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España España · Barcelona
Críticas de David MS
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Críticas 603
Críticas ordenadas por utilidad
3
16 de mayo de 2014
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Me puse a ver la etapa de Pierce Brosnan como James Bond, y tan mala es El Mundo Nunca es Suficiente (1999) que casi ha pasado un año desde que la viera, sin querer saber nada del personaje y de este periplo 007 del ex actor de Remington Steele -tampoco principal culpable del mal resultado, o por lo menos, no él único-. Muere Otro Día (2002) llegó tres años después, y se nota una ligera mejoría en el resultado, tampoco difícil. Dirige Lee Tamahori (La Hora de la Araña) y secundan a Brosnan como 007 habituales de la saga como Judi Dench (M), John Cleese (R) y Samantha Bond (Monneypenny).

Las chicas Bond son Halle Berry y Rosamund Pike, y de los villanos se encargan Toby Stephens y Rick Yune, norcoreanos con un megalómano plan que parece sacado del peor cómic infantil -usar el sol como arma nuclear y así apoderarse del mundo-. Bond en esta ocasión va por su cuenta, después de que el MI6 desconfíe de él y piense que es un topo que pasa información al enemigo.

Última vez que Pierce Brosnan se metió en esmoquin del agente, y lo agradezco. Goldeneye (1995) y El Mañana Nunca Muere (1997) no están mal y no lo hace mal en ellas, pero con la anterior y con este Muere Otro Día le cogí tirria a su Bond y sus chulerías de sofisticado gigoló barato. En esta nueva aventura repite la fórmula que por lo menos en taquilla funcionaba: buen porte y clase, frases graciosas poco afortunadas, algún plano medio donde sale disparando -si es un plano más lejano siempre le doblan, más en este film donde le pesan los años-.

La historia la podría haber escrito un crío de cinco años -subestimándole-; un palacio de hielo, un coche invisible, el plan de los malos, Bond con la capacidad de poder parar su propio corazón... No hay ninguna seriedad en todo lo que sucede en Muere Otro Día. Con tanta tontería parece que el target potencial sea el infantil, ni siquiera con Roger Moore en Moonraker se fliparon tanto, y eso que viajaban al espacio.

Mal el reparto. Toby Stephens está muy sobreactuado, Rick Yune es sosete, las chicas Bond -como suele ser habitual- solo lucen por su belleza, a Madonna le basta un minuto para demostrar que no sabe actuar, y a Michael Madsen tres o cuatro más para demostrar que se le ha olvidado. El resto testimonial sin siquiera sumar (Dench, Cleese y Samantha Bond).

Los títulos de crédito tampoco son de buen nivel, los peores que recuerdo, y en ellos Madonna demuestra que tal vez tampoco sabe ya cantar, la canción es repetitiva y más apropiada para la pista de baile que como introducción al universo de 007.

Por último dejo lo que salva un poquito Muere Otro Día, Lee Tamahori en la silla de director. Hay por lo menos dos escenas que demuestran que sabe rodar cine de acción -el explosivo prólogo, el duelo de esgrima-, y otra donde supo darle al público lo que quería ver -Halle Berry en bikini-. El resto de su labor es formulaica, en la línea que tuvo la saga hasta la llegada de Casino Royale, el inicio del cambio en el personaje de Bond. ¿El resto de escenas de acción? Peores y afectadas por los dañinos efectos especiales que acompañan las imágenes -el momento surf, el clímax-.
David MS
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5
1 de marzo de 2014
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No soy seguidor de la carrera del humorista Richard Pryor (1940-2005); le recuerdo de algunas comedias pero rara vez ha conseguido sacarme una carcajada. La excepción, No me Chilles que no te Veo (1987), una comedia donde era acompañado de un cómico -este sí, genial- Gene Wilder. Por lo tanto la razón de ponerme a ver en pleno 2014 un film como El Gran Despilfarro (1985) no viene por su presencia, viene del director que está tras las cámaras, Walter Hill, y ver como se desenvuelve en el género de la comedia tras una carrera dedicada al mejor cine de acción (The Warriors, La Presa o Límite: 48 Horas).

De qué va: un veterano jugador de Baseball de las ligas menores (Pryor) se hace con un testamento de trescientos millones de dólares, que sólo recibirá si en el primer mes consigue gastarse treinta de ellos, y al finalizar este periodo de tiempo no posee ningún bien material. Le acompaña en la aventura un amigo, para nada trascendente en la trama, pero que vale la pena mencionar porque el actor que lo interpreta es otro gran humorista de la época, John Candy (1950-1994).

Al grano ¿Te ríes con El Gran Despilfarro? A carcajada limpia ni una sola vez, no es una película de grandes gags ni tampoco muy elaborados. El personaje de Richard Pryor se gasta el dinero en estupideces pero nada desternillante: organizar un partido contra los New York Yankees, comprar un iceberg, redecorar un hotel o presentarse a la alcaldía de Nueva York. Eso sí, lo que cuenta es fiel al título que se le puso en España -el original es Brewster's Millions-, ver cómo son invertidos treinta millones de dólares, hora y media de consumismo puro y duro.

