Sí, quisiera… hablar sobre el trazo que describe esta película con el mundo de las apuestas. La historia nos cuenta el fin de ciclo del juego adictivo de apostar, que no es otro que el sueño de la fortuna y del éxito instantáneo. Una autoafirmación destructiva que persigue ciegamente esa luz que ilumina el final del túnel. Una vorágine que produce absoluta devastación allá por donde pasa y que refleja fielmente el protagonista de esta historia, un joyero iluminado por la chispa brillante que desprende un diamante, interpretado por un irreconocible Adam Sandler, capaz de mostrar formidablemente en una desquiciante actuación de sobrevivir a las deudas, el aspecto mas terrorífico de perseguir incansablemente el objetivo de alcanzar la vida perfecta de un solo plumazo.

Pero no, prefiero… comentar un descubrimiento que me ha dejado completamente impresionado. La actuación de un personaje que sale en escena. Su capacidad de llamar poderosamente la atención de la cámara. Un pequeño papel capaz de ser pieza fundamental en la historia gracias a su actuación. Una mujer porque no podría ser de otro modo. Ella y su brillo asombroso destacando en la pantalla, y que nadie intente buscar como me paso a mí sus otro papeles anteriores, porque esta es una prometedora revelación de estreno en pantalla. Espectacular y magnifica a la vez. Deslumbrante porque no tiene otro nombre aparte del suyo. Una actriz, si decide emprender este camino que empieza, con sello personal propio dictaminado por su primer trabajo. Cuyo nombre, no lo olviden, es Julia Fox. Dara que hablar.

Diamante en bruto es una sufrida historia que te hace un nudo en la garganta y que te hiela la sangre en un solo segundo aunque intente por todos los medios tener un final feliz.

La historia contada de manera trepidante por una voz superpuesta que sale de los recuerdos de Molly Bloom explica a la velocidad de la luz su carrera deportiva como esquiadora competitiva. Un relato vertiginoso que invita a subirte a él. Esta utilización de un monologo explicativo estimulado por una sucesión de imágenes encadenadas con brillantez hace del comienzo de esta película un torbellino apabullante de talento. La historia es real, los hechos son verídicos, Molly escribió un libro relatando los acontecimientos que vivió y esta película muestra aquellos sucesos, aunque quien los ha adaptado a la gran pantalla ha sido el guionista Aaron Sorkin el mismo que dirige esta cinta, y que consigue con una voz en off un comienzo tan vibrante como excelente. Cosa nada fácil porque si hay un defecto que se le puede achacar a una voz en off intrusiva en un film, es que te desconecta de ese estado de estar viviendo los acontecimientos a estar contemplándolos.

La historia continua en este bólido especialmente diseñado de emociones que lo transmite una inmejorable Jessica Chastain dando vida a Molly. Tras sufrir un accidente esquiando que le produce una lesión deja el mundo del deporte para introducirse en el mundo de las apuestas. No como jugadora, comienza como asistente en partidas de póquer donde se mueve una desorbitada cantidad de dinero y pronto gracias a su instinto emprendedor y su habilidad inteligente se convierte en organizadora de partidas. En realidad, timbas clandestinas ilegales de alto nivel, donde el apostante habitual sentado a la mesa está integrado por empresarios adinerados, magnates, deportistas de elite, o estrellas de Hollywood, llegando a alcanzar las apuestas cifras astronómicas. Sus partidas pasan a convertirse en el mayor acontecimiento al margen de la ley en el juego del póquer.

Molly Boom ya no narrar los recuerdos, su voz va describirlo todo en primera persona, su capacidad organizativa llega incluso a alcanzar, el control de las apuestas en juego o cual de los jugadores debe estar en la mesa, todo se refleja en la pantalla de forma magnifica, en un denso y complicado juego de poder donde el dinero alimenta en forma de combustible los egos desaforados de los participantes. La capacidad del director Aaron Sorkin asombra por cómo es capaz de destilar la historia hacia lo verídico, superando con creces lo creíble. Más que estar ante hechos reales, gracias a la eficacia de cómo se cuenta, parece que asistimos como participantes a hechos probados.

Rítmica veloz y con frenadas en seco, esta película consigue atrapar esa sensación adrenalinica que corre por la venas de Jessica Chastain, en un espléndido papel interpretativo, siendo capaz tanto ella como la historia, él hacernos sentir esa experiencia en nuestras propias carnes.
Gran trabajo de este realizador en su estreno en la gran pantalla, inequívocamente, habrá que seguirle el rastro como un sabueso.

Sí.
Vale.
De acuerdo.
¡Que Idris Elba sale en la película y hay que comentarlo! Pero vamos a ver, es que no puede ser... el tío es demasiado bueno, y encima sale demasiado poco. Madre mía... cuanto me repatean las injusticias.
Idris… te sigo.

El primer escupitajo que te lanzan a la cara es una frase célebre de un suburbio marginal, se dice un segundo antes de anunciar el título de la película, Patti Cake$. Este efecto funciona como un imán, te atrae, junto con la protagonista que es la antítesis del rap y que busca a través de sus sueños llegar a la cima, gracias sobre todo al talento familiar heredado. Con el estigma de perdedora y un mote cruel que arrastra desde la adolescencia, la protagonista de apellido Dumbrowski pelea para que su música vea la luz.

Ella encandila. Australiana, su primer papel protagonista. Killa P, es su nombre de guerra, no sorprende por su aspecto ni por la desenvoltura con la que se mueve en la dificultad de esa vida que le ha tocado vivir. Dumbrowski llama la atención porque es una tía autentica, y sea el sueño que sea que tenga, bien merece el esfuerzo que haya que hacer para alcanzarlo. Si tienes algo bueno que contar, que el mundo se entere que existes. Danielle Macdonald en su debut principal lo peta.

