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Críticas de wraparty
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Críticas 208
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de septiembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo dominado por las máquinas ha sido un tema recurrente en el cine desde hace varias décadas. Desde Stanley Kubrick con 2001: A Space Odyssey, pasando por las hermanas Wachowski en Matrix y recientemente con la extraordinaria Ex Machina de Alex Garland y el regreso de la franquicia de Blade Runner, el vertiginoso avance de la tecnología parece abrir el campo a géneros como el ciberpunk para desarrollar teorías acerca de qué pasaría con la humanidad cuando el desarrollo de la inteligencia artificial se salga de sus manos. En esta ocasión, es Legih Whannell (Saw, Insidious: Chapter 3) quien dirige y escribe una cinta de ciencia ficción con un estilo bastante original.

En un futuro que no se percibe muy distante, las personas se valen de las máquinas para realizar prácticamente todas sus actividades cotidianas, desde cocinar hasta manejar sus vehículos. No obstante, existe gente como Grey Trance que se niega a adoptar la tecnología y prefiere utilizar sus propias manos para ganarse la vida reparando automóviles clásicos. Inesperadamente, la vida del tecnófobo cambia drásticamente después de que un grupo de sicarios asesina a su esposa, dejándolo tetrapléjico y sin ganas de vivir. No obstante, la esperanza llegará cuando un genio informático le ofrezca implantar un chip artificial que le permitirá recuperar su movilidad, abriéndole las puertas para hacer pagar a aquellos quienes le quitaron todo.

Aún cuando el argumento parece ser una versión actualizada de Robocop, el trabajo de Whannell resulta ser extraordinario gracias a un guion el cual, a pesar de ser muy básico, no pierde su ritmo durante toda la película. Asimismo, tuvo el atino de combinar escenas de acción con secuencias de estilo gore sin caer en los extremos alcanzados en la franquicia de Saw, reduciendo la impresionabilidad de las mismas con ligeras y acertadas dosis de comedia negra. De esta forma, y con el mérito de no contar con los recursos ilimitados que tuvieron filmes como Blade Runner 2049, el director logra que sumergir a la audiencia en un mundo inmerso en una evidente decadencia a pesar de que la ciencia ha alcanzado un desarrollo impresionante.

El peso actoral de la cinta recae en Logan Marshall-Green (The invitation) quien realiza un buen trabajo al interpretar a Grey durante las diferentes etapas existenciales que presenta a lo largo de la película. Por otra parte, Harrison Gilbertson (Need for Speed) cumple encarnando al excéntrico Eron, mientras que Betty Gabriel (Get Out) hace lo propio como la detective Cortez, una mujer que está tras los pasos del hombre-máquina. Cierra el reparto Benedict Hardie (Hacksaw Ridge), quien tiene una participación acertada en su papel de antagonista.

Es así como Upgrade demuestra la capacidad de un director para sacar provecho de un presupuesto limitado y ofrecer un filme que, sin más pretensiones que las de entretener, hace que el público salga de la sala con la satisfacción de que valió la pena pagar el boleto. De esta forma, el espectador puede disfrutar de una película de acción sin detenerse en dilemas filosóficos acerca de los alcances de la inteligencia artificial. Ahora solo queda esperar para ver si el éxito de Whannell será suficiente para realizar una segunda entrega y así conocer que sucederá con el particular antihéroe.

Calificación: TÚ DECIDES.

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wraparty
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7
1 de enero de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien no se puede decir que fue excepcional, Jumanji se convirtió en una de las películas más queridas de los años noventa. De esta forma, pasaron más de dos décadas para que los aficionados de la cinta pudieran conocer el paradero del misterioso juego de mesa después de haber sido recogido del mar. La tarea le fue encomendada a Jake Kasdan (Bad Teacher, Sex Tape), decisión que llamó la atención considerando que se eligió a un realizador dedicado al género de comedia para dirigir la secuela de un filme de acción y aventura.

