Tras finalizar esta primera temporada de TD solo me quedan alabanzas a esa obra magistral, y es que debo ser un crítico nefasto cuando por más que lo intento no consigo encontrarle defectos o errores a ésta serie.

Quiero compartir con vosotros lo que está serie ofrece al espectador y lo que a mí me ha parecido, en primer lugar la línea narrativa, se puede dividir en la estructura clásica compuesta por 3 perfectas partes, 1995, 2012 y el último capítulo como desenlace, comienza en 2012 narrando los propios protagonistas lo acontecido en el pasado, 1995, acabado la temporada en el “presente” 2012. En segundo lugar el ritmo de la serie, sinceramente me parece el más adecuado no es lento ni rápido, te deja disfrutar de la atmósfera que crea a través de planos, fotografías y sonidos que juntos forman una armonía exquisita. Y me gustaría hacer especial hincapié en éste último, el sonido, porque a veces estamos más atentos a los ojos que a los oídos y creo que merece la pena pararse y escuchar esa musiquilla de fondo que te pone los pelos de punta. Pero lo más reseñable de esta serie tan completa es sin duda sus personajes, centrándonos en los dos protagonistas, me parece magistral el fondo, la fuerza y lo coherentes que son ambos detectives que en cada capítulo nos regalan unos diálogos y conversaciones que no dejan a nadie indiferente. La evolución que sufren ambos personajes desde el inicio hasta el final es simplemente genial.

Por último y para terminar la temática o género en el que enmarcar esta obra es para mí y sin lugar a dudas detectivesca, negra y con un fuerte toque existencial, llena de simbología y misticismo. Podría seguir escribiendo bondades de esta magnífica serie, pero ahora solo me queda sentarme en el sofá a esperar que la siguiente temporada este a la altura de lo que nos ha dejado ésta.