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Voto de Martes Carnaval:
9
7,6
117.701
Drama
Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
19 de marzo de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, estamos ante una película que reflexiona sobre la obra de arte y que es, en sí misma, una obra de arte.
Para la pequeña historia de las contribuciones que dan su punto a la obra de creación, tema recurrente en la filmografía de Woody Allen, ésta es una película que inicialmente tenía menos pretensiones que las resultantes, pues el argumento solo contemplaba la relación conflictiva entre una actriz y su —para ella— peligrosa sustituta, por su afán desmedido por hacerse con su papel teatral, con muchas resonancias del clásico "Eva al Desnudo". Pero por sugerencia del tardío co-guionista Heyman, productor de la película de Aronofsky "El luchador", inmediatamente anterior a "Cisne negro", se adoptó como marco para la acción el ballet de "El lago de los cisnes". Esta decisión multiplicó las posibilidades de la película, permitiéndole profundizar en las pulsiones clandestinas humanas.
Quizás el cisne es, junto con la mariposa, el ser que mejor simboliza la transformación. El cisne es la belleza en que se sublima la fealdad del pato. En la mitología griega, Zeus se convierte en cisne para seducir a Leda. La opera "Lohengrin o el caballero del cisne" de Wagner, basada en una leyenda medieval, tiene por argumento la identidad. El relato popular "El patito feo", de Andersen, que es una de las mejores metáforas que se han escrito para reivindicar al "diferente" trata también de la transformación. El modernismo, del que Rubén Darío es uno de sus principales representantes, tenía al cisne como símbolo de la versatilidad del poeta, como ya lo había sido en la obra poética de Baudelaire y Mallarmé.
La palabra "cine" se transforma en "cisne" con esta película, en la que la letra "S" que la transforma representa gráficamente al cisne.
(Sigue en el spoiler por razones de espacio)
Para la pequeña historia de las contribuciones que dan su punto a la obra de creación, tema recurrente en la filmografía de Woody Allen, ésta es una película que inicialmente tenía menos pretensiones que las resultantes, pues el argumento solo contemplaba la relación conflictiva entre una actriz y su —para ella— peligrosa sustituta, por su afán desmedido por hacerse con su papel teatral, con muchas resonancias del clásico "Eva al Desnudo". Pero por sugerencia del tardío co-guionista Heyman, productor de la película de Aronofsky "El luchador", inmediatamente anterior a "Cisne negro", se adoptó como marco para la acción el ballet de "El lago de los cisnes". Esta decisión multiplicó las posibilidades de la película, permitiéndole profundizar en las pulsiones clandestinas humanas.
Quizás el cisne es, junto con la mariposa, el ser que mejor simboliza la transformación. El cisne es la belleza en que se sublima la fealdad del pato. En la mitología griega, Zeus se convierte en cisne para seducir a Leda. La opera "Lohengrin o el caballero del cisne" de Wagner, basada en una leyenda medieval, tiene por argumento la identidad. El relato popular "El patito feo", de Andersen, que es una de las mejores metáforas que se han escrito para reivindicar al "diferente" trata también de la transformación. El modernismo, del que Rubén Darío es uno de sus principales representantes, tenía al cisne como símbolo de la versatilidad del poeta, como ya lo había sido en la obra poética de Baudelaire y Mallarmé.
La palabra "cine" se transforma en "cisne" con esta película, en la que la letra "S" que la transforma representa gráficamente al cisne.
(Sigue en el spoiler por razones de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es ésta una película que nos habla de relaciones. Distingo cuatro:
1 ) Nos habla de la dualidad, que en el caso de las personas incluye dos caracteres complementarios y no excluyentes. La relación entre esos dos caracteres es uno de los fundamentos de la filosofía oriental en la que los dos principios, el yin (el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción) y el yang (el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración) se interrelacionan, consumiéndose y regenerándose consecutivamente. Nada existe en estado puro ni está quieto permanentemente, sino en una continua transformación.
En ese sentido la representación cromática es perfecta: blanco es el yang y negro el yin según el icono o taijitu que los representa. Como blanco y negro son los dos cisnes que debe interpretar la protagonista, como blancos y negros son los tonos que predominan en la práctica totalidad de los decorados o localizaciones de la película, con prevalencia del blanco en las escenas iniciales y del negro en las finales. Una excepción a este duopolio del blanco y el negro es el rojo, que cuando es el del sol en todo su esplendor es el mejor exponente de la intensidad de la vida y cuando es el de la sangre que mana a borbotones es lo que más exactamente representa la muerte.
