Lo peor de la peli es que al buen director le pone a cien la desdicha de la Piaf, porque es en su lado más miserable, neurótico estrafalario adictivo donde se regodea exageradamente.

Pero, eso sí, tiene dos secuencias de amor amor amor que bien valen toda la película: la del boxeador en el hotel y la del recuerdo de una gran relación cuando ya no la puede disfrutar.

Sin embargo, nada se dice de sus largas temporadas de serenidad, de gran amistad con gente como Ives Montand o Charles Aznavour. Viéndola tan destrozada casi siempre en esta película es difícil de creer que tuvo sus momentos de larga temporada llena de brío y sexualidad y generosidad a manos llenas con otros compañeros e incluso poetas y artistas de diferente índole. Claro que no vamos a exigir que se diga todo en un biopic, sólo menciono que no estoy de acuerdo con "la selección" de episodios de los que quedan demasiados retales de una auténtica loca genial casi sin matices de grandeza, aparte de su talento al parecer natural.

En general este tipo de películas tienden a sobrevalorar a sus protagonistas, convirtiéndolos en poco menos que santones. Esta vez se pasó del otro lado, encaramado en la desgracia como si fuera la única vía para el aliento poético.

La actriz es colosal.