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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · São Tomé
Voto de Alexei:
8
Drama Maloin es un vigilante de una estación de tren que, de forma casual, es testigo de un asesinato, y acaba haciéndose cargo de una maleta llena de dinero que trastocará para siempre su vida, acarreándole muchos problemas. Inspirada en la novela de Georges Simenon "El hombre de Londres". (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2008
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza el gran día, último día sábado 10 de noviembre de 2007, día que justifica todo el festival, incluso.

A las 12 del mediodía me dirijo hacia el Casino de la Exposición, donde tiene lugar la rueda de prensa de Béla Tarr. Tonto de mí, llego tarde por primera vez a una cita imprescindible del festival.
Entro en la sala, pasados unos diez minutos desde el comienzo, y ahí está, sentado al lado de Manuel Grosso, Tarr, en carne y hueso, exactamente igual a como lo he visto en fotos: chaqueta negra de cuero y gafas de sol redondas.
Siempre corta e insatisfactoria, por supuesto, la rueda de prensa acaba y yo me quedo con que “A Londoni Férfi” ha sido para Béla Tarr la película más difícil de llevar a cabo, una producción que se extendió durante más de dos años, lastrada por una larga pausa debido al suicidio, en febrero de 2005, del productor francés Humbert Balsan, a quien está dedicada la película.

A las 16:00 puedo ver “El Jardín de la Fantasía”.
Después “Alondras en el Alambre” a las 18:00.

21:00.
Empieza.

El tiempo queda suspendido.

Contemplamos la cabina de guardagujas ferroviario donde deambula Maloin, protagonista de esta historia.
La cámara sube, se mueve, baja, entra por sitios imposibles… comienza una pausada sinfonía de movimientos que componen un único plano y a la vez una única escena.
“Los primeros 20 minutos de «El Hombre de Londres» es lo mejor que se ha filmado en Europa este año”, había dicho Grosso. Y no le falta razón.

Cuando me enteré de que el último film de Béla Tarr estaba basado en “L’Homme de Londres”, novela del escritor belga Georges Simenon, me compré el libro y me lo leí. Sin ser una obra maestra, sin ser siquiera un gran libro, está escrito con un lenguaje claro y sencillo, con una trama interesante pero que tampoco da lugar a una excesiva intriga o a una excesiva tensión, donde lo único a destacar es el final, en el que el escepticismo y el cinismo de Maloin lo coronan como padre de Meursault; y es que, escrito nueve años antes, el final del libro bien pudo ser un perfecto incentivo para que Camus creara al famoso extranjero.
El libro se presenta también, al parecer, como un punto de inflexión en la obra de Simenon, punto en el que dejó de escribir “noveluchas policíacas y populares” y se pasó a cosechar una reputación de “escritor serio y trascendental”, habiendo firmado un contrato con la prestigiosa editorial francesa Gallimard.
En cualquier caso, la historia le sirve de pretexto al director para regresar a ese cine negro minimalista que ya explorara en “Kárhozat”, del año 88.

En esta producción el cuarteto mágico se quiebra con la salida del iluminador Gábor Medvigy y la entrada del nuevo Fred Kelemen, alemán de madre húngara, del cuál no tenía referencia alguna; pero insiste en la dirección con Tarr, en el guión con Tarr y el escritor László Krasznahorkai, y en la música con Mihály Vig.
(Sigue en spoiler por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alexei
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