Unos cuantos minutos iniciales le valieron al director para concatenar su trabajo con la antecesora, explicando de manera convincente como el juego embrujado decidió “evolucionar” para convertirse en un cassette de una consola de videojuegos y así llamar la atención de nuevas víctimas. Una vez cumplido con el requisito, la nueva historia puede desarrollarse sin problema: como si se tratara de un remake de The Breakfast Club, mientras cuatro estudiantes con personalidades distintas son puestos en detención en una vieja bodega de la escuela, uno de ellos encontrará la vieja consola cargada con el cartucho de Jumanji, convenciendo a los demás para iniciar una partida. Por arte de magia, serán transportados al interior del videojuego encarnando a sus respectivos avatares, los cuales difieren bastante a como son en la vida real. Atrapados sin remedio, la única manera de regresar a casa será terminando el juego, por lo que tendrán que superar sus diferencias para trabajar en equipo y superar cada nivel hasta llegar al final.

El gran acierto de Kasdan fue no salirse de su línea habitual de trabajo y manejar la película como una comedia de acción. Así, la disparidad entre las capacidades de los avatares con la verdadera personalidad de los jugadores se hará presente en todo momento de formas bastante divertidas. Mientras que la típica niña rara y retraída se convierte en una sensual femme fatale, la chica más popular será un hombre cuarentón pasado de peso, el nerd será un líder musculoso con habilidades ilimitadas y el héroe deportista será un frágil compinche.

El elenco se conforma por Dwayne Johnson (habitual en la saga Fast & Furious) en el papel de Spencer, el inesperado líder del grupo, realizando un buen trabajo en un género al cual está perfectamente habituado. Asimismo, Karen Gillan (Guardians of the Galaxy) convence encarnando a la adolescente confundida que no sabe cómo manejar sus recién adquiridos atributos físicos. Por otra parte, Kevin Hart (Central Intelligence) aporta su talento para la comedia para sacar varias risas en el público como Fridge, el gigantón jugador de fútbol americano que repentinamente se convierte en el miembro más débil del grupo. No obstante, quien se roba la película es sin duda Jack Black (The School of Rock), quien de manera extraordinaria interpreta a Bethany, la chica que pasó de ser la más sexy de la escuela a un hombre sin ningún atractivo.

Inesperadamente, Kasdan logra convencer con la modernización de un ícono noventero, entregando una cinta que entretiene no tanto por su historia sino por el desarrollo de sus personajes. Así, la apuesta de dar un giro distinto a la historia del mítico juego de mesa deja un saldo favorable de risas en el espectador, mientras refleja de manera sutil las crisis características de la adolescencia y resalta lo importante que es dejar de lado las diferencias para trabajar en equipo con tal de conseguir un objetivo común.

Calificación: TÚ DECIDES.
wraparty
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9
9 de marzo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las fibras más sensibles del dogma cristiano son sacudidas por uno de los directores más importantes de los últimos tiempos. Martin Scorsese (The Departed, The Wolf of Wall Street) cumple su tan postergado cometido de adaptar la obra del japonés Shûsaku Endô, en un trabajo que más bien pareciera una auto-exploración acerca la fortaleza de sus propios principios religiosos. Alejado de su habitual tendencia al género de gánsteres y violencia, el neoyorkino realiza una película con ritmo semi-lento, en la cual la contemplación y la meditación estarán presentes en todo momento.

La introspección de Scorsese se ubica en el siglo XVII cuando Rodrigues y Garupe, dos sacerdotes jesuitas de origen portugués, reciben noticias de que el padre Ferreira ha apostatado públicamente durante su labor misionera en Japón. Incrédulos ante los rumores que circulan acerca de su querido mentor, ambos jóvenes deciden embarcarse en el país asiático para averiguar qué sucedió. No obstante, lo único que encontrarán será un territorio hostil que no tolerará la incursión de un nuevo culto, con un inquisidor dispuesto a erradicar el cristianismo a como dé lugar, aun teniendo que recurrir a métodos extremos como la tortura y el asesinato.

De esta forma, el director toma prestada la voz del padre Rodrigues para narrar todos los pensamientos que le asaltan durante su travesía, en las cuales las dudas acerca de su propia fe estarán presentes en todo momento cuando constate que, al parecer, el choque cultural y el empecinamiento en impedir que una doctrina extranjera se apodere de las almas de una nación serán más fuertes que la voluntad de Dios para cumplir con su mandato de predicar su palabra en cada confín del mundo.

