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España España · Premià de Mar
Voto de Martí:
8
Drama Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy, hecho que determinó el final de la "caza de brujas". (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podemos entender Buenas noches y buena suerte como una reflexión acerca de la TV i su condición de filtro entre hechos reales y la percepción que la sociedad tiene de ellos. Y es que la segunda película de George Clooney nos habla del uso que la televisión hace (o podría hacer) de la información, de los beneficios y problemas que puede suponer mostrar (o no mostrar) según qué imágenes y, sobre todo, del grado de compromiso que se toma en un programa y asta que punto la realidad permite ser mostrada tal y como es.

En la década de los años 50, Edward R. Murrow utilizó la televisión para mostrar algunas de las injusticias que estaban tenían lugar en EEUU. Todo lo contrario de lo que hoy sucede: en la mayoría de los casos, la TV no destaca por sus esfuerzos en mostrar la realidad, sino más bien por manipular información y dirigir las masas en la dirección conveniente. En este aspecto, se podría decir que Buenas noches, y buena suerte también funciona como análisis de lo que podría ser la semilla del carácter actual de la TV.

Clooney sabe que el mero echo de mostrar implica un posicionamiento y que eso comporta cierta manipulación inevitable. Por eso Murrow (quien conoce este echo tan bien como Clooney) decide mostrar una realidad y no una otra, persiguiendo un tema concreto sin desviarse. Y aquí es precisamente donde chocamos contra un echo que la película también conoce: Murrow es partidario de contar la verdad, pero por su propio interés decide hablar de una concreta y no de otra. De modo que el personaje protagonista decide no desviar la atención hacia el programa de la competencia, echo que conduce (en cierta forma) al suicidio de un compañero de trabajo. Y es que Clooney no crea héroes ni verdades absolutas, sino que profundiza en sus personajes (incluso en aquellos que apenas tienen importancia) entendiendo la posición de cada uno, demostrando que todos los puntos de vista son defendibles (por este motivo nacen conflictos entre ellos, como el que vive con el director del programa, quien a pesar de compartir la visión de Murrow no quiere que su programa sea censurado).

Aun cuidando con detalle los personajes, es sorprendente la distancia con que Clooney trata especialmente hacia el protagonista principal, hecho que facilita nuestra identificación con él y hace su comportamiento y los diálogos más fluidos. Probablemente también sea gracias a las rápidas y ágiles pinceladas mediante los cuales son dibujados sus rasgos que la película se pueda permitir el sorprendente ritmo con que se desarrolla de inicio a fin.

George Clooney asume tan bien como puede la responsabilidad de mostrar sin juzgar, enseñar sin manipular; y el resultado de ello es una fantástica película objetiva al mismo tiempo que crítica pero también para todos los públicos, características que, actualmente, rara vez van de la mano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martí
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