Para comenzar he de confesar que se me hace bastante difícil escribir y hasta hablar sobre este extraño pero fascinante film a la vez.
Extraño, no porque no se entienda el argumento, tan sólo el final pudiera dar lugar a la controversia y la posible polémica al poder considerarlo como ambiguo. Si no porque se aparta totalmente de los caminos trillados en el cine actual.
La historia es interesante, las interpretaciones excelentes y la dirección de Nikias Chryssos muy dúctil. El ritmo es sostenido y, aunque no sepas a dónde quiere dirigirse o dirigirte el film, resulta ameno pues no hay tiempos muertos y los acontecimientos se van sucediendo moviéndonos unas veces a la perplejidad absoluta, otras a la fascinación, otras a la diversión, otras a vete a saber dónde.
Es retorcida, con humor malsano, oscura, malévola, y atrayente en su sencilla complejidad.
Lo mejor es aceptar sus propuestas, disfrutar del momento, y al finalizar reflexionar un poco de lo visto y oído en esta cinta a la que se le puede sacar mucho jugo... o quizás ninguno.
Una película a contracorriente, nada vulgar, especial, que creo merece la pena, aunque no sé si gustará demasiado. Pero no te deja indiferente, eso seguro.

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Entretenido pero no demasiado convincente film noir, competentemente dirigido por Vincent Sherman, autor de unas cuantas estupendas películas.
En este caso, no, en este caso no aporta demasiado a este simpático género, donde tantas obras maestras hay en la filmografía de todo el mundo.
Este film en concreto se beneficia de la presencia de la gran Crawford, en un personaje al que volvería en otros filmes posteriores, como "Una mujer peligrosa", donde por cierto repetiría con David Brian, este en un papel prácticamente calcado No es exactamente igual, pero se le parece mucho en perfil psicológico, en ademanes e incluso en algunos diálogos.
Hay mucha palabrería, poca acción, una intriga que se escora demasiado en el melodrama, y lo que menos me ha convencido a mi es cómo afronta las situaciones la protagonista. En realidad es una egoísta de tomo y lomo, además de cobarde para afrontar la dureza de la vida, e incluso la posibilidad de ser feliz en el futuro, pero el final, en este sentido, es un poco contrasentido.
En fin, que uno/a no se lo pasa nada mal viéndola, sobre todo por sus intérpretes, algunos de ellos aún jóvenes aquí, con sus primeros papeles de enjundia, y que más tarde serían protagonistas, aunque fueran en series Bs (Steve Cochran, Richard Egan, Ken Smith...). Lo que sucede es que es fácilmente olvidable al no tener ninguna escena que se recuerde, tal es su medianía, aunque digna y honesta, claro.

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Al decir de muchos críticos de cine, de las más potables películas del tío Jess. Y es cierto... lo que no quiere decir que sea una buena cinta.
Ocurre que, siendo de la década de los ochenta, cuando Jesús Franco ya coqueteaba con el cine semiporno o altísimamente erótico, en esta ocasión, a pesar de algunas escenas algo tórridas (sin pasarse) narra una historia de genuino género noir, que bebe, indudablemente, de autores como Dashiell Hammett.
La película se debe tomar en serio, eso sí. Existe un buen trabajo técnico en la parte de, por ejemplo, fotografía (del propio Franco) y el ritmo no es cansino, alternando en el guión los momentos sórdidos con cierto y muy agradable ternurismo en la relación entre al protagonista y su hija. Las escenas entre los dos son lo mejor de la película.
Por lo demás, cierto desconcierto en el desarrollo de la trama, aunque al final todo case y se cierre la historia sin fisuras y con claridad.
Esfuerzo en la interpretación de Lina Romay (aquí Candy Coster) y solidez en Antonio Mayans, que yo creo que siempre ha sido un actor muy desaprovechado.
En resumen, que se puede ver tranquilamente, pero está por debajo de las primera obras de Franco (aunque claramente por encima de la quincalla que hizo después).

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Desternillante comedia, dotada de un buen reparto, y con escenas divertidísimas.
Resines es un puro cachondeo.
Una cinta muy divertida, disfrutable por su frescura y agilidad narrativa, que se degusta como un pequeño manjar.
Cuerda prometía mucho, y más tarde cumpliría con creces en obras mayores.

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En un principio, parodia de la célebre "Rififi", filme de enorme éxito en su momento. Sin embargo esta tiene vida propia.
El hecho es que Mario Monicelli, su realizador, logra una cinta con personalidad propia gracias a un buen guión a ocho manos, lleno de gags visuales y verbales, con excelentes momentos de humor, como los preparativos del golpe, la trifulca en el baile y/o el intento de robo en la casa de empeños.
Los intérpretes son majestuosos, con lo mejor del cine italiano del momento y existen afortunados elementos neorrealista/costumbristas que hacen sonreír durante todo el metraje y echarse unas sonoras risas tres o cuatro veces.
Sí, es posible que el paso del tiempo haya mermado algo su eficacia, no en vano algunas situaciones resultan a los ojos del espectador "moderno" algo ingenuos, pero están llenos de encanto y los personajes son entrañables.
En cuanto a la ambientación, con una perfecta dirección artística que refleja no precisamente lo más bonito de los barrios de Roma, son sensacionales.
Sigue siendo una buena película y merece la pena verla.

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