Respecto al motivo por el que puse la peli, ni rastro de Walter Hill por aquí; está dirigida por él como lo podría estar por Perico el de los Palotes -al igual que la banda sonora de su habitual Ry Cooder, aquí tampoco muy presente su sonoridad-. A salvar: que Pryor y Candy caen muy bien, y una premisa divertida, más de los que la peli acaba por ser.
David MS
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4
17 de enero de 2014
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Cinco partes es el bagaje fílmico hasta el momento de Resident Evil, una saga que parece debiera acabar en el sexto y anunciado último capítulo. Yo no las echaré de menos, algún capítulo ha conseguido que mantuviera la atención mientras lo veía -la 1 y la 3-, pero por lo general son malas películas, eficaces porque sus fans parecen conformarse con poca cosa, también porque son instantáneos éxitos de taquilla. Esta Resident Evil: Venganza (2012) ha recaudado 240 millones de dólares con un coste de 65, aún así lejos de los 296 obtenido por Resident Evil: Ultratumba (2010).

Repite por tercera ocasión Paul W. S. Anderson -tras la 1 y la 4-, director que se ha labrado mala fama por películas dadas a la saturación de escenas de acción, exceso de efectos especiales y apenas cuatro líneas de guión. Cine de consumo rápido a veces con resultados entretenidos, Horizonte Final (1997) o Death Race (2008), la cual disfruté más de la cuenta. La protagonista de Resident Evil: Venganza a la postre es su mujer, Milla Jovovich, acompañada del reparto de las anteriores entregas: Michelle Rodriguez, Sienna Guillory, Boris Kodjoe, Shawn Roberts y Oded Fehr.

De nuevo Alice (Jovovich) en su lucha contra la corporación Umbrella que desarrolló la amenaza vírica que convirtió el mundo en zombi. Esta vez la acción le lleva a un búnker, donde la misma corporación tiene un campo de entrenamiento virtual -algo similar a la sala que disponía el profesor Charles Xavier de X-Men para entrenar a sus discípulos-.

Se agradece al director empezar Resident Evil: Venganza con un resumen de las anteriores cuatro partes, tan olvidables ellas que es difícil seguir la conexión de una parte a otra; tampoco es que importe mucho a decir verdad, no cuentan mucho. Ejemplo es esta quinta parte de transición, que solo sirve para poner las cosas a punto para el siguiente episodio final. No hay guión, solo una sucesión de escenas de acción en diferentes escenarios, todos ellos por cierto cutres e irreales, nunca haciendo olvidar que se tratan de pantallas verdes y azules con todo integrado en postproducción.

Tanto ha querido parecerse la película a la fuente en que se basa -el videojuego- que se ha convertido en uno de ellos -uno de los malos-. A veces tuve que mirar si estaba conectado el mando de la Play para darle al Start y echarme una partidita. Lo hubiera disfrutado más. La película sigue este esquema, 90% por ciento de su metraje es masacrar zombies, demás bestias y malos finales. Los tiempos muertos duran un suspiro y solo están para que su protagonista pueda meterse un vacile con alguna frase lapidaria con la que lucirse.

Las escenas de acción en la línea de la saga, explosiones y barbaridades varias con algún ocasional momento de lucidez, labor del especialista y correspondiente coreografía -con cables y ecos de los videojuegos de plataformas-. Todo de segunda línea, nunca se ha cuidado mucho el aspecto pirotécnico y visual estas pelis, ni el guión, ni el reparto, ni...

A ver, es tan mala como la anterior pero algo más disfrutable, solo porque seguramente me pilló de mejor humor. Para acabar una escena a recordar, la inicial, donde se pulieron casi todo el presupuesto. También le debió gustar mucho a Paul W. S. Anderson porque la muestra dos veces, marcha atrás y en cámara rápida -la primera vez secundada del score de tomandandy en la única pieza decente que compuso para el film-
David MS
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7
15 de enero de 2014
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Star Trek: La Próxima Generación (1994) fue el relevo generacional entre las flotas comandadas por James T. Kirk (William Shatner) y Jean Luc Picard (Patrick Stewart), pasando el testigo el primero al segundo. La película fue un moderado éxito de taquilla, sobre todo en USA, lo que no quita que fuese gran cosa, siendo hasta esas alturas el peor Star Trek en llegar a la pantalla grande -siempre bajo mi punto de vista-. Dos años después llega Star Trek: Primer Contacto (1996), que vuelve a funcionar en taquilla pero esta vez, además, también es una buena película, la mejor de las secuelas.

Dirige Jonathan Frakes, asimismo uno de los intérpretes que aparecen como miembro de la USS Enterprise (Riker). El reparto es el siguiente: Patrick Stewart (Jean Luc Picard), Brent Spiner (Data), Levar Burton (Geordi), Michael Dorn (Worf), Gates McFadden (Beverly) y Marina Sirtis (Troi). Nuevos personajes para James Cromwell y Alfre Woodard, y los villanos, por eso de ponerles imagen son los Borg, liderados por una tal Reina Borg interpretada por Alice Krige.

