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Voto de Una Crítica Diferente:
7
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31.268
Drama
Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia y adolescencia, que crece en una zona conflictiva de Miami. A medida que pasan los años, el joven se descubre a sí mismo intentando sobrevivir en diferentes situaciones. Durante todo ese tiempo, Chiron tendrá que hacer frente a la drogadicción de su madre y al violento ambiente de su colegio y su barrio. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2017
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que entregamos nos es devuelto, de una manera o de otra.
En un camino circular, principio y final carecen de sentido.
El pequeño Chiron, con tan sólo nueve años, ve en Juan el adulto que un día será. Juan, que está al frente de una banda que distribuye drogas en un barrio marginal de Miami, rescata a Chiron de un episodio de acoso escolar. No es la primera vez que sufre ‘bullying’; no será la última. Los motivos se irán revelando. En esta ocasión, Chiron se había escondido en una casa abandonada, antiguo refugio de drogadictos. Juan se abre paso hasta él, arrancado el panel de madera de una ventana tapiada, y le insta a salir. A partir de ese momento, el exterior se muestra diferente a los ojos del niño. Ahora, allí afuera, además de incomprensión, además de una solitaria madre enganchada al ‘crack’ e incapaz de amar, está Juan.
En un camino circular, principio y final carecen de sentido.
El pequeño Chiron, con tan sólo nueve años, ve en Juan el adulto que un día será. Juan, que está al frente de una banda que distribuye drogas en un barrio marginal de Miami, rescata a Chiron de un episodio de acoso escolar. No es la primera vez que sufre ‘bullying’; no será la última. Los motivos se irán revelando. En esta ocasión, Chiron se había escondido en una casa abandonada, antiguo refugio de drogadictos. Juan se abre paso hasta él, arrancado el panel de madera de una ventana tapiada, y le insta a salir. A partir de ese momento, el exterior se muestra diferente a los ojos del niño. Ahora, allí afuera, además de incomprensión, además de una solitaria madre enganchada al ‘crack’ e incapaz de amar, está Juan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Juan comprende la conexión circular establecida con aquel niño. Chiron no deja de ser él, de alguna manera. Juan también sufrió el desafecto de su madre. Ahora, el pequeño Chiron se presenta como una posibilidad de cambiar el pasado. Una posibilidad que se verá pronto cercenada. Juan tomará conciencia del camino circular del cual forma parte junto a aquel niño. Chiron será, un día, él. Esta toma de conciencia se produce en dos de las escenas más descarnadas de la película.
En la primera, Paula, la madre, le descerraja a bocajarro a Juan: “¿Tú vas a criar a mi hijo? No, tú vas a seguir vendiéndome droga”.
En la segunda, Juan afronta las dos cuestiones que le lanza el pequeño Chiron. La verdad es la única salida. La verdad es árida, compacta, simple. Él responde “sí” las dos veces. Luego se derrumba.
Son dos escenas donde Mahershala Ali actúa con extrema sensibilidad y contención. Excepcional. El trabajo del director y guionista Barry Jenkins con cada uno de los actores es sobresaliente. Los personajes de Moonlight calan bien dentro del espectador. Lo dicho, excepcional. Por cierto, afroamericanos, cubanos…, aquí el color de la piel los protagonistas es negra.
Sigamos. La película se articula en tres actos, que corresponden a diferentes periodos de la vida de Chiron: niñez, adolescencia y madurez. El paso del tiempo no se marca de manera especial, en concordancia con el planteamiento circular de la historia. El tema de la homosexualidad se presenta en el primer acto pero es en el segundo donde pivota de manera fundamental hacia su consagración final, en un tercer acto que resuelve y, quizá, proyecte su desvío al círculo trazado.
La homosexualidad de Chiron es, desde mi punto de vista, aquello que lo diferencia de Juan. Sin embargo, no es algo que los separe. Al contrario.
“Aquí, estás en tu propio mundo”, le dice Juan al pequeño Chiron mientras le enseña a nadar en la aguas del océano. Escena bautismal, relacionada luego a nivel sexual en el segundo acto. Tras la lección, Juan le cuenta una incidente de su niñez. Un relato que le da sentido al título de la película: bajo la luz de la luna todo parece azul. Por cierto, cuidada composición a la hora de elegir los tonos y colores en la pantalla. La paleta de James Laxton, director de fotografía, aporta mucho contenido dramático. Un acierto.
