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España España · Madrid
Críticas de mato
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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de enero de 2010
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Los críticos llevan años tratando de responder a una sola pregunta: ¿Qué es más importante, el guión o la dirección? La respuesta a esta pregunta la suelen dar los autores totales. Pero cuando no los hay, hay que buscar una respuesta en las evidencias. Habrá otras contrarias, pero Frost/Nixon es una evidencia clara de que lo primero es el guión.
El autor de The Queen es capaz de elevarse tanto que eleva a maestro al autor de Willow o Una mente maravillosa. La historia de la que parte Peter Morgan era tan teatral que sólo un genio absoluto podía convertirla en cine. Eso es lo que es él. Agarra la trama y le da cien vueltas. Mete varios personajes a cuál más enigmático. Juega con el tiempo como si fuera Dios. Y en la sucesión de cambios, logra que todo parezca uno, que nada de lo que aparece parezca accesorio, que se logre una unidad narrativa que genera tal despliegue de emociones, que sólo un torpe podría destrozar.
Y Ron Howard ha sido siempre un torpe. Pero aquí no lo es. Aquí deja ir al guión y deja ir a sus actores. Y en la combinación de escritura más interpretación, aparece una joya del cine político nacida para educar sin ser educativa, nacida para ser apreciada por el futuro, nacida para que la vean todos los millones de personas que no la vieron recién salida del horno
mato
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7
3 de noviembre de 2009
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No hay nada más complicado que fusionar ficción y realidad, tener que contar una historia real bajo los influjos y expectativas de la ficción. Si eso ya es la batalla de todo guionista de biopics, añadirle a eso canciones le suma una complejidad que aleja a cualquier cuerdo del proyecto.
No lo logró con Julie Taymor. La autora de Frida vuelve al territorio de la mezcla de biografía, ficción y obra multiplicando la complejidad en su paso de la pintura a la música. Y lo hace con una brillantez y coherencia en la dirección que obliga a aplaudir hasta sus errores.
Sus aciertos no son sino el fruto de su talento. Las imágenes son tan poderosas, tan espeluznantemente bellas que llegan a apabullar. La dirección artística es tan notable que llega a sumergir. Las versiones de las canciones son tan cinematográficas que llegan a ser narrativas. La apuesta por el musical es tal que llega a hacer innecesario el texto no musicado.
Sus errores no son sino el fruto de la coherencia. Metida de lleno en la vida y obra de los Beatles, quiere preservarla tanto que la pone por encima de la historia y de los canones. Ello hace que se salte los tiempos hasta los puntos de giro, que haga que pueda volverse lento el inicio y moroso el desenlace. Ello hace que no corte el tramo más coñazo, el de una psicodelia que cuenta una época pero no una trama. Ello hace que no elimine algún personaje (Prudence), que aporta lo mismo que los Beatles a la literatura.
Y ello hace que Across the Universe no sea una obra para todos los públicos, pero sí una obra perdurable, representativa, tan llena de talento como meritoria. Una obra que te permite tararear, mover los pies, emocionarte, creer en ideales, drogarte con ellos. Una obra que te permite sentir la vida de los Beatles, despedirte con euforia desde una azotea.
mato
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8
11 de septiembre de 2010
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es fácil escribir acerca de una película que te impide asirte a ella. Una película que consigue sumergirte en su universo y cuando ya te sientes cómodo en él, te saca al romper todas tus expectativas. Que se empeña en llevarte a otro nuevo mundo, del cual te vuelve a sacar. Una película que hace del riesgo, esencia; y en la esencia, arte.
"Todo lo que tú quieras" empieza como un melodrama y lo es hasta el final. Pero no como un melodrama de Douglas Sirk o de Venezuela, sino como un anclado en la realidad, en que las escenas te perturban y el contenido metafórico te mueve. Y dicho melodrama avanza ajeno a cualquier norma hasta hacer que el espectador dude sobre lo que está viendo. De si se está moviendo en el territorio de la comedia o en el de la realidad. De si hay hetero u homosexualidad. De si hay lógica o simplemente amor.
http://matomovies.blogspot.com/
Y dicha duda incomoda de tal modo que hace complicado seguir creyendo en lo que te cuenta. Ahí te exige un esfuerzo. El mismo esfuerzo que aplica la peli para salirse casi siempre de los tópicos. El mismo esfuerzo que aplica Mañas al construir y hacer realidad dos personajes apasionantes: transformista y niña. El mismo esfuerzo que logra Achero al encontrar una puesta en escena con el poderío de "El Bola" y la brillantez del cine grande.
