Las historias desde el punto de vista de un niño suelen seguir un patrón muy habitual que es del trivializar las situaciones dramáticas y ahondar en situaciones que marcan a alguien que no tiene experiencias previas y descubre el mundo desde detalles aparentemente intrascendentes pero de los que extrae filones de sabiduría en sacos por refinar.
Esta es la apuesta de Belfast, como lo es su fotografía en blanco y negro, Van Morrison y los experimentados actores, aquí secundarios, pero muy principales cuando se enfrentan a los poco consistentes Caitriona Balfe o Jamie Dornan, me refiero a Judi Dench o Ciaràn Hinds, muy por encima del resto del reparto, incluido Jude Hill, muy en el papel de 'niño adorable y más espabiladito de lo normal', un tanto cargante por lo plano y convencional en cuanto a sus diálogos y su actuación.
Van Morrison siempre es Van Morrison y siempre cuando se habla de Belfast parece obligado que la banda sonora deba sostenerse en el león de Belfast, tan obligado que se hunde en la obviedad, más si cabe, hay determinadas escenas que parecen hechas para que suene Morrison como si de un videoclip se tratase y sin, aparentemente, mucha necesidad en función de la historia.
El Blanco y negro, bien por momentos, en otros, demasiado luminoso para lo que es Belfast. Las tonalidades de la realidad simplificada tienen la virtud de dar una visión, en muchas ocasiones, más profunda, mas real desde una irrealidad evidente, en este caso, en muchas ocasiones, se ve mucho el 'cartón' del decorado, parece muy irreal, muy artificial, como si fuese un decorado el barrio, la casa, etc, y si, lo es, pero no debería parecerlo y lo parece en muchas ocasiones.
En resumen: producto pensado para los premios, un tanto Disney, profundiza poco o nada en todo lo que muestra y como resultado: ninguna situación dramática ni cómica es demasiado estridente, dejando el conjunto un tanto soso, descafeinado, falta de emoción, de empaque, de brillantez, de coraje....... etc.....
Correcta pero no remarcable.