inercia que las mantiene apagadas.
Una de las grandes obras maestras del maestro Kurosawa, y me uno a quienes la sitúan entre las mejores películas de este planeta necesitado de héroes urbanos que deciden apurar su último aliento mientras cantan una canción de esperanza.
Vivoleyendo
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9
7 de diciembre de 2007
210 de 246 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay recuerdos que jamás se pueden olvidar. Recuerdos que, con punzantes agujas, graban un tatuaje indeleble en los estratos más profundos de la memoria. Que dirigen nuestros pasos inciertos. Cuando poseemos esos recuerdos de los que tratamos de huir, nos engañamos con la ilusión de que avanzamos hacia el futuro, cuando en realidad nunca dejamos de avanzar hacia el pasado. De regresar a aquello que podía haber sido y nunca fue.
Nada marca tanto en esta vida como ese Gran Amor perdido. Nada tatúa en el alma un dibujo más bello ni más triste. Y ese dibujo persigue siempre, sin tregua, mostrándose a nuestro corazón como el Único y Absoluto. Insustituible.
Cuando el Gran Amor se te ha escurrido de las manos y no te queda de él más que esa sublime filigrana incrustada en el corazón, grabada dolorosamente a punzadas con tu propia sangre en un diseño irrepetible, sabes que, hagas lo que hagas el resto de tu vida, el dibujo no se borrará ni podrás cambiarlo por otro. Ni podrás recuperar lo perdido. Jamás.
El protagonista de este delicioso drama sensual de melancolía y de pérdida lleva el más hermoso tatuaje en el corazón, que es todo lo que le queda de su Gran Amor. El viaje hacia el resto de su vida es semejante al del tren de su novela titulada "2046". Un viaje perpetuo hacia el lugar donde nada cambia, donde los recuerdos permanecen intactos. Es caminar por el vacío con resignación, sin expectativas, con serena elegancia, permitiendo pasar una jornada tras otra sabiendo que no hay nada que esperar, que el dibujo nunca se borrará y que ningún otro vendrá a reemplazarlo, ni siquiera a desplazarlo ni un milímetro. El corazón permanecerá intocable, mientras el cuerpo se consume en la vana ilusión de otros cuerpos, otros abrazos que mitiguen el dolor del vacío. Compañía para matar esa soledad que ahoga. Corazones rotos, esperanzas vanas. Porque él no puede amar a otra que no sea Ella.
Él no engaña a nadie. Es un alma en pena, solitaria hasta el dolor, que viaja en un tren sin retorno que constantemente vuelve hacia atrás, hacia el punto de partida.
Otras mujeres, todas bellas, ensalzadas por la majestuosa lírica de la imagen que cobra entidad. Todas ellas hermosas en medio de unos ambientes cerrados, oscuros. Siempre la penumbra, siempre las idas y venidas por pasillos estrechos, habitaciones pequeñas, calles vulgares iluminadas pobremente. Metáfora de una existencia gris pero de apariencia exuberante, condenada al desamor.
Y la música. La casta diva. Nat King Cole. Melancolía suprema y eterna, nostalgia incurable.
Impecable poesía repleta de una sensualidad desbordante, de puros sentimientos contenidos, de desencuentro, desengaño, heridas infligidas que no se cierran...
Un viaje a ninguna parte. Al mismo sitio. Al punto de partida. Sin llegar nunca. Regresar a la nada.
Vivoleyendo
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8
5 de julio de 2007
196 de 227 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aplastantemente dura película sobre la decisión de un hombre de morir bebiendo. Es la historia de un hombre que, de alguna manera, acabó enganchado al alcohol de tal forma, que ha entrado en un camino sin retorno y ha elegido la manera en la que va a morir. El alcohol es su vida, su musa, su dolor y su condena.
Él decide dejarlo todo y marcharse a Las Vegas para vivir al límite hasta que su cuerpo no lo soporte más. Allí, conoce a Sera, una chica que se dedica a la prostitución. Es una chica dulce y amable, que no puede evitar sentir lástima por el protagonista y acaba enamorándose de él, acompañándole en su tristísimo descenso hacia los infiernos y la muerte.
