Gremlins es ochentera. Muy ochentera, de hecho.
Hay momentos que, vistos hoy en día, causan bastante risa por lo mal que han envejecido, como el fiestorro de los monstruitos en el bar, con bailarín gremlin de breakdance incluido. Y lo que es la película en sí tampoco es una obra maestra, la verdad. De hecho, se toma su tiempo para dar comienzo a la acción, algo imperdonable teniendo en cuenta que dira apenas 100 minutos.
Sin embargo, las buenas noticias es que la película es enormemente entretenida y divertida, y dotada de una irreverencia y desvergüenza en el diseño de los gremlins que es muy de agradecer porque provoca muchas risas y da momentos antológicos, como la lucha de la madre en la cocina con tres de las criaturas y los métodos sumamente hilarantes que usa para quitárselas de encima, y por supuesto el clímax final, no menos jocoso. Se trata, simple y llanamente, de una cinta entrañable llena de ese espíritu ochentero de inocencia y ciencia-ficción que hoy en día tantas producciones intentan imitar (algunas con gran éxito, como Super 8 y Stranger Things).

Lo mejor: Es entrañable, divertida, entretenida y bastante irreverente, lo cual se agradece mucho.
Lo peor: Hay cosas bastante pasadas de moda y tampoco es una obra maestra