Andrew Garfield (Hacksaw Ridge) vuelve a sorprender este año con una excelente interpretación del padre Rodrigues, el personaje sobre el cual se centra casi toda la historia. Por otra parte, Adam Driver (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens) cumple de forma sobre saliente con el papel de Garupe. Asimismo, Liam Neesson (Schindler’s List, Taken) vuelve a mostrar su probada calidad al encarnar al padre Ferreira. Destacan además dos actores japoneses, Issei Ogata como el despiadado inquisidor Inoue y Yosuke Kubozuka como Kichijiro, un personaje bastante significativo durante toda la trama que se presenta como un reflejo de la humanidad en general.

A pesar de perder el ritmo en algunas partes, la cinta cuenta con una excelente realización y una trama que en términos generales es bien llevada. Así, Silence se presenta como una reflexión acerca de los dogmas de fe, pero también sobre la expansión, o imposición, del propio culto por encima de otros. A final de cuentas ¿Quién tiene la autoridad moral para decidir cuál es la religión que debe de adoptar una nación? ¿Cuál es el precio que hay que pagar con tal de seguir los mandatos divinos? Cuestiones de fe que sin duda quedarán sin respuesta, siendo la mejor opinión la que cada uno emita desde su interior. Sin lugar a dudas, se trata de una de esas películas cuya existencia se agradece, siendo tan necesarias que a la vez resultan ser bastante incómodas.

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9
22 de febrero de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo de Broadway regresa a la pantalla grande, aunque en esta ocasión no se trata de un musical sino de una obra dramática. Escrita por August Wilson (quien también es el guionista de la película), Fences fue un éxito rotundo en el teatro, al punto de ganar los premios Pulitzer y Tony en el año de 1987. En el año 2010, la obra volvió a montarse nuevamente, teniendo a Denzel Washington como protagonista principal, aunque solo duró 13 semanas en exhibición. No obstante, seis años después el mismo Washington toma el proyecto para adaptarlo al cine, con resultados excepcionales.

Fences se sitúa en la ciudad de Pittsburg en los años cincuenta, en plena época de segregación racial en los Estados Unidos. La historia gira en torno de Troy Maxson, un recolector de basura que vive bajo sus propios estándares morales, los cuales son su inquebrantable guía para mantener su casa y afrontar un mundo exterior que insiste en cerrarle las puertas por el color de su piel. De esta forma, el hombre asume cabalmente su papel como jefe de familia, dando lo que él considera justo a cada uno de los suyos. No obstante, más allá de las cercas existen situaciones que amenazan la convivencia de la familia, las cuales no necesariamente tienen relación con los prejuicios raciales, sino con los complejos que el mismo Troy ha venido acumulando en su interior durante toda su vida.

Con una trama que se desarrolla casi en su totalidad en el patio trasero de los Maxson, la película es una perfecta adaptación de la exitosa obra de teatro. Aunque tal vez pudiera considerarse que se desaprovecha el recurso del cine al utilizar prácticamente una sola locación en el rodaje de toda la cinta, la realidad es que esto permite que los actores demuestren su gran talento y así disfrutar de excelentes interpretaciones. Asimismo, la limitación del espacio resulta ser un éxito debido a que logra convertirse en un fiel reflejo de las condiciones de vida de los personajes, considerando la época y su situación económica.

Denzel Washington (Training Day, Flight) interpreta en el cine el papel que le valió un Tony en 2010, demostrando el por qué obtuvo dicho reconocimiento al realizar un estupendo trabajo como el complejo Troy Maxson. No obstante, Viola Davis (The Help, Suicide Squad) no se queda atrás, siendo excepcional en el papel de Rose, la inquebrantable mujer de Maxson. La fuerza que la actriz imprime a su personaje hace que el dueto con Washington sea fascinante, logrando una magnífica mancuerna sobre la cual prácticamente recae todo el peso de la cinta. Completan el reparto Stephen Henderson (Extremely Loud & Incredibly Close) como Jim Bono, el amigo y confidente de Troy, y Mykelti Williamson (Forrest Gump) como Gabriel, el discapacitado hermano de Maxson, ambos cumpliendo con una destacada actuación.

Es de esta forma que, a pesar de no contar con un montaje espectacular, las actuaciones sobrepasan a cualquier recurso cinematográfico para entregar una película emotiva, la cual más que del racismo, trata acerca de las relaciones familiares, aquellas que siempre serán complejas sin importar la raza o condición social. Sin duda alguna, Fences es una excelente cinta que vale la pena buscar a pesar de la nula difusión que se le ha dado por parte de las distribuidoras en México.