La oscuridad y el tenebrismo de la fotografía en los muchos planos nocturnos, los duros y oníricos delirios etílicos del protagonista, la castigada vida cotidiana de la prostituta, que tiene que soportar los malos tratos y las humillaciones a que la someten sus clientes, la conmovedora y penosa relación sin esperanzas que se establece entre los dos, el infructuoso intento de ella por sacarlo del abismo... Mientras él acepta la compañía de ella sin darle falsas esperanzas y ella decide permanecer a su lado pese a todo... Toda la trama es mucho más trágica de lo que se pueda describir con palabras.
Es la historia, en definitiva, de dos desheredados, dos despojos de la sociedad que encuentran consuelo mutuo en su desamparo y que asumen con entereza las consecuencias de las decisiones que han tomado en sus vidas. Es la extraña y frágil dignidad de dos ángeles caídos, dos personas sepultadas en el infierno por propia voluntad o por las circunstancias.
Provoca muchos sentimientos encontrados, una gran confusión dentro de nosotros los espectadores (que vaya si los provoca, nuestra conciencia no para de trabajar), y mucha amargura. Sobre todo amargura.
Toda la historia es contada en flashback a terceras personas (y a los espectadores) por Sera.
Sólo para verla con el estado de ánimo adecuado y dispuesto para soportar mucho dolor y mucha incomodidad.
Puede que muchos de ustedes no soporten su crudeza, y no es de extrañar. A mí me dejó hecha polvo.
Vivoleyendo
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8
1 de abril de 2009
179 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los tatuajes no son sólo una rama artística que se podría considerar como pintura cutánea. Son un medio a través del cual quien los lleva pretende transmitir alguna afición o querencia, o reafirmar visiblemente alguna ideología, o ir a la moda, o simplemente presumir, o sentirse mejor con su propio cuerpo… Cada cual tiene sus motivos para grabárselos.
Pero presentan un inconveniente. No se borran con el tiempo, al menos no lo hacen los que son indelebles. En el momento en que uno se los manda hacer, pueden parecer de lo más fashion y reflejan lo que uno desea o siente en ese instante actual. Pero el tiempo pasa, y el espíritu suele cambiar, así como ciertos modos de pensar, y algunas aficiones, y hasta los amores. A lo mejor te tatuaste un corazón con el nombre de tu novio/a de entonces, pero unos años después ya no es tu pareja. Lo que creías que iba a ser amor eterno, no fue más que algo pasajero, como lo es casi todo. Y ahora miras esa inscripción y ese dibujo en tu piel, que ya no tienen sentido. Tu amor se fue, pero el tatuaje sigue ahí.
¿Qué ocurre cuando lo que llevas dibujado en el cuerpo ya no se corresponde con lo que piensas y sientes en la actualidad? ¿Qué harás, arrancarte la piel, raspártela con papel de lija hasta borrar el dibujo? ¿O dejarlo ahí?
¿Qué ocurre si lo que te tatuaste en la inconsciencia de tu adolescencia confusa fue una esvástica nazi, símbolos de águilas fascistas y mensajes como “white power”? ¿Qué ocurre cuando te miras al espejo y ves que la imagen que está al otro lado proclama a gritos un mensaje que ya desterraste, en el que hace mucho que dejaste de creer?
¿Qué sientes cuando miras a tu pasado y no te gusta lo que ves?
Derek Vinyard se condenó irreflexivamente, en sus años jóvenes, a mirarse cada día al espejo y descubrir la fachada de un maníaco racista y fascista que ha dejado de existir. El cristal le devuelve día tras día algo que le recuerda quién fue, y de lo que ahora huye.
¿Puede huir sin más? ¿Puede enterrar el pasado sin más consecuencias? Está su familia, su madre, su hermanas y su hermano, a los que desea proteger. Su hermano Danny, que está siguiendo los pasos que él siguió.
¿Se puede salir de toda esa pesadilla sin pagar un precio?
¿Es posible encontrar la paz, y que tus actos pasados no te persigan?
Excelente proceso de reforma interior de un hombre que ha aprendido a fuerza de palos que “el odio es un lastre. La vida es demasiado corta para estar siempre cabreado.”
Maravillosa, dura y completa regeneración contada por Tony Kaye, en un drama que coloca ante los ojos el caldero hirviente del odio humano y el difícil camino hacia la liberación.
Vivoleyendo
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