Con Will Smith me pasa un poco como con Roland Emmerich o Michael Bay, espero con cierta impaciencia sus nuevas películas porque es muy raro que me terminen decepcionando. Bien es cierto que no espero gran cosa a nivel moral, intelectual, interpretativo o lírico, pero como lo que me interesa es pasar un rato agradable…

Dicho ésto, la película se puede analizar en clave de cine psicológico o de cine de aventuras. En el primer caso la película no es nada del otro mundo, no hay nada nuevo respecto a otras películas del género y, aunque Will Smith es mucho mejor actor que los Vim Disel o Transporter de turno, tampoco es que merezca la pena pagar una entrada para ver cómo le afecta el destino de la humanidad, lo mal que lo pasa con sus tragedias personales o si consigue transmitir sentimientos de angustia y soledad.

Como cine de aventuras es algo mejor, pero tampoco demasiado. La ambientación es muy buena y resulta impactante ver lugares emblemáticos de Nueva York completamente desiertos, pero al cabo de un rato ya cansa y la componente psicológica (y un poco aburrida) de la película se impone. La parte de espectáculo puro y duro está dosificada con cuentagotas y se reduce a una secuencia al principio, otra en medio y otra al final. Además, los efectos digitales utilizados no son del nivel de hoy en día… los animalicos digitales cantan un poco y los malos son muy parecidos a los robots de “Yo, Robot”.

En conjunto es una película interesante. Desde luego, dentro del cine apocalíptico, es (mucho, pero mucho) mejor que “El mensajero del futuro” y (desde mi punto de vista) es algo mejor que las de la serie de “28”, pero carece del encanto de los clásicos equivalentes de Charlton Heston. Entretiene, pero queda la sensación de que en otras manos (las de Emmerich, sin ir más lejos) la cosa hubiese dado para más.