En el camino, ha podido quedar el espectador. Yo no quedé, aunque estuve a punto. Yo llegué asido hasta el final. Y en el final, llegó al objetivo del melodrama. En el final me emocionó como un niño, me emocionó como a Leo y a Flaca, me llegó adentro aunque afuera no hubiera sino sirenas.
mato
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8
20 de octubre de 2009
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huyo como la peste de las películas biempensantes. No hay nada que más me fastidie que me hagan tragarme una peli para trasladarme un mensaje tan obvio como políticamente correcto. Todo esto es cierto. Pero si es cierto que huyo del cine con mensaje, no hay nada que más me emocione que ver verdad en pantalla.
Aunque esa verdad sea el trasunto de un mensaje. Pero cuando hay verdad, hay vida. Y cuando hay vida, no importa el objetivo, sólo la vivencia.
Mi vivencia empieza con el primer acorde, con la primera imagen de “Yo, también”. Mi vivencia continúa con el primer plano. Ahí, sobre el título de crédito, se aprecia un plano necesariamente fijo que no lo es. Un plano absolutamente imperfecto que deviene en marca de estilo de lo que vamos a ver después. Y lo que vamos a ver después no es perfecto, es natural. No es ficción, es verdad. No es cine, es realidad.
Lo que vamos a ver a ver después es una oda al cine verité que huye del dogma para dar un nuevo sentido a la cámara en mano. Que elude la belleza del encuadre para captar la vida allá donde y como esté. Que obvia el plano-secuencia para no anticiparse a los actores. Que deja que éstos gobiernen la trama en lugar de ser presa de guión. Que prefiere el cariño que nace del defecto a la impostura que nace de la virtud.
Lo que vemos después es puro sentimiento. Lo que sentimos los espectadores cuando Pablo Pineda empieza su primer día de trabajo, cuando su madre le lee un libro en inglés, cuando va a su primera fiesta laboral, cuando realiza cualquier actividad cotidiana, convirtiendo la rutina de otros en magia para él y para nosotros. Lo que sentimos los espectadores cuando su imperfección se torna perfecta para Lola Dueñas. Lo que sentimos los espectadores cuando sus vidas se suman y en el resultado se multiplican.
Lo que sentimos los espectadores cuando vives cómo lo perfecto es enemigo de lo natural, la ficción es enemiga de la verdad, el cine puede ser amigo de la realidad. Lo que sentimos los espectadores cuando una peli biempensante se convierte en una vivencia que no es sino celebración del defecto, de la vida.
mato
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8
2 de septiembre de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que David Trueba decidió ir contracorriente, salirse de la industria y autoproducirse. Lo hace alguien que tuvo éxitos tan sonados como Los peores años de nuestra vida, Two much, La niña de tus ojos, Soldados de Salamina o Vivir es fácil con los ojos cerrados.
Los motivos se me escapan, pero estando cautivo o estando libre, él es igual de bueno. "A este lado del mundo" merece muchísimo la pena.
Desde su planteamiento. Nos lleva a alguien que nos representa: que quiere derechos humanos pero que le eliminen los problemas. Nos traslada a un escenario nuevo y apasionante: Melilla. Nos acerca a una guardia civil, con tantos tiros como aristas. Y a su propósito: mejorar la valla Africa-España.
Como siempre, Trueba lo hace con identificación y con un humor estupendo. Sabe representar todos los dilemas con imágenes sencillas y emoción real. Crea secundarios tan sublimes como el del guardia civil o el del delegado del gobierno. Evita buenos y malos y elimina cualquier discurso moralizante.
Todo nos lleva a poder reír, disfrutar y aprender, a reflexionar para darnos cuenta de que quizá lo que pensamos casi nunca es lo que acabamos por hacer.
mato
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