Estos últimos viajan al pasado para tratar de evitar el primer contacto entre humanos y extraterrestres; digamos que este Star Trek es como una versión trekkie de Regreso al Futuro. Obviamente la USS Enterprise estará ahí para dar el callo y evitar que la peor de las catástrofes pase.

La mejor película de Star Trek para los no fans de Star Trek -por lo menos hasta la llegada de Abrams-, este Primer Contacto tiene los personajes de la franquicia pero no sus señas de identidad. Violenta, oscura, claustrofóbica, enfocada a las acciones físicas de los personajes y no las batallas espaciales estratégicas con cuatro disparos casi por turnos. Se trata de una película de acción pura y dura, poco tiempo hay para charlas diplomáticas o la filosofía zen que predicaba el siempre excelente Dr. Spock.

Estos cambios proceden de los mejores villanos de la Enterprise, los Borg son realmente temibles, una combinación entre los cenobitas de Hellraiser y los Oscuros de Dark City, siniestros, hacen que la cosa se ponga por una vez realmente peliaguda. Un tono que continuaría en la saga sin la misma fortuna en las siguientes dos secuelas, Insurrección (1998) y Nemesis (2002).

Solo un pequeño pero a este Primer Contacto, mientras Picard y sus compañeros se debaten entre la vida y la muerte en el Enterprise enfrentándose a esta nueva amenaza, hay una trama paralela en la Tierra que va sobre el primer contacto del título y un personaje clave en la historia del mismo. Estos momentos son algo light, para todos los públicos, aportando los pocos momentos cómicos de este nuevo capítulo. En contraste con la amenaza Borg no tiene mucha fuerza y decae en interés.

Aspectos a destacar: la banda sonora de Jerry Goldsmith, los efectos especiales, por primera vez en la saga de auténtico primer nivel, e intérpretes como un Patrick Stewart que esta vez sí está a la altura de llevar los mandos de la Flota, y una villana de gran imagen física y presencia (Krige).
David MS
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3
1 de enero de 2014
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Aún queda lejos la temporada estival que traerá a la cartelera el alud de blockbusters palomiteros y ya nos llegan las primeras muestras de este tipo de cine revienta-taquillas. Se trata de Invasión a la Tierra, película dirigida por Jonathan Liebesman, estrenada el mes pasado en USA con buenas cifras y un número uno en taquilla que le depara una buena trayectoria, más con una premisa que suele dar tanto dinero como la de un ataque extraterrestre a una ciudad americana. El handicap, el reciente estreno a pasados de 2010 de una película de misma temática y poca notoriedad artística y económica, Skyline.

Los protagonistas de Invasión a la Tierra, por eso de ponerles cara, son Aaron Eckhart, Bridget Moynahan, Michelle Rodriguez, Michael Peña y Ne-Yo. La mayoría de ellos interpretan a miembros del ejercito que tratan de dar la cara por la humanidad en la invasión extraterrestre del título. El líder de los protas es un sargento (Eckhart) al borde de la retirada, que tratará redimirse de algunos errores cometidos en el pasado.

Metemos en la misma coctelera Independence Day, le sumamos Black Hawk Derribado y le añadimos un poquito de Distrito 9 y ¡Tachán! Nos sale Invasión a la Tierra, solo que sin los aciertos de las tres películas mencionadas. Digamos que es de las veces que el todo no es la suma de las partes. Y mira que era fácil contentar con Invasión a la Tierra, el título es una declaración de intenciones, y bastaba con plasmar en pantalla un guión facilón que debiera ser mera excusa para disfrutar con las set-pieces de acción. Nada más lejos de la realidad.

En Invasión a la Tierra hay acción pero queda lejos del espectáculo esperado; la película queda lastrada por el constante movimiento de cámara. Posiblemente Jonathan Liebesman, su director, quisiera provocar verosimilitud mediante tales movimientos, como si todo estuviese filmado por un corresponsal de guerra (o alguien con Parkinson), pero eso provoca que todo tiroteo no sea captado por el espectador. Por otro lado, toda planificación en cuanto a las batallas que si vemos (la de la autopista en el autobús) se produce con la mayor sosería posible, sin ninguna tensión ni adrenalina en su montaje. Para rematar, extraterrestres con poco carisma, y unos efectos especiales pobres (el diseño de éstos, las naves) para una producción que ha costado 70 millones de dólares.

El guión de un tal Chris Bertolini, sin sorpresas ni giros argumentales, escribió la invasión a la tierra del título y decidió poner a un grupo heterogéneo de personajes vistos en otras muchas películas: el soldado que antes de morir pide que le den una carta a su esposa, la mujer aguerrida, el soldado novato, el veterano con un pasado que le atormenta, el civil que demuestra su valentía cogiendo un fusil y abatiendo un enemigo. Estos estereotipos afectan el trabajo del conjunto global de actores, pertenecientes a toda clase de etnias para que mayor población demográfica pueda sentirse representada. Mención especial para los diálogos que les toca recitar, aportando solo un pelín de información más que si la película fuese muda, redundancia a raudales.
David MS
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