Con la controversia de por medio por la elección de la protagonista sumada al peso de la obra original, esta adaptación "Live Action" del aclamado anime homónimo (aunque en los créditos se dice que se basa en el manga, lo cual hace aún peor) termina por ser un intento fallido más de Hollywood de recrear el universo filosófico-teológico que nos atrajo a muchos a mediados de los 90.

Este film se queda a medio camino de todo y si se supone que, por obvias razones iban a "suavizar" el contenido profundo, todo estaría volcado a lo trepidante de su acción y el lucimiento en el aspecto visual y en consecuencia nos presentaría un film super entretenido.

Pero irónicamente, sucede todo lo contrario y cuesta mucho (en sus primeros 45 minutos especialmente) adentrarse en lo que se nos quiere contar, por lo pesado y hasta aburrido que se vuelve después de su falsa (y calcada) introducción. Y es que ya con ese antecedente se confirma el mayor de mis temores: Rupert Sanders era el menos indicado para dirigirla y haciendo más de los mismo, dejando que el excesivo uso de efectos visuales le de lo que no tiene: Alma.

Sin hacer ya demasiado "spoiler", termino acotando que Scarlett Johansson si hace lo que puede con un complejo personaje, se destaca por supuesto por delante de todos los demás y no es el real problema de la cinta. El resto solo se pasea: Pilou Asbæk, Juliette Binoche, Michael Pitt, Chin Han y Takeshi Kitano, a este último por más esfuerzo que hice para ver su personaje, solo termine viendo a Takeshi Kitano. Una pena y un desperdicio teniendo semejante reparto.

Casi me olvido de una envolvente banda sonora que rememora, eso si de forma muy correcta (casi es un tributo a la música del anime) y compuesta por el indispensable Clint Mansell.