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Voto de Strhoeimniano:
10
Drama. Romance. Aventuras Georgia, 1861. En la elegante mansión sureña de Tara, vive Scarlett O'Hara (Vivien Leigh), la joven más bella, caprichosa y egoísta de la región. Ella suspira por el amor de Ashley (Leslie Howard), pero él está prometido con su prima, la dulce y bondadosa Melanie (Olivia de Havilland). En la última fiesta antes del estallido de la Guerra de Secesión (1861-1865), Scarlett conoce al cínico y apuesto Rhett Butler (Clark Gable), un vividor ... [+]
8 de junio de 2005
27 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Hollywood quiso hacer CINE, hizo “Lo que el viento se llevó”. Todo el modo de entender de ese Hollywood que nos gusta está en esta superproducción, hasta el punto de que es un icono del clasicismo.
La historia de su producción es tan legendaria como la propia película. La película está firmada por Victor Fleming; pero la nómina de guionistas y directores que dieron cuerpo a esta película hablan del exquisito cuidado con el que fue planteada. Sam Wood, Val Lewton, Ben Hecht, o el mismísimo George Cukor pusieron su saber hacer en esta epopeya sureña que recorre en una historia llena de amores, odios, intrigas desde la preguerra a la postguerra americana. George Cukor fue el director inicial pensado para este proyecto, pero fue expulsado a las pocas semanas aunque continuo dirigiendo secretamente a todas las actrices. Circulan todo tipo de versiones sobre este misterio. Las más creíbles hablan de que Gable se encontraba desasistido por el director, inseguro ante una actriz tan intuitiva como Vivien Leigh, por lo que prefería a un Victor Fleming más centrado en él; otra versión habla de los inicios de Gable en Hollywood como chapero del que Cukor había disfrutado... En todo caso, no es una película de director, es una película de productor: David O. Selznick. Él y sus famosos “memorándums” dieron forma a todos los elementos que hacen de esta película un clásico inolvidable. Hasta el más mínimo detalle tenía su espacio en estos informes de obligado cumplimiento.
“Lo que el viento se llevó” es una obra maestra de principio a fin. Pese a lo extenso de su duración (casi cuatro horas), la película aguanta constantemente el ritmo, con un empaque visual reconocible (su fotografía y el diseño de producción de Menzies son turbadores) y tan pasional como la historia que narra. Todo esto acompañado de una suite hermosísima firmada por Max Steiner (incomprensiblemente no recibió el Oscar, que ganó finalmente “La Diligencia”) que encumbra y sostiene todos los imperecederos momentos de esta película. Son muchos en una película que como esta se queda en la memoria para siempre. Seguro que cada uno tenemos el nuestro; yo me quedo con la llegada de Scarlata a la estación de Atlanta: un primer plano, corta a un plano medio y a partir de este comienza la magia con un elegante movimiento de grua que va abriéndose sobre el abatimiento.
El reparto es excepcional. Nadie es capaz de imaginar a otro actor o actriz en cada uno de los personajes que sale en esta historia del viejo Sur. Vivien Leigh compone magistralmente el que quizá sea el papel femenino mejor escrito de la historia del cine; pero es tal la hondura con la que están retratados todos los demás, que a cualquier espectador le será fácil especular cómo actuará cada uno ellos.
“Lo que el viento se llevó” es una pieza única, de una magnitud que sabemos que nunca volverá a repetirse, pero que seguiremos visitando para llorar, para reír, para emocionarnos con un CINE escrito en mayúsculas.
Strhoeimniano
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