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Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Voto de Salvapantallas:
6
Drama En 1948, el senador y escritor Pablo Neruda acusa al gobierno chileno de traicionar a los comunistas en el congreso. El presidente González Videla lo desafuera y ordena su captura. El poeta emprende la huida del país junto a su mujer. Mientras es perseguido por el prefecto de la policía, Neruda comienza a escribir "Canto general" y se convierte en símbolo de la libertad y leyenda literaria. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acabó la Guerra Mundial. La derecha y la izquierda desplazaron al fascismo del control mundial. Chile ha elegido como presidente al populista Gónzalez Videla con ayuda del partido comunista. O de los caviares: aquellos rojos pseudo comunistas que con grandes panza y fortunas “apoyan” la causa de los más pobres. “Si sale un gobierno Bolchevique, son los primeros en irse corriendo”.

Entre esos caviares resalta la figura de Pablo Neruda, poeta comunista cuyos versos son la inspiración del pueblo (o al menos lo intenta). Neruda apoyó al presidente en campaña, pero ahora lo considera un traidor y lo enfrenta por girar hacia los intereses del imperio yankee. Desesperado, el presidente decide perseguir a la izquierda.

Neruda de Pablo Larraín es la huida del poeta al interior de Chile y su encuentro con el sentir de los pobres. El retrato de la izquierda tan incoherente (la de antes que es similar a la de ahora) es exquisito. Ahí está Neruda bailando con mujeres desnudas, comiendo y bebiendo en exceso, pero versando para que las masas alcen su protesta. “Comeremos en la cama y follaremos en la cocina, camarada”.

Pero todo prófugo tiene un perseguidor. Este es el caso de Óscar Peluchonneau, un policía algo tonto y pretencioso al que el gobierno encarga la misión de atrapar a Neruda, dejarlo en ridículo y desaparecerlo del mapa político.

Para Larraín, la trama es solo un pretexto para desarrollar el guión de Guillermo Calderón que está escrito al estilo de una obra de Neruda. Los personajes, incluido Neruda, son puramente nerudianos, y la historia misma podría ser una nerudianada. Tiene una parte surrealista (como el Neruda preguerra) y otra grandilocuente (postguerra). Brillante y representativo enfoque que, con una mirada quieta, se disfruta íntegro.

El personaje más importante es Peluchonneau, uno surrealista y pintoresco en extremo. Se involucra en la mente y el entorno de Neruda y está siempre cerca de atraparlo. Lo más importante es que se cuestionará si es él quien rige su destino o si es el poeta que lo controla. La brillante propuesta original es que no sea solo un hombre buscando a otro, también uno definiéndose a sí mismo.

El mayor logro de Larraín y Calderón es retratar una biografía de un personaje tan talentoso y trascendente también desde su lado negativo, tan egoísta, mujeriego, débil y esnob, entre otros adjetivos. No es solo el romántico poeta, es el controversial que falla. Esta versión, cargada de comedia negra, refresca al tradicional género del biopic.

Lo que no funciona tanto es la voz en off constante de Peluchonneau que todo lo duda en clave poética. Palabrería en exceso que distrae y confunde. Más aún si es Larraín, cuyas películas siempre arman un enredo argumental (que se desenvuelve al final). Sus excesos entretienen porque no dan respiro, pero se hace tan complejo que pierde fuerza y sorpresa en la reflexión final tan simple (y cierta): que el artista es menos importante que a quienes inspira.

Mérito especial ver en tan buena forma a Gael García Bernal y a un hipnótico Luis Gnecco.
Salvapantallas
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