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Polonia Polonia · Terrassa
Críticas de Taylor
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Críticas 702
Críticas ordenadas por utilidad
5
18 de septiembre de 2010
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no es una errata. El juego de palabras que conforma el título de mi crítica tan sólo pretende señalar, sencillamente, que “El sótano del miedo” es -a mi juicio- una peli mediana. O quizás mediocre. Pero no mala. No hasta el punto, al menos, de merecer un inmisericorde cate. Intentaré justificarme.

En primer lugar quisiera recalcar que “El sótano del miedo” no es, pese a su título, una peli de miedo. Y menos, de terror. Quizás consiga transmitir, en un momento dado, algo de tensión e intriga pero ¿miedo? ni de coña. Yo la calificaría, al igual que lo hace el amigo Capacitivo, como una bizarra y algo siniestra peli de aventuras prudencialmente aderezada con ligeras pinceladas de humor y gore. A partir de ahí habrá a quien le guste y a quién no. Pero lo que está claro es que “El sótano del miedo” es -única y exclusivamente- una peli de serie B. Y, como tal, ofrece lo que tiene que ofrecer: entretenimiento ‘low cost’. Ni más ni menos. Que nadie espere hallar en ella, pues, ese típico film de culto de reivindicación inmediata. No es el caso. Aún así, lo dicho. La peli de Craven cumple su objetivo dignamente. Y, sólo por eso, se merece el aprobado. Aunque sea raspado. Así pues, un cinco. Y andando, que es gerundio.
Taylor
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7
23 de junio de 2010
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos años antes de saltar al estrellato con peliculones como “Gladiator” o “Master and Commander”, Russell Crowe estuvo picando piedra (esto es, ‘haciéndose’ actor) en Australia, su tierra natal. Buena muestra de ello la hallamos en “Romper Stomper”, opera prima de Geoffrey Wright en la que este bisoño y desafortunado cineasta intentó -más allá de intentar profundizar en los orígenes del movimiento skin-head australiano- relatarnos las tropelías y ulterior desbandada de una pandilla de neonazis de Melbourne comandada por el cruel y despiadado Hando (Crowe).

Y aunque resulta evidente que a Wright se le ven las costuras* y que su tratamiento de la problemática “skin-head” no es tan maduro o consistente como, por ejemplo, el de “This is England” o “American History X” considero -sin embargo- que el enfoque dramático de “Romper Stomper” es impecable. Impecable y honesto.

Y es honesto porque, pese a quién le pese, Wright nos muestra al grupito neonazi de marras como lo que realmente es: una panda de bestias ultraviolentas y descerebradas cuya única vía de escape en su triste y marginal entorno es emborracharse y dar palizas a todo aquel que -según ellos- suponga un peligro para el desarrollo económico y la pureza racial de su país. Curiosamente, un país colonizado por ingleses cuya verdadera raza autóctona (los aborígenes australianos) muy poco parece tener que ver con los atributos físicos de estos chicos de lustrosa cabecita y raquítica mollera.

Así pues, no creo que sea de recibo reprocharle a “Romper Stomper” esa desquiciada y salvaje caracterización de sus protagonistas. No se trata de demonizar a los que sintonizan con ese tipo de estética, por supuesto, pero sí de reflejar -sin paños calientes- los hábitos y el comportamiento de una tribu urbana cuyos ideales (si pueden llamarse así) dicen poco, muy poco, de la inteligencia de quienes los profesan.

