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Voto de Ferdydurke:
2
6,8
28.594
Drama. Romance
Drama basado en la verdadera historia de una pareja de artistas daneses, Einar y Gerda Wegener. La vida de este matrimonio dio un giro cuando Einar sustituyó a la modelo femenina que su mujer, Gerda, tenía que pintar. Cuando los retratos resultan ser un éxito, ella anima a su marido a adoptar una apariencia femenina. Lo que comenzó como un juego llevó a Einar a una metamorfosis inesperada. (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2016
74 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atorrante, y muy cargante, sucesión de enormidades y disparates que, tras la oportunista coartada del asunto reivindicativo y la siempre recurrente muletilla "basada en hechos reales", emerge como un producto de una falsedad, estupidez y cursilería insoportables, con cambios de tono y de ritmo absurdos y constantes, con reacciones psicológicas ridículas e imposibles y con una tendencia insufrible al folletín más estrepitoso y sensiblero.
Claro, ¿quién va a ser tan desaprensivo y desalmado como para no aplaudir arrobado ante tantas buenas intenciones y bellas pasiones que ayudan a colectivos sufridores y remueven los solitarios corazones y muchos amores del público más generoso? Quizás el que escribe estas desafortunadas palabras se inmole y diga que no por ser groseramente meloso y amañado vas a echar una mano al que pretendes ensalzar o salvar, que puede ser más bien al contrario, ya que al negarle su condición de complejo ser humano y hacerlo pasar por un santo, sin sus más y sus menos, sus posibles fealdades y miserias, además de, por supuesto, sus luces, le haces un flaco favor, le anulas, le utilizas, lo instrumentalizas, conviertes en un objeto, arma de propaganda, transformas su verdad crispada, seguro que con aspectos desagradables también (egoísmos, avaricias, perezas, mentiras...), todos los tenemos, en un prototipo sentimental acartonado, limado, pulido, listo para ser vendido al más bajo precio, de saldo, para todos los públicos; fabricado en serie y presentado a través de una intragable suma de actos llenos de amor (como producto prefabricado y de consumo masivo y facilón que sirve para todo en la ficción, para justificar cualquier incongruencia o aberración, sacrificadas en el altar ante el que todos se rinden esperanzados y admirados, identificados, con ganas de vivir aventuras parecidas en las que puedan ser esas heroínas tan relucientes y sufrientes, las que se entregan con fruición a la renuncia y la generosidad más grandilocuente), martirio y los mil un dolores y hermosuras empaquetados en el formato del melodramón más azucarado, o blanda tragedia llena, por qué no también, de otro poquito más de amor si cabe (siempre gusta y nunca sobra; por si alguien todavía no se había enterado de qué va esta novela rosa y amarilla del carajo). Sí, el susodicho y cinematográfico, otra vez, amor, tal vez solo un horror.
Toda la historia detenida en nimiedades, en bellas estampas, vestidos preciosos, músicas constantes (una banda sonora obsesivamente pensada para dirigir, como ovejas al matadero, las reacciones/sentimientos del pobre espectador), pinturas, transformaciones y diálogos de un cursi y relamido que tumbarían al más pintado para, sin solución de continuidad, ir, solo un momento después, a la carrera más enloquecida, entregarse de lleno a la superficialidad más irritante cuando se trata de explicar las decisiones o sensaciones más decisivas de los personajes, reducidos estos a grotescos monigotes empantanados en los tópicos más lacerantes del culebrón de celofán más oligofrénico, actual, adaptado a los nuevos tiempos tan aguados y falsos y al cine más aparente (por su buena factura y su dinero bien invertido en este sentido, en el de la fachada o la pura apariencia), tratando vidas terribles con los modos repelentes de un consultorio sentimental de brocha gorda y gran tirada.
