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España España · Gijón/Borja
Voto de Replicántropo:
8
Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2014
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué un triste 8 para un hito de la Historia del Cine, nuestro vicio, como éste?.
Leyendo ensayos y reportajes sobre cineastas y películas de la edad de oro (años 40-50) hemos visto a menudo que películas inicialmente previstas como adocenadas obras casi de la serie B de los estudios devienen en obras míticas e inmarcesibles. Tal vez el ejemplo más conocido de esto sea "Casablanca": un rodaje caótico de un guión deshilachado que, casi por casualidad, se convierte en la película que TODO el mundo ha visto, una o varias veces, entera o a cachos... Todas las piezas funcionan como las de un mecanismo de precisión, cada secundario, cada frase...
Claro, a veces ocurre al revés. "Gilda" sería un ejemplo de este funcionamiento contrario. A lo mejor cuando se filmó la película al responsable del casting le pareció buena idea emparejar a Rita y a Glenn: vista hoy, aparece como inverosímil que Gilda perdiera el alma por Johnny (Ingrid o Lauren sí podrían hacerlo por Humphrey o por Cary; y nos lo creemos a pie juntillas sin esfuerzo alguno): ni de coña, contesto yo.
Y claro, la película ya no se recupera de este error, porque ahí radica la clave de bóveda de la historia.
El resto del elenco es lamentable: los matones del Casino parecen una pareja de payasos augustos; los alemanes, el ¿armenio? sobornado del número 2, no pueden ser más planos; para no hablar del policía Obregón y el Tío Pío, que no pueden ser más plastas, una especie de hermanos Malasombra que dan mala gana de verlos... Sólo salvaría al marido de Gilda, por su rostro tan sugerente, esa scarface y ese bastón-estilete, tan literario...
La historia del tungsteno sólo embarulla la trama, y da igual: cada referencia supone un fastidio para el espectador, que sólo quiere que cante Gilda; o que se hostien vivos, o se besen, o que hagan lo que tengan que hacer, a ver si hay final lírico o épico.

En fin, ¿puede una película rozar la condición de obra maestra con tales lastres...? Vamos, que con tantos problemas, podríamos proponer de nuevo la pregunta inicial: ¿por qué un 8, si tantos defectos le advierto? Amigos míos, la cuestión debería ser si merecen menos las icónicas imágenes de Rita; y no sólo cantando y bailando sus tres míticos números: sólo apareciendo ya es bastante, ese estado de gracia que por desdicha nunca pudo volver a repetir en una filmografía que no estuvo a la altura de su belleza y su talento (en este caso, valga la redundancia)...
Replicántropo
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