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En bandeja de plata

Comedia Harry Hinkle, un cámara de televisión, está transmitiendo un partido a pie de campo, cuando sufre una conmoción cerebral a raíz de un choque fortuito con un jugador de fútbol americano. A pesar de que se trata de una lesión sin importancia, su cuñado Willie Gingrich, un abogado sin escrúpulos, le propone fingir una grave lesión con el fin de cobrar una sustanciosa indemnización. Al principio, Harry se muestra reacio, pero acaba ... [+]
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
20 de febrero de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien Wilder es recordado por su magnifico legado fílmico, y admirado como uno de los mejores deirectores de la historia, también es recordado con cariño por muchos, por ser el culpable de unir a dos antagónicos actores, que sin embargo se desenvolvían a las mil maravillas en la comedia, conformando una de las más sólidas y duraderas parejas, no solo dentro, sino también fuera de la pantalla, ya que les unía una gran amistad. Estamos hablando de la pareja protagonista del film: Walter Matthau y Jack Lemmon, dos actores que hasta aquel entonces deambulaban por Hollywood intercalando films más o menos acertados, pero que esta unión le daría por fin la fama y el carisma necesario para granjearse una gran carrera.Sería la primera de muchas otras colaboraciones (hasta bien entrada la década de los noventa) con títulos tan emblemáticos como "La extraña pareja" o "Primera plana".
"En bandeja de plata" es una deliciosa comedia de enredos, cimentada en los antagónicas personalidades de los dos actores, cuyo común egoismo (sobre todo en el caso de Matthau) les conduce a las más inverosímiles situaciones con tal de sacar provecho material de las mismas.
o0_oscar_0o
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28 de noviembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walter Matthau le dice a Jack Lemmon:



Ingrato, te estoy sirviendo un cuarto de millón de dólares en bandeja de plata.



Le muestra la cuña que usa de cenicero. Lo normal es que la traducción imaginativa de un titulo inglés sea mucho peor que el original, pero, en este caso, la traducción española –En bandeja de plata- me parece más sugerente que “The fortune cookie” de la versión inglesa. Esa analogía entre la cuña de orina y la bandeja de plata es más seductora que la galleta de la fortuna. 

Un director vienés debió de ver con sorpresa la afición por los pleitos de la sociedad americana. Wilder critica con su cinismo habitual a todas las instituciones y colectivos: médicos, abogados, matrimonios, niños, prensa, etc. No deja títere con cabeza. Nada de esto nos debía sorprender, porque es característico de la filmografía del director: diálogos mordaces, ironía y cinismo, aunque con una latente alegría de vivir cubriéndolo todo.

La extraordinaria química entre los dos actores principales –con los que Wilder repetiría en “Aquí un amigo”- es de todos conocida. Ambos actores se han encadenado a sus respectivos papeles una y otra vez: Lemmon es el ingenuo y bonachón, que sobrevive a duras penas en un mundo de tiburones, y Matthau se ha especializado en su rol de cascarrabias insensible.

 No obstante, lo que más me ha sorprendido es la homosexualidad latente –interracial para más señas- en la relación entre los personajes interpretados por Jack Lemmon y Ron Rich.

La historia comienza cuando Harry Hinkle, cámara de televisión, recibe un golpe involuntario del jugador 'Boom Boom' Jackson mientras graba un partido de fútbol americano. Boom Boom se siente culpable y comienza a servir a Hinkle, adoptando el papel explícito de “esposa”. La llegada de su verdadera esposa, que regresa al olor del dinero, desplaza al solicito boom boom. El jugador, despechado por algo que parece más que simple amistad, se consuela con la bebida. Otras películas de Wilder contienen referencias y pasajes que rozan la homosexualidad: “Con faldas y a lo loco”, y su desternillante final, se ha convertido en un icono del cine gay, con toda su apoteosis de travestimo y bisexualidad. El sustrato de homosexualidad, explícita en algunos diálogos de “La vida privada Sherlock Holmes”, ese ambiguo personaje de Doyle, tampoco debe ser olvidado. Pero "En bandeja de plata” es aún más explícita; presenta claramente a un homosexual, oculto tras la fachada de personaje viril, cuya aspiración a convertirse en la pareja de Hinkle debe ser disfrazada de amistad, para evitar la correspondiente presión social.