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9
20 de enero de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias al uso desmedido de las selfies y demás publicaciones que a diario bombardean las redes sociales, la autocomplacencia y la búsqueda de aceptación parecen ser fenómenos que caracterizan a los tiempos actuales; no obstante, la realidad es que estos vicios han existido durante toda la historia de la humanidad. Como si fuera corolario del famoso cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador”, surge Florence Foster Jenkins, un personaje bastante peculiar cuya historia, aunque inverosímil, resulta ser verídica a pesar de que bien hubiera podido salir de la mente de algún famoso cuentista.

Hija de un acaudalado abogado, Florece Foster decidió desde pequeña dedicar su vida a la música, a pesar de la desaprobación de su padre. Al haberse truncado su carrera como pianista profesional debido a una lesión en la mano, la aspirante a artista se empeñó en continuar en el mundo de la música, esta vez como soprano. Gracias a una herencia que a final de cuentas logró obtener, la cantante tuvo la posibilidad de continuar con su carrera artística, presentándose ante diversas audiencias hasta llegar a actuar en el mismísimo Carnegie Hall. Sin embargo, la historia tiene una particularidad: Florence Foster tenía una de las voces más desagradables que se han escuchado en el mundo de la música y sus funciones eran un éxito rotundo debido a las gestiones que su segundo marido, St. Claire Bayfield realizaba para sobornar a espectadores y críticos con el fin de mantener la farsa en pie y evitar el desencanto de una excéntrica mujer cuyo amor por la música fue lo que la mantuvo con vida durante muchos años, a pesar de los males de salud que le aquejaban.

Es esta pues una historia verídica llevada al cine de forma excelente por el director Stephen Frears (Philomena) quien, basándose en el libro biográfico de Nicholas Martin titulado “Florence Foster Jenkins: The Inspiring True Story of the World’s Worst Singer”, retrata atinadamente en su largometraje a personajes reales, guiados por sus propias pasiones e intereses. En un magnífico marco que refleja fielmente el ambiente neoyorquino de los años cuarenta, el espectador conocerá a fondo a Florence Foster, una excéntrica celebridad que vivía en su propio mundo, aquel fabricado gracias a su fortuna y a la astucia de su marido. Asimismo, St. Claire aparece como un oportunista, amante de la buena vida y dispuesto a hacer lo que sea con tal de satisfacer los deseos de su esposa para así seguir gozando de los privilegios y placeres que el dinero de su pareja le puede comprar. Asimismo, se encuentra Cosmé McMoon, un pianista principiante que no dudará en aprovechar la situación junto con una serie de músicos, aduladores y supuestos amigos oportunistas que estarán dispuestos a seguir el juego de Florence con tal de seguir disfrutando de su fortuna.

No obstante lo anterior, la cinta no sería un éxito sin la presencia de Meryl Streep, quien realiza un trabajo impecable en el papel de Florence Foster, demostrando que la magnitud de su talento le da incluso para imitar las desentonadas notas registradas en las grabaciones de la curiosa cantante. La interpretación de Streep es tan convincente, que incluso es capaz de provocar que el mismo espectador se sienta culpable al final por haberse burlado de los cantos de la protagonista durante toda la cinta. Por otra parte, Hugh Grant (Four Weddings and a Funeral, Notting Hill) regresa a la gran pantalla para demostrar que todavía es capaz de encarnar a personajes complejos de forma excelente. Por último, cabe destacar la grata sorpresa que supone la actuación de Simon Helberg (quien interpreta a Howard en la serie de televisión The Big Bang Theory), quien como Cosmé McMoon se destapa como un actor más serio y de grandes facultades.

De esta forma, se trata de una película muy bien realizada y dotada de una fuerte dosis de humanidad, mostarndo que la vida real no es perfecta, no existen héroes o villanos en toda la dimensión de la palabra, sino personajes ambivalentes a los cuales es imposible juzgar yéndose por los extremos. Florence Foster Jenkins es uno de esos casos, si bien pudiera ser objeto de admiración por nunca cejar en sus intentos y dedicación para dedicarse a la música, también es criticable el hecho de que con dinero se puede conseguir prácticamente cualquier cosa: incluso cantar en el Carnegie Hall. Sin duda, se trata de una cinta bastante recomendable para disfrutar, reflexionar e incluso reír.

Calificación: TÚ DECIDES.
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