Estaba de coña, pero ahora ya tengo vuestra atención. Sin embargo, bien podría pararse a pensar más de uno topándose con un primer episodio de la serie que los creadores se tomaron una ración excesiva de LSD. Es más, incluso se hacen sutiles (y no tan sutiles) alusiones a esa idea mediante los personajes, pues es sabido que esta serie es de todo, menos normal. Y eso es precisamente lo que la hace especial.

Sinceramente, sólo puedo agradecer mil y una veces que un puñado de frikis de la animación se decidieran a hacer esto. Enciendo la televisión y solamente veo MIERDA (validadores, permitid el lujo a este humilde usuario de usar esta palabra, pues bien sabéis que llevo la razón) animada. No hay originalidad, novedad o mimo en lo que se hace y la mayoría de series son productos reciclados sin personalidad con un sinfín de tópicos y esquemas repetitivos en sus episodios. Para colmo, están saturadas de moralina barata, o si no, de una abusiva propensión a la superficialidad y a la pijería más aberrante. Simplemente vergonzoso. Hace de los niños unos idiotas que no ven más allá y aburre hasta al extremo al adulto sufrido. Hora de aventuras huye en mayor parte de todo esto y una vez más sólo puedo decir: gracias.

Partiendo de una base curiosa y absurda como es la de un chaval de doce años que va con un gorro blanco con orejas y una mochila, y un perro de ojos colocados con poderes mágicos, las historietas que se transcurren construyen un mundo a su paso fruto de la improvisación más pura. Se percibe mimo en cada personaje y esfuerzo en sorprender con ideas surrealistas pero increíblemente atractivas. Para colmo, el humor usado no es directo ni cala en un primer instante. Debes adentrarte en el mundo de fantasía de Ooo (brutal nombre, que dicho en boca de cualquiera resulta aún más tronchante) para congeniar con sus personajes. Es un proceso lento en primera instancia, pero una vez estás en él, ya no puedes salir. A partir de ese momento, sólo querrás ver magdalenas, nubes parlantes, lobos fiesteros y guerreros que también lucharon con un oso. Nada tiene sentido por fuera. En su interior, es pura magia, mimo, diversión e innovación. Una delicia.

Además, la técnica empleada no es digital e la animación, lo cual es digno de elogio. Es mayormente artesanal y se percibe un gusto por el depurado uso del color y las expresiones estrambóticas de los personajes. Para los que digan que no es para un público infantil, yo afirmo esto: falso. Los niños no son estúpidos y necesitan algo que estimule su creatividad y afán de animación lejos de la corrección y moralina barata. Mi hermana de seis años está aún más enganchada que yo y se parte con las caras, frases y situaciones absurdas que transcurren a lo largo de los episodios.

En fin, no leas más críticas. Lejos de cualquier opinión, debes mirarlo con tus propios ojos.