Kenneth Branagh mira la vida a través de Buddy, un niño de 9 años en la tumultuosa Belfast de los años 60, donde rememora su infancia en un barrio obrero protestante siendo católicos y los días cruciales en el conflicto de Irlanda del Norte.

Grabada en blanco y negro es muy similar a Roma de Cuarón, en planteamiento de contar la infancia del director, poniendo delante de la cámara sus recuerdos y vivencias, llenos de mucha nostalgia e idealización, donde da normalidad a la situación donde vivían.

Es bonita, agradable, con buena fotografía, pero nada más.
Otra de la temporada de premios muy justita y donde no existe nada original.

Lo mejor: El reparto, todos tienen una buena escena.
Lo peor: Por momentos algo pastelosa.