Respecto a la aclamada interpretación de Redmayne, hay que ser sincero, al principio uno piensa que debe ser muy simpático y buena gente, una sonrisa siempre presente, por aquello de limar asperezas y poner buena cara al mal tiempo, más tarde te preguntas si quizás tiene algún problema en la mandíbula, esa mueca sigue ahí, independientemente de lo que sucede, como el Joker, da igual si nieva o sale el sol, finalmente te quieres ahorcar con una fular de lunares o cualquier bufanda de entretiempo, aterrado ante la siniestra posibilidad de que esa risa sea la de una máscara que alguien se olvidó de quitarle y ya es demasiado tarde.
Tratemos de concretar para variar:
Por ejemplo: se tiran más de media hora, increíblemente tediosa por repetitiva y amanerada e insistente, para explicarnos las maravillas sin fin de un matrimonio de pintores. Se quieren hasta el delirio, se desean hasta la desesperación (esa es otra buena, pasa de frenético devorador de sexo femenino a no querer saber absolutamente nada de su preciosa mujer, ni de ninguna, el resto de la película; contraste poco sutil, muy acelerado y nada creíble sería decir poco), se entienden, ayudan, comprenden, apoyan, admiran... Dejan triste, muy envidiosa la pobre, a la misma perfección cuando les contempla extasiada. Vale, bien, pasemos a lo siguiente.
Claro, ¿quién va a ser tan desaprensivo y desalmado como para no aplaudir arrobado ante tantas buenas intenciones y bellas pasiones que ayudan a colectivos sufridores y remueven los solitarios corazones y muchos amores del público más generoso? Quizás el que escribe estas desafortunadas palabras se inmole y diga que no por ser groseramente meloso y amañado vas a echar una mano al que pretendes ensalzar o salvar, que puede ser más bien al contrario, ya que al negarle su condición de complejo ser humano y hacerlo pasar por un santo, sin sus más y sus menos, sus posibles fealdades y miserias, además de, por supuesto, sus luces, le haces un flaco favor, le anulas, le utilizas, lo instrumentalizas, conviertes en un objeto, arma de propaganda, transformas su verdad crispada, seguro que con aspectos desagradables también (egoísmos, avaricias, perezas, mentiras...), todos los tenemos, en un prototipo sentimental acartonado, limado, pulido, listo para ser vendido al más bajo precio, de saldo, para todos los públicos; fabricado en serie y presentado a través de una intragable suma de actos llenos de amor (como producto prefabricado y de consumo masivo y facilón que sirve para todo en la ficción, para justificar cualquier incongruencia o aberración, sacrificadas en el altar ante el que todos se rinden esperanzados y admirados, identificados, con ganas de vivir aventuras parecidas en las que puedan ser esas heroínas tan relucientes y sufrientes, las que se entregan con fruición a la renuncia y la generosidad más grandilocuente), martirio y los mil un dolores y hermosuras empaquetados en el formato del melodramón más azucarado, o blanda tragedia llena, por qué no también, de otro poquito más de amor si cabe (siempre gusta y nunca sobra; por si alguien todavía no se había enterado de qué va esta novela rosa y amarilla del carajo). Sí, el susodicho y cinematográfico, otra vez, amor, tal vez solo un horror.
Toda la historia detenida en nimiedades, en bellas estampas, vestidos preciosos, músicas constantes (una banda sonora obsesivamente pensada para dirigir, como ovejas al matadero, las reacciones/sentimientos del pobre espectador), pinturas, transformaciones y diálogos de un cursi y relamido que tumbarían al más pintado para, sin solución de continuidad, ir, solo un momento después, a la carrera más enloquecida, entregarse de lleno a la superficialidad más irritante cuando se trata de explicar las decisiones o sensaciones más decisivas de los personajes, reducidos estos a grotescos monigotes empantanados en los tópicos más lacerantes del culebrón de celofán más oligofrénico, actual, adaptado a los nuevos tiempos tan aguados y falsos y al cine más aparente (por su buena factura y su dinero bien invertido en este sentido, en el de la fachada o la pura apariencia), tratando vidas terribles con los modos repelentes de un consultorio sentimental de brocha gorda y gran tirada.
