Frank Sinatra es un fenómeno inabarcable e inagotable. El mejor cantante pop de la historia, su figura sí ha sido transversal, y no Artur Mas: el milagro de su voz y su forma de interpretar la canción va pasando de generación en generación, trasciende las clases sociales y los países. Mi madre me inoculó el virus, y yo a mi hija, y quién sabe... Nadie ha fraseado la canción como él, nadie la ha dotado de texturas y matices como él. Su dicción es impecable. Hasta el estudiante de inglés más lerdo puede seguir la letra gracias a su inglés preciso y diáfano. Como actor, las más de las veces se interpretaba a sí mismo, pero ahí queda De aquí a la eternidad y El detective, obras de visionado siempre atrayente. Este documental, filmado para conmemorar el centenario de su nacimiento, ha sido impulsado y encargado por sus familiares supervivientes, pero aun así logra evitar los tintes hagiográficos y no duda en abordar, aunque a veces sea de puntillas, su lado oscuro: sus constantes conquistas, los coqueteos con la mafia, la apetencia de poder político, su salto de las filas demócratas al bando republicano, su talante soberbio y altivo, la propensión a perder los pedales si algo no salía ´como él deseaba... Si bien, por supuesto, el documental va dirigido a aquellos que amamos la música de Sinatra, como prólogo a una inmersión más detallada en su compleja personalidad es válido para quienes sientan un mínimo de curiosidad. No desvelará los enigmas, pero sí arrojará luz sobre ciertas características de nuestro personaje. Muy interesante y apasionante retrato de una personalidad única.