Francia vuelve a la carga con otro thriller de tintes psicológicos y lo hace a través de un debutante que, de buenas a primeras, sorprende: introduce rápidamente pero sin precipitación esa captura, plantea con eficiencia un McGuffin (el de los secuestradores) sencillo pero verdaderamente interesante y nada forzado, consigue captar de modo notable la angustia de ese cautiverio y, lo mejor de todo, sabe manejar un guión que en ningún momento se le escapa de las manos y controla de principio a fin.

En "Captifs", sin embargo, nos topamos con dos partes realmente diferenciadas. En la primera, como comentaba, Gozlan sabe retratar esa angustia que asola a sus personajes, y logra hacerlo sin trucos ni artificios, mostrando cuales son los motivos de que estén allí, y ofreciendo un amplio espectro de sensaciones por las que llega a pasar la protagonista (desde el miedo hasta la locura) hasta encontrarse en el punto de no retorno. Ese donde ya no hay salida.
A partir de ese instante, y cuando mejor había funcionado el film gracias a unos actores realmente competentes y una serie de situaciones que dan el juego suficiente para que ese cautiverio se agrave a medida que pasan los minutos, llega el tramo más complicado para el cineasta francés: ese donde el conflicto debe resolverse y los excesos suelen aparecer de la nada para dar al traste con las expectativas del film en cuestión. En cambio, Gozlan goza de un guión bien medido, donde todo se desarrolla con mesura y pulso, incluso en las secuencias de acción. Y quizá, es ahí donde no termina de atinar "Captifs" para asestar el golpe definitivo, pues mientras otras cintas como "Frontière(s)" optaban por un gore desmedido y secuencias realmente estremecedoras, el galo opta por jugar con el fuera de plano y eso resta fuerza a unas secuencias que, sea mejor o peor el producto, en el cine francés suelen tenerla sobradamente. De todos modos, digo quizá puesto que también es lógico que tras un tramo como el del encierro, donde todo es tratado con la mayor sutileza posible (quitando un plano ciertamente explícito que nos habla sobre las intenciones de esos captores), Gozlan no quiera destaparse con una segunda parte totalmente disonante con la primera, y sea así o no, lo cierto es que atina con creces y logra ofrecer uno de los thrillers con tintes de terror más bien servidos que han llegado en los últimos años del país vecino.