Hay que reconocer que Carpenter y su entonces socia Debra Hill, sabían muy bien como unir elementos tan dispares como fantasmas, piratas, venganza, y lograr algo entretenido.
La historia de que el día del centenario de un pueblo costero, se desatara una venganza, urdida por unos piratas leprosos que fueron traicionados por los aldeanos para quedarse con sus pertenencias y fundar el pueblo, es ya de por si desopilante, si a eso le sumamos que los piratas fantasmas vengadores, usan garfios y espadas como si fueran del 1600, en vez de 1880, la cosa se vuelve irrisoria, pero ahí está el mérito de Carpenter y su socia, en lograr que todo eso confluya en una historia sumamente entretenida, llena de momentos de tensión en los que uno se olvida lo tremendamente absurdo que está viendo.
Interpretaciones decentes, y algunas destacables como Adrienne Barbeau, y Janet Leigh, sorprende lo deslucida y casi desapercibida que pasa Jamie Lee Curtis, luego de ser catapultada al estrellato por Carpenter, estar aquí, donde tiene un personaje de lo más prescindible.