Tenía trece años cuando, como todos los lunes, día del espectador, quedé con mi amigo Sáez para ir al cine: en los Brooklyn estrenaban Gremlins; tengo un recuerdo muy bueno, y desde entonces no había vuelto a verla. Hoy la echaban en la tele, y me quedé a comprobar si había envejecido bien: pues la verdad es que sí, a pesar de ser un típico producto coyuntural de los primeros ochenta, al estilo de los Goonies o Regreso al Futuro, estaba hecha con cierto talento, quizás más por parte de Joe Dante que de Chris Columbus, su director, ambos bajo el ala protectora de Spielberg.
Me gusta el lado oscuro de los mogwais, cuando se transforman en "gremlins" (idea del genio Roald Dahl), y se convierten en unos "punkies" que arrasan con todo lo que se encuentran, muy por encima del ñoñito Gizmo. Incluso, para ser una peli orientada al público infantil me sorprende el humor gore de ciertas escenas, lo que actualmente sería censurable por la mentalidad zocata estadounidense. Podría decirse que para pertenecer al subgénero navideño tiene un puntillo transgresor que resulta muy agradable.
También es de destacar cómo se imponen los "bichos" sobre los actores, de los cuales sólo haría una carrera con cierta solvencia Corey Feldman, y , bastante menos, Phoebe Cates.