Respecto a la aclamada interpretación de Redmayne, hay que ser sincero, al principio uno piensa que debe ser muy simpático y buena gente, una sonrisa siempre presente, por aquello de limar asperezas y poner buena cara al mal tiempo, más tarde te preguntas si quizás tiene algún problema en la mandíbula, esa mueca sigue ahí, independientemente de lo que sucede, como el Joker, da igual si nieva o sale el sol, finalmente te quieres ahorcar con una fular de lunares o cualquier bufanda de entretiempo, aterrado ante la siniestra posibilidad de que esa risa sea la de una máscara que alguien se olvidó de quitarle y ya es demasiado tarde.
Tratemos de concretar para variar:
Por ejemplo: se tiran más de media hora, increíblemente tediosa por repetitiva y amanerada e insistente, para explicarnos las maravillas sin fin de un matrimonio de pintores. Se quieren hasta el delirio, se desean hasta la desesperación (esa es otra buena, pasa de frenético devorador de sexo femenino a no querer saber absolutamente nada de su preciosa mujer, ni de ninguna, el resto de la película; contraste poco sutil, muy acelerado y nada creíble sería decir poco), se entienden, ayudan, comprenden, apoyan, admiran... Dejan triste, muy envidiosa la pobre, a la misma perfección cuando les contempla extasiada. Vale, bien, pasemos a lo siguiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pues nada, que se ponen a jugar, ponte tú esto que te pinto y dame a mí aquello que te canto, rojo el labio, azul el cuadro, que me pongo tus medias, que te follo con bragas, qué gracia y qué felicidad nos inunda, qué ricura y alegría, hay que ver que traviesos y hermosos que somos cuando a ello nos ponemos, la mar de transgresores y picarones, cállate, cariño, bésame, tonto, quiéreme, amada, que nos vamos a una fiesta y ..., en eso que hay un tímido desliz y un beso furtivo con uno que pasaba por allí y no pintaba nada, tres segundos después... hago chas y aparezco a tu lado o tragedia espantosa que te crió en ciernes, de repente, cuando menos te lo esperas, sin previo aviso, proceso mínimamente creíble, desarrollo o gradación de la situación, explicación conveniente/convincente o cosa parecida, nada, se abrió la caja de pandora, nos damos de morros o bruces con hemorragias espantosas, médicos, llantinas, crujir de dientes, electroshocks, epifanías, quebrantos, miedos, terrores y, tachán tachán, el descubrimiento inaudito, no ya de cierta querencia al travestismo o deriva, que estaba latente, homosexual, qué va, nada más y nada menos que de su verdadera esencia, identidad y destino, el deseo de ser mujer, ahí queda eso. Pues bueno, lo que había sido morosidad insustancial para contarnos trivialidades sin fin, se torna ahora en velocidad de vértigo para mostrarnos la, se supone, cuestión principal de la película, todo el meollo y su clave más interesante.
Algo tan profundo y definitivo no debería ser tratado de esa manera boba, tan frívola y poco consistente, como si se tratara de un maquillaje a última hora o de una media mal puesta.
Hay muchos momentos delirantes o ridículos. Ahí va, por citar solo uno, la conversación (basada en hechos reales, los de la película) que se traen entre manos la pareja con el último médico en un momento crucial:
Lili: Me quiero operar. Lo he decidido. Dios me hizo mujer y ya no puedo luchar contra ese destino que me nubla la razón.
Doctor: Cuidado, querida. Esa operación es una carnicería abominable, indescriptible; todo son riesgos, infecciones y peligros sin cuento, la muerte acechando en cada esquina, con hambre atrasada y crueldad inusitada. Me lo pensaría muy mucho.
Esposa: Ah, vale, entonces entiendo que es muy arriesgado. No sé yo qué decir. Quizás...