En definitiva, “En bandeja de plata” oculta, bajo su apariencia de comedia vitriólica de gran presupuesto, múltiples lecturas, diversas capas, que la hacen aún más rica e intrigante.
Jmpg2012
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26 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cámara de televisión Harry Hinkle sufre un accidente en plena retransmisión de un encuentro de fútbol americano. No padece ninguna consecuencia grave, pero el percance es aprovechado por su pícaro y charlatán cuñado, de profesión abogado, para intentar sacar tajada multimillonaria a la compañía de seguros mediante la simulación de una grave enfermedad. Hinkle se niega, pero ante la posibilidad de la vuelta a sus brazos de su esposa que le había abandonado acepta llevar a cabo la farsa.

Extraordinaria, grotesca comedia que cuenta con un guión espléndido escrito por Billy Wilder y I.A.L. Diamond. Sus diálogos corrosivos y el ácido enfoque a la hipocresía social arrancaran risas a cualquiera. Dos años antes de ‘The Odd Couple’ la simpática pareja Lemmon/Matthau coincidieron por primera vez en ésta graciosa comedia dirigida magistralmente por Billy Wilder. Una película sobre honradez, conciencia, codicia, sentido de culpa o amistad con sabor a clásico. A destacar la fabulosa fotografía en blanco y negro de Joseph LaShelle y la espléndida actuación de un enfurecido Walter Matthau.
Angel Lopez
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16 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En bandeja de plata" es una comedia notable por la manera en que están definidos y perfilados sus principales personajes, y también por la forma en la que éstos interactúan entre sí. Todos tienen sus razones para actuar como actúan, y todo el conjunto resulta muy estadounidense, tanto por el afán, o mejor, la obsesión, por enriquecerse, como por la crítica hacia ese afán, hacia esa obsesión. Jack Lemmon es un hombre decente que se deja corromper por el sinvergüenza de su cuñado, el abogado marrullero interpretado por Walter Matthau, para recuperar a su ex-esposa, interpretada por la bella Judi West.

Pero tal vez la relación más interesante en este film es la que se establece entre Lemmon y Ron Rich, una relación de dependencia, primero, y de franca amistad, después. El personaje de Rich está reconcomido por la culpa, por lo que hace todo lo que puede para ayudar a Lemmon, y a su vez ese deseo de ayuda y expiación reconcome a Lemmon, que finge para recuperar a su ex-mujer, a su vez atraída por el dinero que va a conseguir Lemmon. El momento en el que Ron Rich le dice a una mujer negra teñida de rubia que se lave el pelo es un momento muy "Black Power", pero al mismo tiempo está dentro de la dinámica general de esta historia: decir la verdad o mentir; fingir lo que no se es, por interés, o ser uno mismo; engañar, ser engañado, o no entrar en el juego en absoluto.
Pedro Triguero_Lizana
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12 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
09/09(13/01/19) Espléndida comedia de negra dirigida y escrita por el genial Billy Wilder, guionizada junto a I.A.L. Diamond (“Con faldas y a lo loco”, “Un, dos, tres” o “El apartamento”) en su séptima y fructífera colaboración, en lo que es otra más de las ácidas radiografías del maestro polaco (de nacimiento) del Sueño Americano, que en una sucesión de capítulos (16 titulados y numerados) se arremete con saña y mucha mordacidad, contra una sociedad mezquina, pusilánime, codiciosa, en una visión (la de Wilder) pesimista de la Condición Humana. Rebosante de diálogos puntiagudos, con dobles lecturas, de situaciones sabrosas ricas en matices que sirven como torpedos contra nuestro mundo egoísta, un desarrollo cargado de cinismo y chispa que con más de medio siglo de su estreno sigue el metraje tan fresco y radiante como entonces. Con una composición de personajes pétreos y cincelados con una enrome humanidad en sus virtudes y muchos defectos, siendo el epítome la pareja de protagonistas sumun, Walter Matthau y Jack Lemmon, en la que fue la primera de sus diez colaboraciones juntos, tres de ellas con Wilder, siendo el primero arrollador en su composición de un abogado carroñero, rol por el que ganó el Oscar a mejor actor secundario para esta película (secundario?) . La película también recibió nominaciones al Oscar por Art Direction-Set Decoration (en b/n) para Robert Luthardt & Edward G. Boyle, Mejor cinematografía (en b/n), y Mejor escritura, Historia y Guión para Wilder y Diamond. El título se deriva de una escena en la que Lemmon rompe una galleta de la fortuna, solo para encontrar en el famoso aforismo de Abraham Lincoln sobre engañar a todas / algunas personas todo / parte del tiempo.

