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El monstruo de St. Pauli

Thriller. Terror. Drama Distrito de St. Pauli, Hamburgo, años 70. Un barrio de ambiente nocturno frecuentado por bebedores, prostitutas, adictos al juego y otras almas solitarias. A primera vista, Fritz "Fiete" Honka es un perdedor. El hombre de la cara deformada deambula por las noches buscando mujeres solitarias en el antro del barrio, "El guante dorado". Nadie entre los asiduos sospecha que el aparentemente inofensivo Fiete, es en realidad un monstruo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3 de septiembre de 2022
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El tío este con la cara que parece un cagao de mono enfermo, se dedica a emborracharse en el bar de viejos podríos de abajo de su casa que entre todos los asistentes suman unos 13 dientes y donde solo venden vodka barato del mercadona.

Entonces invita a las putas viejas que se encuentra a copas y se las lleva a casa, que por lo visto huele a peo y a cadáveres mojaos con meaos de perros.
Porque el muy guarreras, mete a las mujeres que mata en un armario como el que cura jamones.

Hijo puta, el tio es más cerdo que poner bocadillos de pelos y gazpacho de meao en la fiesta de cumpleaños de tu hijo.

Pero la peli, está guay, hasta ahora no habia visto nada tan... digámosle gore urbano o que se yo como clasificar esto.
El caso es que tiene su gracia, sabiendo que el tio guarro encima existió.
Joanni H
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11 de agosto de 2022
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Sea desde lo macabro que resulta el caso, sea desde la sordidez más absoluta de todos los elementos de los que esta compuesta, personales o materiales, se desprenden de ella al menos un par de cosas de entrada: una, la más evidente, que la fisonomía de los actos (también del mismo Honka) no es apropiada para todos los públicos por su forma de ser expresada por el cineasta Akin. La segunda, con carácter más introspectivo y presumiendo la falta de aceptación de más de uno, los hechos descritos invitan a la reflexión como especie dominante del planeta, volviendo a dar fe de que somos capaces de albergar lo mejor y, desde luego también, lo peor. He aquí un ejemplo de esto último.

Grotesco, atroz o surrealista, epítetos inherentes para acompañar la vileza en la que este hombre, no olvidemos que real como la vida misma, cae propiciado por la ingesta desmedida de aguardiente y otras bebidas alcohólicas, precedidas de un pasado tormentoso que no solo le desfiguró el rostro, algo por lo que pasa un poco de puntillas tras la aparición de su hermano (uno de ellos) tras una visita por ese apestoso piso de suburbio, no muy lejos en particularidad, por cierto, a la imagen del criminal protagonista: solo si uno tiene ganas de indagar un poquito en la red descubre algún rastro de su pasado, cómo llegó hasta ahí y qué le esperó tras el descubrimiento de los siniestros hechos.
Sin embargo, detrás mismo de Honka hay todo un cuadro de lo más monstruoso que hacen de la cinta alemana algo más que otra cinta dispuesta a descubrir la macabra obra de la que un serial killer es capaz. Todo cuanto cabe en ella es perverso, grotesco como antes decía, repele el orden como algo vulgar y adapta con excelencia lo siniestro para que no parezca desentonar sobre un escenario idóneo para que el mal campe a sus anchas. 'El guante dorado', ese bar de almas perdidas 24 horas, imán perfecto y autosuficiente para la destrucción de uno mismo, marco alternativo en el que no hay problema para que un viejo oficial de las Waffen-SS y una víctima de la barbarie nazi (Honka) puedan compartir barra y licores a diario sin que surja ni una fricción o recuerdo del pasado. Será cuestión de un profundo alcoholismo, billete prácticamente obligado para entrar en el mismo bar, tan nauseabundo y ausente de dignidad como todo quien quiera cruzar su puerta. Tras la misma se encuentra el lugar dispuesto para que Fritz Honka pesque lo que en ningún otro lugar probablemente podría pescar.

