Tras realizar las magníficas "Monster's ball" y "Descubriendo nunca jamás", el alemán Marc Forster nos ofrece este thriller psicológico menor, que en principio parece todo un galimatías ya que, hasta no visionar el tramo final, uno nunca tiene claro qué es lo que pasa. Lo mejor del film son el elenco de actores y la magnífica factura visual del mismo, más importante de lo que parece para la resolución de la trama. El camaleónico Ewan McGregor es el protagonista, un psiquiatra que deberá investigar un extraño caso sobre un peculiar personaje que parece tener dotes de futurólogo, rol encarnado por Ryan Gosling, en un papel aún más inquietante que el que desempeñó en "El creyente". El argumento es bastante engañoso, pues llegará un momento en que McGregor se introduce en el onírico mundo de Gosling, de forma que resulta imposible diferenciar médico de paciente o realidad de ficción. Aquí es donde falla un poco la película, pues al ser confeccionada como thriller el guión no debería ser tan espeso, desordenado y confuso, con un montón de secuencias de "déjà vu" y un ritmo totalmente inadecuado para dicho género. Estamos ante una película que cuida más las formas que el fondo, pero que gracias a las buenas interpretaciones de los protagonistas (a las que sumaremos las de la bella Naomi Watts y el vaterano Bob Hoskins como secundarios de lujo) y el satisfactorio final, logra salir adelante, aunque, siendo sinceros, en algún momento puede llegar a desesperar al espectador dada la incongruencia de algunas acciones.