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Neruda

Drama En 1948, el senador y escritor Pablo Neruda acusa al gobierno chileno de traicionar a los comunistas en el congreso. El presidente González Videla lo desafuera y ordena su captura. El poeta emprende la huida del país junto a su mujer. Mientras es perseguido por el prefecto de la policía, Neruda comienza a escribir "Canto general" y se convierte en símbolo de la libertad y leyenda literaria. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Concluimos la jornada a las 22:00 en el Teatro Principal con Neruda, nueva obra del talentosísimo chileno Pablo Larraín, que hace bien poco hizo las delicias del respetable con El club.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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5 de octubre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neruda

El chileno Pablo Larraín no es un director cualquiera. He visto sus dos últimos trabajos: "No", donde el mexicano Gael García Bernal interpreta a un publicista que lucha durante el plebiscito del 88 para evitar que el dictador Pinochet se convierta en Presidente y "El Club", que en la Berlinale obtuvo el Oso de Plata Gran Premio del Jurado y en donde la propia Institución de la Iglesia mantiene ocultos y aislados en una casa solitaria junto a una playa perdida, a un grupo de sacerdotes pederastas. Son dos películas sólidas, muy reinvindicativas, valientes, reflejan la cruda y dolorosa realidad en las que Larraín, lejos de morderse la lengua, denuncia sin ningún tipo de concesiones los abusos, aberraciones y vergonzosas injusticias en los que ambos poderes -Iglesia y Estado- incurren sistemática y secularmente al resguardo de la intolerable impunidad de la que gozan.
Pero en una arriesgada pirueta, este su último filme es asombroso, de una belleza hipnótica. El joven director chileno salta al vacío en un dificilísimo ejercicio de funambulismo. En "Neruda", Larraín, para nuestra suerte, saca a relucir todo el talento que guardaba escondido bajo la magia de su chistera para deslumbrarnos con una película tan hermosa, lírica y elegante como pocas veces tenemos la oportunidad de disfrutar.
Corre el final de la década de los 40 y en el aflautado país andino los vientos helados de la intolerancia comienzan a entumecer las extremidades de la débil democracia. El presidente González Videla declara ilegal al Partido Cumunista y, como tantas otras veces hemos visto a lo largo de nuestra historia reciente, comienza la caza de brujas. Pablo Neruda, senador, escritor y poeta, es un hombre respetado, goza de una merecida fama internacional y su polularidad ha escalado las cimas más altas. El pueblo chileno recita sus versos y su "Canto General" se convierte en el símbolo de esperanza que ilumina los sueños de una clase trabajadora postrada y empobrecida bajo los cascos de un sistema que los explota de manera humillante. Como consecuencia Neruda huye porque ve peligrar su libertad y, por qué no, también su vida. Con estos mimbres, Larraín crea una ficción sobre la realidad. Inventa a un obsesivo perseguidor -colosal, como ya nos tiene acostumbrados, el mexicano Gael García Bernal en el papel del policía Óscar Peluchonneau- que terminará confundido y atormentado ante la enorme dimensión del legendario personaje al que hostiga.
Y un extraordinario Luis Gnecco -su generosa anatomía, los matices e inflexiones de la voz junto a una perfecta caracterización, hacen muy reconocible al poeta- interpreta a Pablo Neruda. Pero Larraín lo desnuda y lo humaniza casi hasta la crueldad; se ceba en sus patentes contradicciones: el burgués y el comunista, el poeta idolatrado por el pueblo que saborea los placeres de una vida regalada, su amor por el lujo, los burdeles, las mujeres, ególatra, soberbio y, en ocasiones, ferozmente déspota. Sin embargo y a pesar de todo, la grandeza del personaje, su poderosa y subyugante pluma, el mito, en fin, se eleva incontestable sobre sus propias miserias y Larraín, en un inteligentísimo guion, acaba sublimándolo.
"Neruda" es una película de espejos enfrentados, seductora, poética, de una gran sensibilidad y delicadeza, donde la bruma y la ensoñación se mezclan con el amargo sabor de lo cotidiano en un brillante y sutil ejercicio de prestidigitación.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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19 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1948, el poeta chileno convertido en senador Pablo Neruda (Luis Gnecco), comienza a ser perseguido por el gobierno de su país debido a las críticas que hace por la traición de los ideales comunistas de parte del presidente Gabriel González Videla (Alfredo Castro), elegido como parte de una coalición que incluía al partido de esta ideología.