Adaptación de la novela 'El guante dorado', título que toma del mismo local cargante que se frecuenta, recoge en sus secuencias la trayectoria criminal de este hombre tan desagradable como sus fechorías hasta que éstas son descubiertas por azar para su desgracia. Nos traslada a los años 70 y a la ciudad alemana de Hamburgo, barrio de pocas oportunidades y una recreación tosca como la cualidad que uno ha de entender y aprender a tolerar durante todo el metraje si esta dispuesto a pasar por un aro que atiende al objeto de la más absoluta repugnancia, moral y visual, que se pueda mostrar sin llegar a lo más explícito. Aunque se queda cerca, no es necesario, es descarnada con suma abundancia en lo que parece fue el contexto de la depravación de un ser marginal. Alejado de profundidad intencionada, poco lleva a preguntarse en esa macabra trayectoria de cinco años si, como el Jocker de Todd Phillips, es una víctima o un verdugo; el mal en ella solo entiende de carencias afectivas y necesidades básicas en una mente perturbada, como un 'Jack el Destripador' tan amoral como aquel pero sin ninguna finura, sin ninguna premeditación en sus actos, solo el hecho acometido con zafiedad y una única forma de terminar, trazando un desagradable paralelismo entre uno y otro y las víctimas que ambos perseguían para saciar lo que necesitaran saciar.
De atmósfera y personajes bizarros, nunca se cuestiona si puede resultar ofensiva. Sí, por contra, es lindante con el gore y por su violencia es salvaje al punto de que ya la introducción es un primer crimen que surge como improvisado; la liquidación de pruebas irrumpe con más fuerza dejando con la boca abierta para preguntarte: ¿será capaz de hacerlo? Con el tiempo, se convertirá en su modus operandi, en contacto permanente con el delirio, torpe y repulsivo. Algo que no encaja en la civilización, como cabe esperar, no encajará en todos los gustos.
John Dunbar
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12 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera película que veo que huele mal. La inquietante 'El monstruo de St. Pauli' (Fatih Akin, 2019) es, a su manera, una absoluta obra maestra. El ejercicio de dirección, de ornamentación, de composición, de actuación... logra un nivel de aproximación al más repugnante inframundo que no recuerdo en otra película. No hay fisuras en el proceso de recreación de este universo abyecto, en parte gracias a que hablamos de un caso que no se investigó a tiempo, por lo que no vemos prácticamente nada ni nadie que le haga el contrapeso protagonista a este ser inmundo, salvo breves flashes de personajes muy secundarios. La interpretación de Jonas Dassler es un escándalo, incorporando elementos expresionistas, de verdadero monstruo de la era silente. Sinceramente, no veo a este nivel ni al mismísimo Joaquin Phoenix en Joker. Quien no sepa de qué va, que no espere al típico asesino en serie sofisticado que no deja rastro, porque esto no tiene nada que ver...el tipo es de una torpeza ridícula, y con que hubieran buscado un poco a su primera víctima, hubieran averiguado enseguida su paradero, pero nadie echaba de menos a estas mujeres de relato de Bukowski a las que liquidaba sin miramientos. Lo ocurrido hace pensar que en los márgenes de la sociedad lo que hay sencillamente es un abismo cuya oscuridad lo engulle todo.
Toni Cristóbal
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7 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pringoso y repulsivo escaparate de lo que una existencia sórdida y amoral puede representar. La historia es la del asesino de St. Pauli, barrio de Hamburgo en el que este sujeto perpetró sus atrocidades durante los años 70.

El culto a lo mugriento está realizado, paradójicamente, desde una pulcritud meticulosa. No hay rincón que no esté recubierto de costra, fluido corporal que no tenga su ración de minutos ni cochambre que no goce de su espacio. El trabajo de puesta en escena es admirable, sintiendo que al terminar el visionado uno necesita ducharse con urgencia. La decadencia y la roña, la pringue y la degeneración casi se te meten en la boca. El trabajo de inmersión en el submundo de una época es antológico, como representa el hundimiento de las clases más bajas y su absoluto abandono moral.

Y la caracterización del protagonista, absolutamente deslumbrante. Busquen fotos de Jonas Dassler y alucinen. En cuanto a la historia, ahí es donde más cojea. No sabemos como este individuo llega a ser lo que es, solo le acompañamos en su devenir corrupto y grasiento para asistir, cual testigos, a sus esperpentos. No es la película al uso de asesinos en serie, ni siquiera él parece ser consciente de ser uno. Hay cierto aire documental en lo que se nos narra, sin pulso narrativo que busque una reacción más allá del asco y la repulsión. Pero como ejercicio estético es puro deleite de la inmundicia.
KlingonCome
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22 de febrero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que no me considero sensible en exceso ante la violencia y el sadismo, creo que los sobrellevo bien, siempre y cuando la película tenga algo más, pretenda construir algo o retratar algo con alguna mínima pretensión narrativa.

En esta peli no he encontrado nada de eso. Mi instinto previo no me auguraba nada bueno, pero siendo Fatih Akin, del cual he visto un par de cosas muy buenas (inolvidable Contra la pared), pensé que quizá se salvaría. Pero no.
Aquí veo un ensalzamiento del feísmo, lo grotesto, la violencia sin sentido y el maltrato a la mujer y al buen gusto durante toda la película. Está claro que no vamos a empatizar con el protagonista, pero podríamos comprender algo de su comportamiento si el enfoque del film fuera distinto, no sé, más psicológico, ahondando en traumas de niñez o en el alcoholismo o yo que sé, dándole un sentido a por qué acaba siendo un monstruo.

En su lugar, asistimos a un ser profundamente desagradable, violento y borracho que hace lo que hace con todo género de detalles para perpetuar su miseria.

Película sobrevaloradísima, para mí. No la terminé, porque además el profundo enfoque machista del tío este asqueroso me puso de mala leche. Cine que no sé qué propone, pero para mí, no lo consigue. Ni de lejos. Elegí un mal día para dejar de fumar crack, amigos.
Alvart el terrible
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