Chiron se reconoce en Juan –de hecho, ya de mayor, se gana la vida como ‘dealer’– pero su corazón…, éste se reconoce en Kevin, su compañero de colegio. Él encarna el amor puro, redentor, eterno e incondicional, pues debe sobrevivir en un entorno que lo niega. Quizá, aquí, Barry Jenkins peca de cierto idealismo. También resulta excesivamente moralizante la última aparición de la madre; una escena en la que, eso sí, se luce Naomie Harris. Además, se percibe cierta falta de sincronía general entre la tensión y el ritmo narrativo, que lastra algunas secuencias. En todo caso, ninguna de estas consideraciones hacen mella en la sinceridad de la película. Es más, ayudan a poner el foco en el amor, ese sentimiento pausado pero firme, herramienta con la cual Chiron afrontará la posibilidad de un nuevo destino.
Todo lo que entregamos –sea violencia, sea amor– nos es devuelto, de una manera o de otra.
En un camino circular, principio y final carecen de sentido; hasta que finalmente aceptamos nuestra finitud y abordamos entonces ese desvío, esa senda no marcada que un día habrá de finalizar. Somos, entonces, libres. Y plenos, como busca serlo al final Chiron.
Más críticas diferentes en:
https://unacriticadiferente.wordpress.com/
En la primera, Paula, la madre, le descerraja a bocajarro a Juan: “¿Tú vas a criar a mi hijo? No, tú vas a seguir vendiéndome droga”.
En la segunda, Juan afronta las dos cuestiones que le lanza el pequeño Chiron. La verdad es la única salida. La verdad es árida, compacta, simple. Él responde “sí” las dos veces. Luego se derrumba.
Son dos escenas donde Mahershala Ali actúa con extrema sensibilidad y contención. Excepcional. El trabajo del director y guionista Barry Jenkins con cada uno de los actores es sobresaliente. Los personajes de Moonlight calan bien dentro del espectador. Lo dicho, excepcional. Por cierto, afroamericanos, cubanos…, aquí el color de la piel los protagonistas es negra.
Sigamos. La película se articula en tres actos, que corresponden a diferentes periodos de la vida de Chiron: niñez, adolescencia y madurez. El paso del tiempo no se marca de manera especial, en concordancia con el planteamiento circular de la historia. El tema de la homosexualidad se presenta en el primer acto pero es en el segundo donde pivota de manera fundamental hacia su consagración final, en un tercer acto que resuelve y, quizá, proyecte su desvío al círculo trazado.
La homosexualidad de Chiron es, desde mi punto de vista, aquello que lo diferencia de Juan. Sin embargo, no es algo que los separe. Al contrario.
“Aquí, estás en tu propio mundo”, le dice Juan al pequeño Chiron mientras le enseña a nadar en la aguas del océano. Escena bautismal, relacionada luego a nivel sexual en el segundo acto. Tras la lección, Juan le cuenta una incidente de su niñez. Un relato que le da sentido al título de la película: bajo la luz de la luna todo parece azul. Por cierto, cuidada composición a la hora de elegir los tonos y colores en la pantalla. La paleta de James Laxton, director de fotografía, aporta mucho contenido dramático. Un acierto.
Chiron se reconoce en Juan –de hecho, ya de mayor, se gana la vida como ‘dealer’– pero su corazón…, éste se reconoce en Kevin, su compañero de colegio. Él encarna el amor puro, redentor, eterno e incondicional, pues debe sobrevivir en un entorno que lo niega. Quizá, aquí, Barry Jenkins peca de cierto idealismo. También resulta excesivamente moralizante la última aparición de la madre; una escena en la que, eso sí, se luce Naomie Harris. Además, se percibe cierta falta de sincronía general entre la tensión y el ritmo narrativo, que lastra algunas secuencias. En todo caso, ninguna de estas consideraciones hacen mella en la sinceridad de la película. Es más, ayudan a poner el foco en el amor, ese sentimiento pausado pero firme, herramienta con la cual Chiron afrontará la posibilidad de un nuevo destino.
Todo lo que entregamos –sea violencia, sea amor– nos es devuelto, de una manera o de otra.
En un camino circular, principio y final carecen de sentido; hasta que finalmente aceptamos nuestra finitud y abordamos entonces ese desvío, esa senda no marcada que un día habrá de finalizar. Somos, entonces, libres. Y plenos, como busca serlo al final Chiron.
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