*kubrickianas y scorsesianas
Taylor
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5
28 de julio de 2009
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “Death Proof” me ocurrió algo muy curioso. Y es que la peli de Tarantino me hizo recordar, mira por donde, la gran cantidad de partidos que el Real Madrid -a lo largo de su historia- ha ganado o empatado ‘in extremis’. De puto milagro, vaya. Lamentables y peripatéticos encuentros desatascados por obra y gracia de la consabida y tradicional connivencia arbitral (goles en fuera de juego, expulsiones rigurosísimas, penaltis injustos,...) o, más raramente, gracias a alguna que otra jugada de pura y genuina potra galáctica. Pues bien, esa misma sensación me produjo ayer noche la visión de “Death Proof”. Una peli que intenta homenajear las cutricasposillas ‘blaxploitation’ que tanto fascinaron a tito Quentin en sus años mozos pero que no deja de ser, en definitiva, una burda y zafia caricatura repleta de insulsa verborrea y tacos a tutiplén absolutamente impropia del creador de peliculones como “Jackie Brown”, “Pulp Fiction” o los dos volúmenes de “Kill Bill”. Y ahí quería llegar. Porque si bien en el mundillo futbolístico un equipo con nombre (pongamos el Madriz) puede ganar partidos jugando mal, en el mundillo del celuloide si la cagas, estás muerto. Y si no que se lo pregunten a tito Quentin con la que le ha caído tras perpetrar este bodriete. Una película que no cuenta nada (pero nada de nada) y que, por si fuera poco, manifiesta clamorosos indicios de arrogancia, decrepitud y vergonzante autobombo (y, si no, fijaos en el ringtone de “Kill Bill” en el móvil de una de las chicas. Sin comentarios). Quiero que conste en acta, sin embargo, que no la cateo porque su estética setentera mola bastante, porque la persecución a lo “Bullitt” es cojonuda y porque mi crédito con Tarantino, a pesar de los pesares, aún no se ha agotado del todo. Supongo que todo se debe a que el sello Tarantino pesa lo suyo. Tanto o más -en algunos ‘críticos’ como yo- que el mismísimo escudo del Real Madrid para algunos colegiados promerengones ¿Que hay que pitarle un penalty favorable a tito Quentin aunque sea merced a un ‘piscinazo’ de escándalo como éste? Pues nada, se le pita y punto. Eso sí, que sea la última vez, Quentin. Porque si la próxima es como ésta... roja directa y a la calle. ¿Estamos?
Taylor
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8
29 de noviembre de 2010
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente, De Santis no es De Sica, ni Visconti, ni Rossellini. Pero si De Santis alberga en su filmografía una sola peli que merezca pasar a la historia del séptimo arte con todos los honores habidos y por haber ésa es, incuestionablemente, “Riso amaro”. Una peli que tradicionalmente ha sido considerada como una de las obras cumbre del neorrealismo italiano pero cuyo insólito argumento también podría encajar a la perfección con un film de denuncia social, con un docudrama o -por qué no- con una embrionaria muestra de thriller rural.

Aún así, si por algo concreto “Riso amaro” parece definitivamente instalada en la memoria colectiva de generaciones y generaciones de cinéfilos es -sin lugar a dudas- por Silvana Mangano. Una exuberante italiana de rompe y rasga que nunca llegó a alcanzar el estatus de compatriotas suyas como Sofía Loren o Gina Lollobrigida pero que, a pesar de todo, nos dispensa en “Riso amaro” un verdadero recital -si no de erotismo- sí de sensualidad absolutamente profusa y desbordante.

Así pues, quién quiera conocer de cerca que significa eso de “sugerir en lugar de mostrar” desde una perspectiva estrictamente terrenal, que le eche un ojo a “Riso amaro”. O mejor dicho, a Silvana. A partir de ahí, que cada cual elija en función de sus gustos. Con vuestro permiso, yo me voy a pedir un muslo. Buen provecho.
Taylor
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6
22 de septiembre de 2010
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obviamente, “La cabaña” no es ninguna obra maestra. Ni tan sólo una de esas pequeñas joyas de reivindicación perentoria e inmediata. Aún así, la peli de Robson es -para el que esto suscribe- una obra fundamental. Un punto de inflexión. Una especie de mágica intersección adolescente entre dos trayectorias fundamentales. La que empezaba a perfilar mi futura pasión cinéfila y la que empezaba a proclamar mi propio despertar sexual. ¿El motivo? Como podréis deducir, Ava. Ava Gardner.

Y es que fue verla en esta peli y dejar de ser un niño, amigos. Así, de sopetón. Sin previo aviso. Sin transiciones. Sin otra metamorfosis que la de un montón de hormonas en ebullición. En serio, amigos. Fue verla y darme cuenta que, a partir de ese momento, ya no podría mirar a ninguna mujer de bandera con ojos de niño. Sin pretender poseerla. Sin imaginarme cómo y de qué manera hacerla mía. Sin fantasear con sus orgasmos. Y los míos, por supuesto.

Así fue, pues, como descubrí a Ava. Perdida en una pequeña cabaña de una remota isla desierta del Pacífico. Acompañada, eso sí, de dos gentlemen de postín: Stewart Granger y David Niven. Los dos vértices restantes de un triángulo amoroso imposible. Mis rivales, vaya. Dos tipos que hubieran tenido sus horas contadas si hubieran tenido la mala suerte de cruzarse conmigo. Por la gloria de mi madre. O mejor dicho, por la gloria de Ava. El animal más bello del mundo.
Taylor
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