Doctor: Qué va, mujer asustadiza y de poco fundamento, que soy yo, que todo lo valgo y puedo, confiemos, estamos en las mejores manos. Conmigo, Lili se puede lanzar al abismo, está salvada de antemano, tranquila.
Claro, problema resuelto. ¿Ha sido todo una gran broma, el doctor en cuestión es un gran cachondo, es una conjura vaticana o un homenaje al famoso Mengele cuando estaba de prácticas, como infiltrado felón, muy al comienzo de todo?
Más cosas: el amigo de la infancia de Lili que se convierte en protector de la pareja. Personaje completamente ridículo y prescindible salvo como obsceno recurso, por si todavía algún pobre desnortado no lo había pillado, para dejar claro la inquebrantable e inmortal fidelidad y pureza espiritual, y carnal (dios la tenga en su gloria) de la santa esposa y enamorada sin fin. Lo vemos deambular tristemente como una especie de maniquí, armario ropero o percha para chaquetones de invierno al por mayor. Y forma junto a la pareja de marras un trío del miedo, qué susto.
Y ya me despido con los mejores deseos y con una recomendación que demuestra que sí se puede hablar de cualquier cosa, de este mismo asunto por ejemplo, con gusto, inteligencia y sensibilidad (de la de verdad), aunque quizás no te vea nadie, sea el precio justo a pagar por ello. Digo "Tomboy", preciosa película francesa sobre una niña que quería ser niño y cómo se las apañaba, y penaba, la encantadora muchachita.
Algo tan profundo y definitivo no debería ser tratado de esa manera boba, tan frívola y poco consistente, como si se tratara de un maquillaje a última hora o de una media mal puesta.
Hay muchos momentos delirantes o ridículos. Ahí va, por citar solo uno, la conversación (basada en hechos reales, los de la película) que se traen entre manos la pareja con el último médico en un momento crucial:
Lili: Me quiero operar. Lo he decidido. Dios me hizo mujer y ya no puedo luchar contra ese destino que me nubla la razón.
Doctor: Cuidado, querida. Esa operación es una carnicería abominable, indescriptible; todo son riesgos, infecciones y peligros sin cuento, la muerte acechando en cada esquina, con hambre atrasada y crueldad inusitada. Me lo pensaría muy mucho.
Esposa: Ah, vale, entonces entiendo que es muy arriesgado. No sé yo qué decir. Quizás...
Doctor: Qué va, mujer asustadiza y de poco fundamento, que soy yo, que todo lo valgo y puedo, confiemos, estamos en las mejores manos. Conmigo, Lili se puede lanzar al abismo, está salvada de antemano, tranquila.
Claro, problema resuelto. ¿Ha sido todo una gran broma, el doctor en cuestión es un gran cachondo, es una conjura vaticana o un homenaje al famoso Mengele cuando estaba de prácticas, como infiltrado felón, muy al comienzo de todo?
Más cosas: el amigo de la infancia de Lili que se convierte en protector de la pareja. Personaje completamente ridículo y prescindible salvo como obsceno recurso, por si todavía algún pobre desnortado no lo había pillado, para dejar claro la inquebrantable e inmortal fidelidad y pureza espiritual, y carnal (dios la tenga en su gloria) de la santa esposa y enamorada sin fin. Lo vemos deambular tristemente como una especie de maniquí, armario ropero o percha para chaquetones de invierno al por mayor. Y forma junto a la pareja de marras un trío del miedo, qué susto.
Y ya me despido con los mejores deseos y con una recomendación que demuestra que sí se puede hablar de cualquier cosa, de este mismo asunto por ejemplo, con gusto, inteligencia y sensibilidad (de la de verdad), aunque quizás no te vea nadie, sea el precio justo a pagar por ello. Digo "Tomboy", preciosa película francesa sobre una niña que quería ser niño y cómo se las apañaba, y penaba, la encantadora muchachita.