2 ) Nos habla de esas relaciones venenosas en las que los padres ven en sus hijos una segunda oportunidad que les da la vida para triunfar donde fracasaron, queriendo ahormarles para proyectarse en ellos y redimirse de sus frustraciones, con la coartada de abocarles a una vida de prosperidad. Privan así a sus hijos de su autonomía, al obligarles a cumplir un proyecto vital ajeno
3 ) Nos habla de la relación del artista con su obra ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el artista por su creación para que ésta se convierta en una obra de arte? En un supuesto límite el artista vive para su obra y muere por ella, pero más modestamente el artista vive —se afana— por su obra, de la que normalmente vive, y muere —se vacía— en la entrega a su trabajo.
4 ) Nos habla, por último, de la relación del artista con lo que es y lo que quiere llegar a ser, que en ocasiones es una patológica aspiración sin límites a la perfección. Aspiración a la perfección que conlleva un germen totalitario. La hipertrofia del sentido de la responsabilidad, la asunción ritual del sacrificio, la obsesión por el éxito, lleva a una automutilación o empobrecimiento vital. Triunfar es aprender a limitarse. El triunfo en sí mismo, como fin y no como medio, es limitación, no plenitud. Ya decía muy bien Kipling en su célebre poesía "If" que el triunfo y el fracaso eran dos grandes impostores.
En esta película el ansia de perfección lleva a la angustia, a la enajenación y a la destrucción.
Por eso: ¡Nada de blancos y negros! ¡Vivan los grises! O para ser más exactos ¡Viva la gama de grises!
1 ) Nos habla de la dualidad, que en el caso de las personas incluye dos caracteres complementarios y no excluyentes. La relación entre esos dos caracteres es uno de los fundamentos de la filosofía oriental en la que los dos principios, el yin (el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción) y el yang (el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración) se interrelacionan, consumiéndose y regenerándose consecutivamente. Nada existe en estado puro ni está quieto permanentemente, sino en una continua transformación.
En ese sentido la representación cromática es perfecta: blanco es el yang y negro el yin según el icono o taijitu que los representa. Como blanco y negro son los dos cisnes que debe interpretar la protagonista, como blancos y negros son los tonos que predominan en la práctica totalidad de los decorados o localizaciones de la película, con prevalencia del blanco en las escenas iniciales y del negro en las finales. Una excepción a este duopolio del blanco y el negro es el rojo, que cuando es el del sol en todo su esplendor es el mejor exponente de la intensidad de la vida y cuando es el de la sangre que mana a borbotones es lo que más exactamente representa la muerte.
2 ) Nos habla de esas relaciones venenosas en las que los padres ven en sus hijos una segunda oportunidad que les da la vida para triunfar donde fracasaron, queriendo ahormarles para proyectarse en ellos y redimirse de sus frustraciones, con la coartada de abocarles a una vida de prosperidad. Privan así a sus hijos de su autonomía, al obligarles a cumplir un proyecto vital ajeno
3 ) Nos habla de la relación del artista con su obra ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el artista por su creación para que ésta se convierta en una obra de arte? En un supuesto límite el artista vive para su obra y muere por ella, pero más modestamente el artista vive —se afana— por su obra, de la que normalmente vive, y muere —se vacía— en la entrega a su trabajo.
4 ) Nos habla, por último, de la relación del artista con lo que es y lo que quiere llegar a ser, que en ocasiones es una patológica aspiración sin límites a la perfección. Aspiración a la perfección que conlleva un germen totalitario. La hipertrofia del sentido de la responsabilidad, la asunción ritual del sacrificio, la obsesión por el éxito, lleva a una automutilación o empobrecimiento vital. Triunfar es aprender a limitarse. El triunfo en sí mismo, como fin y no como medio, es limitación, no plenitud. Ya decía muy bien Kipling en su célebre poesía "If" que el triunfo y el fracaso eran dos grandes impostores.
En esta película el ansia de perfección lleva a la angustia, a la enajenación y a la destrucción.
Por eso: ¡Nada de blancos y negros! ¡Vivan los grises! O para ser más exactos ¡Viva la gama de grises!