Más que sueños, yo los denominaría cortos, y es que los diferentes retazos que Kurosawa muestra, no tienen cabida y sentido de forma unida, pero sí de forma individual. Son sólo ideas de algo mayor, o de algo que se quedó a medias, sin desarrollar, pero bastante interesantes de forma general.

La primera (6) muestra una fabula japonesa, llena de fantasía y con su moraleja. La segunda (5), otra fabula entre la interacción entre los humanos y la naturaleza. La tercera (3), vemos una historia de unos montañeros a punto de morir. La cuarta (3) es la típica historia de un general que debería haber muerto junto a sus hombres. La quinta (7) muestra el mundo de Van Gogh, un mundo a través de sus cuadros, destacando los exteriores y los efectos. La sexta (8) es la mejor sin duda alguna, la más corta pero la más intensa, muestra figurativamente la explosión de una central nuclear donde en 5 minutos se palpa el miedo y la crudeza del pueblo, para acabar con unos diálogos moralmente tremendos y directos. Con poco hace un gran corto. La séptima (6) apreciamos a través de un “monstruo” una reflexión sobre la humanidad en un futuro apocalíptico. La octava (7) y última es un llamamiento a la sabiduría tradicional, el bienestar social con lo mínimo, sin entrar en la sociedad de consumo.

En fín, una obra, que se disfruta, que aumenta de calidad conforme se ve y donde y cada una de las obras tienen su relevancia.