La cinta se convierte en un “homenaje” a la picaresca tan propia del capitalismo, donde surgen personajes que se aprovechan del sistema en su espurio beneficio, buitres de labia ágil que cual encantadores de serpientes manejan la oratoria cual estilete elegante, aquí es donde el Willie Gringrich de Matthau se mueve como un tiburón sigiloso y sutil, encontrando los puntos débiles de cada elemento (el de Harry Hinkle con su ex, la ex con su codicia monetaria, el de la compañía de seguros con una fundación ONG, el del detective que le espía,…), y con ello exprimiendo al límite cada situación, incluso quiere demandar a la United Fruit por no etiquetar las piel de plátanos como peligrosas para la salud (por lo de los resbalones que provocan). En realidad nos presentan un mundo sin escrúpulos todos son egoístas, no les importa la verdad, solo sacar réditos a sus acciones, desde el mencionado picapleitos, la compañía de seguros (con métodos que sobrepasan las leyes), Hinkle (dispuesto en su mezquindad a hacerse pasar por lesionado con tal de recuperar a su ex) o su ex (ladina femme fatale que retorna con su ex buscando su parte del pastel), todos son personajes grises, una sociedad amoral, demagógica, hipócrita, medrosa, todo esto desarrollado con un ritmo veloz, donde el humor y el drama se aúnan de modo memorable, la ilusión con la amargura. El que el “enemigo” a batir sea una compañía de seguros nos hace sentir simpatía por la causa (fraude) de Gringrich y Hinkle, el primero esgrime ante el segundo sobre la trama "Las compañías de seguros tienen tanto dinero, que tienen que microfilmarlo!".

Wilder es un experimentado “cirujano sociólogo” que sabe hincar el bisturí en las debilidades humanas, sabe operar sobre la vulnerabilidad de las personas, sobre sus ambiciones, sueños, frustraciones, avaricia, ansias de ser queridos, indaga en el mercantilismo que mueve nuestra sociedad, en nuestros sentimientos de culpa, en la amistad, en los choques de caracteres que en muchos casos es honradez frente a pragmatismo materialista, y ello con tremendo éxito. Dejando por el camino su gusto por guiños que hay en casi todas sus películas, como el micrófono que graba comentarios, los coches rápidos, la importancia running gag que da a muchos objetos, como los micros-espías, las lentillas de Sandy, el teléfono de la oficina de Gringrich, el papel en que está escrita la cantidad que pide Gringrich al seguro, etc…

El punto débil en mi modesta opinión está en la subtrama lastrante de Boom Boom Jackson, jugador de futbol americano causante de la caída de Harry, el único personaje bueno y noble, aunque también con sus grietas anímicas que lo hacen caer ante las desgracias en el alcohol y la violencia. Su inserción me resulta un palo en las ruedas de una cinta que discurre a toda velocidad, su moralizante y melodramática sub-historia me queda impostada y poco wilderiana, incluso es co-protagonista de un final muy almibarado que resta, en detrimento de la explosión de electricidad que debiera haber sido el que el letrado Gringrich hubiera puesto el broche final, esto hace que en vez de la perfección sea casi.

Walter Matthau está sencillamente arrollador como el leguleyo Willie Gringrich, ingenioso, rápido, (me recuerda al James Cagney de la también wilderiana “Un, Dos, Tres”), pícaro (ese toque de trasero a Judi West define al personaje), artero, cínico, y sobre todo un manipulador genial, cual maestro de ceremonias de un circo maneja varias pistas de forma sublime. Se transmuta en el personaje de modo que nadie puede creer que su expresividad y pillería no es genuina, tan carismático que desborda la pantalla; Jack Lemmon es la otra cara de la moneda, tipo inseguro, sugestionable, enamoradizo, ingenuo, no es materialista, se mete en esta odisea por recuperar a su ex, el actor emite todo un arco de emociones (estoicismo, ilusión, tristeza, frustración, rabia,…); Entre los dos actores brota una química fascinante de la que posteriores películas se alimentó, como esa genial wilderiana última obra maestra del realizador “Primera Plana”, dos actuaciones en sus apogeos;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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