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Voto de Juan Rúas:
5
5,0
5.993
Romance. Comedia
Cuando Sandy (Catherine Zeta-Jones), una sexy madre de 40 años, descubre que su marido la engaña, su mundo aparentemente perfecto se viene abajo. Sin pensárselo dos veces, se traslada a Nueva York con sus dos hijos con ánimo de rehacer su vida. Allí, conoce a Aram (Justin Bartha), un encantador licenciado universitario de 24 años que trabaja en la cafetería bajo el apartamento que alquila Sandy. Cuando Sandy encuentra trabajo, le pide a ... [+]
4 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sucede que cuando tienes poco para contar, recursos limitados para contarlo y poca inspiración, el resultado es Mi segunda vez. Parece que fuera un fracaso, pero de pronto aparece ese humor...ese humor que eleva a la peli de su sepulcro y le da vida donde no debería haberla.
Porque ellos dos se conocen, perfecto, tienen diferencias al margen de la edad, perfecto. Y ahí se acabó todo, salvo por el humor. Guarra, desubicada, inoportuna y fuera de tono, Mi segunda vez no utiliza el clásico humor de remate sino que busca y extrae, he aquí su GRAN virtud, disrrupciones del orden que se establece dentro del argumento. Sencillamente no te esperas los gags, son tan espontáneos como los comentarios de Bartha, y tan seductores como una sola mirada de la Jones, que con una ojeada a la cámara ya suplanta la escasez de su guión.
Pero, por supuesto, debe haber un terreno en el cual caminar. En ese terreno podrían sacarse, acoplarse o amoldarse los gags geniales que la peli propone, pero es más contexto que ideas matrices. Y se nota mucho, demasiado. Una de esas pelis que están pensadas para que te rías, subordinando el guión al efecto, cuando debería ser al revés.
Porque ellos dos se conocen, perfecto, tienen diferencias al margen de la edad, perfecto. Y ahí se acabó todo, salvo por el humor. Guarra, desubicada, inoportuna y fuera de tono, Mi segunda vez no utiliza el clásico humor de remate sino que busca y extrae, he aquí su GRAN virtud, disrrupciones del orden que se establece dentro del argumento. Sencillamente no te esperas los gags, son tan espontáneos como los comentarios de Bartha, y tan seductores como una sola mirada de la Jones, que con una ojeada a la cámara ya suplanta la escasez de su guión.
Pero, por supuesto, debe haber un terreno en el cual caminar. En ese terreno podrían sacarse, acoplarse o amoldarse los gags geniales que la peli propone, pero es más contexto que ideas matrices. Y se nota mucho, demasiado. Una de esas pelis que están pensadas para que te rías, subordinando el guión al efecto, cuando debería ser al revés.