Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Natxo Borràs:
9
Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que lanzó a la fama a Rita Hayworth, acompañada eso sí, por una descomunal bofetada propiciada por Glenn Ford, y que hoy en día esa secuencia pasa desapercibida así como su desnudo de guante negro mientras canta el “Put the Blame on Mame” o el “Amado Mío” (aunque no lo llegó cantar pero sí danzar con un movimiento que no tiene desperdicio pero sin la sensualidad recatada en el mítico tema del guante).

“Gilda” la recreó como icono un año antes que Orson Welles la retuviera para realizar “La Dama de Shangai” (The Lady From Shangai, 1947), junto con ésta, su mejor película. Porque esta actriz, de padre sevillano y madre de ascendencia irlandesa, representaba todo un icono. El blanco y negro no retuvo su fama de pelirroja y, por otra parte, ayudó a convertirle en una descarada, venenosa como atractiva “femme fatale” en potencia. Capaz de quitarle el hipo a policías de esmoquin, gángsters de toda condición y camareros de salas de fiesta que ya de por sí son la tapadera perfecta para que se desarrolle el juego ilegal con mesas atestadas de jugadores, controladas por croupiers sigilosos de no ser llamados por la atención de los vigilantes matones de rigor.

Éste es el marco donde la película de Charles Vidor (Canción Inolvidable) se ambienta; en el Buenos Aires dónde deberían imperar la Ley y las buenas maneras allí está el americano Johnny Farrell (Glenn Ford), un trotamundos jugador en busca de fortuna con trampas es rescatado, después de una reyerta con marineros, por el enigmático Ballin Mundson (George Macready) y su bastón que esconde el filo lustrado de un cuchillo. Poco tiempo después un inesperado reencuentro con Ballin, después de ser pillado en una de sus trampas, revitalizará su amistad con el que resulta ser tan extraño individuo propietario del casino. Farrell se convierte en su socio número uno después de ganarse su confianza antes que mantenerse al margen. De aquí en que no se aprecie un distanciamiento hostil, dato que revela en su argumento la presunta atracción homosexual (como así se llegó a entender) que sienten ambos personajes masculinos. Pero allí está Gilda (Rita Hayworth) como punto de discordia; el objeto instrumentalizado por Ballin que se casa inesperadamente con ella ante la sorpresa de Farrell. Éste, deduciríamos que quedaría sorprendido por el atractivo de tan bella dama, sinó que ya de antemano se intuye un resentimiento cercano al odio y la perplejidad, probablemente por un antiguo “affaire” sentimental en el pasado.

No es fácil deducir algunos momentos de la trama. Pero por allí juega un papel clave el secundario personaje que interpreta el gran George Macready (conocido por su papel del general Mireau en “Senderos de Gloria” (Paths of Glory, 1957) de Stanley Kubrick. Duelo de pasiones con pinceladas de cine negro en un clásico que hace honor a su principal estrella femenina.
Natxo Borràs
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow