Animal de compañía

Chica aparentemente normal y con una conducta mas que previsible se ve envuelta en una situación delicada y se ve afectada por el síndrome de Estocolmo. Película con una historia lo suficientemente atractiva para dejarse ver, con giros inesperados, situaciones mas que extrañas y escenas que quedan temporalmente en el recuerdo. En general película pasable en todos sus aspectos; dirección, interpretaciones y parte técnica, yo la recomiendo en este caso para amantes del genero, no les dejará indiferentes.

Del director español Carles Torrens, hoy afincado en Los Ángeles desde los 18 años nos llega "Pet" o como su traducción al castellano “Animal de Compañia” galardonada al mejor guion en el Festival de Sitges en 2016.
Su director es un amante del cine de terror como bien demostró con sus cortos “Secuencia” o “M is for Mom” o su largo “Emergo”(2011), una visión particular sobre las posesiones.
Con esta “Animal de Compañía” es fácil que se nos venga a la memoria el “Átame” de Pedro Almodovar.
Nos encontramos con una vuelta de tuerca más al manido tema del “torture porn” y que nos mantiene en vilo a lo largo de gran parte de la película gracias a las actuaciones de sus dos principales actores Dominic Monaghan y Ksenia Solo, Kenzi en la serie La Reina de las sombras.
Seth (Dominic Monaghan) es un ser solitario que trabaja en un refugio para animales, se enamora de Holly(Ksenia Solo) una camarera. Debido a su timidez y viendo imposible conquistarla, no se le ocurre otra cosa que secuestrarla y encerrarla en una jaula. Poco a poco se dará cuenta que ambos tienen muchas cosas en común.
Después de un comienzo con ligero tufillo a comedia romántica da un giro imprevisto a la trama para convertirse en un psicothriller con tintes al más puro estilo “torture porn”.
Sin llegar a ser una película redonda, si que sabe jugar sus bazas con ingenio y adornarlo con un suspense asfixiante que titubea por momentos con el gore sin llegar a sus extremos.
Además la película es prácticamente un mano a mano entre Monaghan y Ksenia que se esfuerzan mucho por sacar el proyecto adelante.
Lo más relevante sin duda son los constantes giros argumentales que refuerzan el resultado final.
Buen aporte de otro director español que ha apostado por el sueño americano como ya lo hizo en su día Jaume Collet Serra y que nos viene a demostrar que el cine español también sabe hacer bien las cosas aunque sea con dinero yanqui.

Lo mejor: el protagonismo de unos actores, meticuloso él (Dominic Monaghan) y manipuladora ella (Ksenia Solo), que, como siempre debiera ser, glorifican un potente guión que, sin ir más lejos, fue premiado en la oportuna categoría en el Sitges Film Festival 2016 y es que, aun conteniendo preocupantes lagunas argumentales y unos últimos minutos casi cómicos, alberga grandes dosis de suspense y un giro argumental, allá por el ecuador, que modifica radicalmente el pensamiento generado hasta entonces; la imaginaria consejera espiritual de una fémina cuya mala praxis existencial la lleva a enfrentarse a una situación extrema y a depender de alguien que apenas conoce, un aparente acosador promovido por la paranoia que no pretende castigarla sino salvarla; la naturalidad de los acontecimientos y, sobre todo, del devenir marcado por cierta agenda (objeto útil para recoger pensamientos y vivencias pero tremendamente peligrosa en manos equivocadas, como ya se sabe y aquí se demuestra) en la que se leen frases muy profundas y reflexivas del estilo “el amor es solo una etiqueta para nuestro imperativo biológico”.

Lo peor: el falso síndrome de Estocolmo narrado para simbolizar el poder del control basado en la imposición por parte del típico desgraciado obsesivo e inseguro del que nadie se acuerda y decide actuar al fin en detrimento de la clásica mujer fatal demente e inteligente que no precisa redención sino ejecución, llevado a cabo mediante el adiestramiento propio de una mascota previa genial declaración en la nota adjunta a unas rosas “sé mía”; el escenario en el que se consuma el rapto, no por el espacio físico sino por la pasmosa facilidad con la que se efectúa, no siendo necesaria ni si quiera una coartada para ocultarlo sino algo más de disimulo que el asumido por el actor del mismo porque, como se menciona en determinado interrogatorio policial, “la primera vez es confusión, la segunda confesión”; la automedicación como solución a un costoso descanso como prueba paralizante, amén de resultar un enfermizo hábito, apenas se muestra anecdóticamente y su cabida queda en entredicho.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl

Esta película es una de esas que cuando la ves te atrapa, no inmediatamente, pero que lo logra a medida que el suspenso va creciendo. Cuando vamos desenvolviendo a los personaje y viendo quien realmente son es imposible dejar de ver.

Lo que destaco de esta película es como creemos estar seguros de quién es realmente el antagonista, pero mientras más vemos más notamos quién es el verdadero mal de la historia.

Ahora, lo que está de verdad mal y que me sigue molestando cada vez que lo pienso es la motivación de Holly... puede interpretarse como soledad o inseguridad pero lo único que rescato de ello es que esta es una mujer tan pero tan tonta que no puede evitar elegir siempre al hombre equivocado; no digo que esté mal lo que hace para "liberar sus frustraciones" pero es una motivación taaaaaaaaaan cliché... Y ciertamente esto destruyó para mí todo lo bueno del film.

Es una película que trata de la soledad y cómo nos obsesionamos por encontrar el amor hasta el punto de volvernos violentos.
La peli tiene un giro argumental bastante grave que te rompe muchos esquemas pero aun así aplaudo su originalidad y estilo de los personajes que les va muy bien el papel.
Después de su papel como "Charlie" en Perdidos, en esta cinta se ve a un Dominic Monaghan como protagonista y quizá no en uno de sus mejores papeles pero le queda genial por su perfil misterioso.