No es una película fácil de ver, desde luego, quizás sea porque es una ópera prima, pero entre los diálogos, la mala leche de los comentarios, la música que se va creando a medida que avanza la historia y el personaje de Patti, que es excelente, deja al final un gran sabor de boca, tan bueno como el hit creado por ella misma y su grupo PBNJ que acaba sonando en los títulos de crédito.

¿Nadie tiene un buen recuerdo de aquel concierto en el que tocaba un grupo al que no conocías y del que te hiciste un ferviente fan? Lo que Patti Cake consigue dejar en la retina es esa misma sensación.


Ah, que cual es la frase del comienzo… no voy hacer un spoiler ahora, ve la peli.
Ah, que ya la has visto… “puto barrio de mierda”.

Esta película habla sobre Elton John... aunque sea el propio Elton John quien nos hable.

Sensacional el inicio con el que se comienza a narrar el derrotero por el que transcurre la vida que lo lleva hasta la fama. Su presentación en pantalla no puede ser más ingeniosa, embutiendo a su persona en uno de sus trajes de artista, representado en un búho naranja, para exponer abiertamente todas sus miserias. También su integración de niño a artista en los primeros minutos es fantástica, al hacerlo en formato de musical, todo un acierto. Su relación familiar, algo que marca la vida de cualquier chaval, es estremecedora y aun así no extirpa en lo más mínimo su logrado talento artístico. Abiertamente y sin pudor, en una exposición descarnada de su persona tan enloquecedora con el atrezo utilizado para salir al escenario a tocar el piano y cantar, nos cuenta como vivió su ascenso al exito. Brillante, todo hay que decirlo, biopic sobre Elton John como artista y también cómo persona. Sobre la realización de esta película no queda otra que dar la enhorabuena a Dexter Fletcher el director de esta magnifica obra.


—Desconocía por completo a vida artística y personal de Elton John, salvo quizás que sus gustos sensuales habrían de ser hacia el género propio y no por el opuesto, conclusión a la que habría de llegar por el mero hecho de que solo alguien de su condición es capaz de hacer de la extravagancia un verdadero arte—.


Esta es una gran película gracias sobre todo a, las magníficas interpretaciones, a una excelente realización, a la circunstancia de contar la vida de un artista extremadamente famoso, y también por el despliegue visual y técnico que se puede observar durante toda la cinta, pero si quitásemos todos estos elementos esenciales de golpe y solo dejásemos sonar la música a lo largo de todo el largometraje, para escuchar de su voz lo que cuentan sus letras, esta seguiría siendo una gran película.

Me ha dolido tener que asistir a un mal planteamiento, desordenado precipitado exagerando y poco convincente, todo decorado con grandilocuencia, lleno de acción a borbotones, tiros en todas direcciones, persecuciones incesantes y un montón de incoherencias que rellenan un ritmo acelerado que dura practicamente “toda” (he de suponer) la película. Todo este despliegue de medios esta exclusivamente al servicio de un trío de excelentes actores que mal gastan su talento adornando esta bagatela de fiasco sin criterio.

El otro guardaespaldas es una película que intenta distraer al espectador con golpes de acción mezclados con toques sutiles de humor, y mientras que en los primeros se ve una clara sobreactuación mal empaquetada, en los segundos la mínima gracia requerida no llega a destaparse. Que todo esté salpicado de acción, para el uso del entretenimiento es perfectamente lícito pero al menos la violencia gratuita debe ser creíble. Si se produce un tiroteo, que sea para acabar con los malos de un disparo en la frente, y no caigamos en la desidia de que tenga que ser el malo el que busque deliberadamente la trayectoria de la bala para morir. Hay sin duda momentos de acción sostenibles, desde luego, el atraco al furgón está correctamente ejecutado y la persecucion al borde el canal de Ámsterdam también lo está (cosas más simples las he vito mejor ejecutadas, por cierto). Aunque la deficiencia de rellenar la historia con efectos especiales de serie B y pretender restarle importancia con un humor caótico y enclenque no lleva a ninguna parte. Quizás el desenfado con que se pretende comediar a los protagonistas es el mayor de los errores de esta cinta porque le resta toda la credibilidad que se intenta sujetar en la historia. Esta película es de una torpeza fílmica sonrojante.

A mí personalmente:
Las películas que me encantan las disfruto de principio a fin, porque siempre hay algo especial que se identifica con mis gustos. En las que no encuentro esa identidad, tiendo a valorar lo que cuentan, lo que intentan reflejar, o su calidad técnica o interpretativa, e independientemente de lo mucho que me guste o poco que le sustraiga, igualmente las veo de principio a fin. Si las cuestiono o no me convencen es de obligado cumplimiento verlas enteras (cuanto más se ve, más se aprende) y para valorar algo siempre hay que esperar a su conclusión, donde se lee fin o salen los títulos crédito. Pero si sucede algo peligroso como es que me disguste, a la vista y al intelecto, ejerzo mi derecho a veto y directamente ejecuto mi plan de fuga; cueste lo que cueste, soporto la visión que ofrece, y a diez minutos del final, me planto, me levanto y me voy. ¿Qué interés habría de tener yo en saber cómo acaba algo tan mal planteado desde el mismo inicio? Dicho queda que, prácticamente he visto “toda” la película de “El otro guardaespaldas” exceptuando el final.

Reconozco que, a pesar de todo, ni siquiera puedo considerar este film como una mala película, aunque si puedo tildarla de un largometraje absolutamente prescindible.