En un inicio, el protagonista y sus allegados comienzan a esconderlo en Santiago, mientras preparan su salida hacia el Exilio. Con una personalidad fuerte y de frente, Neruda reniega de su condición, no teme a las consecuencias que puede sufrir, mientras por otro lado, se observa el seguimiento que realiza Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal), el prefecto de la policía.

Precisamente, es el personaje de Peluchonneau quien sirve como relator del largometraje, obra donde el guionista Guillermo Calderón, toma como base el hecho real mencionado en las primeras líneas de este texto, pero donde también opta por varias “licencias” durante el metraje, de ahí que no se puede considerar la película como biográfica.

A tal punto que Pablo Larraín considera su filme como una “antibiografía”, una visión bastante libre de todo el trayecto que el protagonista tuvo que hacer frente, donde eventos de dudosa fidelidad se suceden uno tras otro.

Lo más interesante que hace Calderón es todo el juego con el personaje de este policía, ejecuta un planteamiento de una ficción dentro de lo que este individuo realiza en el largometraje, no solo pensando en la captura de Neruda, sino de su reacción frente a la obra fílmica, como si fuera consciente de su participación en ella.

La película termina siendo un ejercicio interesante, con una primera mitad un poco más lineal y normal argumentalmente, más una segunda donde no hay mucha cordura y más experimentalismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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10 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es demasiado poética, comunista y surrealista para mis gustos. Yo esperaba algo más cercano a la cinta La Colonia, pero se pierde el sentido de la realidad, parece una películas de los 80s.
Aunque se hizo esfuerzos por mostrar paisajes, autos y casas de esa época, lo cual se aprecia, se banaliza la poesía y se le dan sus méritos al político, al comunista que nunca trabaja, al fornicador, al que no le interesa si otros comunistas viven o mueren.
Al final de la cinta terminas despreciando a Neruda, lo cual ignoro si era el objetivo del director de la cinta, después de todo es un mundo surrealista mezclas realidades e ideales.
Casamat
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5 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director chileno Pablo Larrain, atraviesa un momento dulce, está en racha a caballo entre producciones patrias y estadounidenses. Este año su trabajo se ha centrado en dos personajes históricos relevantes por diferentes motivos, precisamente de ambos países. Dos falsas biografías (biopics), con técnicas narrativas diferentes, cuyo denominador común sería precisamente eso, ser falsas, servirse de momentos puntuales de la vida de ambos personajes para planear sobre realidades socio políticas y construir discursos esenciales más que reales sobre ambos.

En este caso el marco transcurre en 1948 en Chile. Neruda senador, ve como el presidente González Videla elegido por una coalición entre la que se encontraban el propio partido comunista de Neruda es traicionado por el propio presidente que lo declara ilegal, inicia la represión y persigue al poeta. Un poeta aburguesado, equidistante entre su ideario y su vida cotidiana de esa clase popular que le adora por los versos amorosos que escribió a sus veinte años y que repite con “voz de poeta”, quizás hastiado, como el que firma autógrafos, mientras compone su “Canto General”, se esconde en una clandestinidad que no le impide seguir visitando burdeles y restaurantes y acaba huyendo a Argentina por el paso de Lilpela en los Andes, aumentando con todo ello su leyenda.

Todo ello no deja de ser sin embargo un soporte para que el director y su guionista Guillermo Calderón (también actor y director teatral) que ya participó en “Violeta se fue a los cielos” (Andrés Wood /2011) sobre Violeta Parra, se embarquen en una metaficción literaria más cercana como se ha dicho a un cuento de Borges en el que autor real y el policía que le persigue, no solo físicamente, como personaje de ficción se retroalimenten el uno del otro, creándose a medida que ambos se desarrollan. Un punto de vista original, donde Luis Gnecco y Gabriel García Bernal dan vida con solvencia al escritor y su creación. Constituyéndose este último como narrador del relato.

Una apuesta arriesgada desde el punto de vista comercial, sobre todo para aquellos espectadores que desconociendo el cine de Larrain se acerquen buscando una biografía del poeta. A la postre lo intrincado del asunto no acaba, a mi juicio de cuajar como debiera ya que el personaje principal, Neruda, por muy desdibujado que este fagocita al hijo literario sin que ambos, ni la historia acabe por engancharnos. Una producción cuidada recrea con acierto las atmósferas necesarias para el cuento.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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