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El sueño eterno

Cine negro. Intriga Un general millonario y excéntrico tiene dos hijas que están involucradas en asuntos más bien turbios. Decide entonces llamar al detective privado Philip Marlowe para que resuelva sus problemas familiares. Cuando Marlowe empieza a investigar, descubre muy pronto que las diversas ramificaciones del asunto lo convierten en una auténtica maraña. (FILMAFFINITY)
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No existen muchas razones para que un policía, o un militar, sienta odio por los delincuentes. ¿Cómo puedes odiar a quienes te brindan empleo, a quienes dan lugar a tus ascensos y medallas, y al mismo tiempo, garantizan tu permanencia en el cargo? Para cumplir con el deber no es necesario cargar odio, basta con tener espíritu justiciero.

Comúnmente, los policías preservan cierto rencor contra alguien que alguna vez les hizo daño, y éste se descarga contra los delincuentes como una forma de catarsis. Por esta razón, entre las fuerzas militares y policiales, no es rara la presencia de verdaderos psicópatas ya que, con su corazón cargado de resentimiento, buscan ingresar en ellas para acceder a un arma legal y poder descargar sus resentimientos de manera “impune”.

Lo que me gusta de, <<EL SUEÑO ETERNO>>, es que nos presenta la imagen de un detective privado que juega limpio, conoce sus limitaciones, es leal a sus clientes y busca la verdad más exacta posible para poder así sentirse satisfecho. Y cosa que no es común en el cine negro (y menos en el cine de detectives), aquí uno sigue, con cierta claridad, las debidas pesquisas que lo conducen a resolver el caso... aunque queda el interrogante de quién mató al conductor de los Sternwood.

Philip Marlowe, el sabueso creado por el escritor, Raymond Chandler, es un hombre galante, hábil con el lenguaje y con una especial astucia para la labor investigativa. Las tácticas policiales las conoce al dedillo, y el manual de diez puntos para ser un detective privado, lo aplica de manera concienzuda en todos sus trabajos.

En esta primera novela (adaptada por Leigh Brackett, Jules Furthman y el excelente escritor, William Faulkner), Philip Marlowe tiene la tarea de indagar sobre un chantaje del que está siendo objeto, Carmen Sternwood, la bellísima, sensual y alocada hija de un general en retiro, padre poco afectivo y con una lamentable imagen de ella y de su otra hija, Vivian, quien, pronto, se prendará del sabueso.

Y aquí radica lo que, a mi manera de ver, es el toque machista del filme, el cual se ve muy marcado en la primera parte. Todas las encantadoras chicas con las que se cruza Marlowe (Carmen, la taxista, la chica de la tienda de libros Acme…), resultan tan fáciles y frívolas, que caen rendidas ante el nuevo héroe con sólo oírle decir dos palabras. Presiento que, si la película se hubiese hecho en estos tiempos, las escenas de alcoba abundarían como en cualquier filme del 007.

Humphrey Bogart, da vida a un detective sobrio y elegante con el que resulta fácil empatizar y su presencia en el cine negro se ve firmemente consolidada con esta actuación que también incluye acciones simpáticas y de cierta mofa con su propia personalidad. Lauren Bacall y Martha Vickers, representan a las dos bellas hermanas que atraen todo el embrollo en el que, por un modesto salario, se involucra el amigo Marlowe quien, también, para cumplimentarlo, se quedará con el mejor de los trofeos.

<<EL SUEÑO ETERNO>>, nos deja ese sabor a filme muy entretenido y magníficamente ambientado. Howard Hawks tiene aquí uno de sus buenos aciertos.

Título para Latinoamérica: AL BORDE DEL ABISMO
Luis Guillermo Cardona
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16 de febrero de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de 66 años transcurridos desde su realización (quizá sea la quinta vez que la veo), el tiempo, no ha hecho otra cosa que acentuar las virtudes de “El sueño eterno”. Lo cierto es que volviendo a ver las grandes obras del periodo de esplendor del cine hollywoodiense, uno no tiene claro qué queremos decir cuando nos referimos a ellas como cine clásico. Si lo clásico se opone a lo moderno o a lo rupturista, calificar así a filmes como “El sueño eterno” no carecería de sentido. La modernidad de la obra se hace obvia; el que, hoy en día, ya no se narre en imágenes al modo de Howard Hawks es debido sencillamente a que nadie posee el talento de este director ni está rodeado por un equipo técnico y artístico tan impresionante.

Sólo entendiendo lo clásico como el modelo de perfección que puede alcanzar un medio de expresión artística, seremos rigurosos al colgar este epíteto a la película de Hawks. Su imaginación narrativa, la brillantez, el sarcasmo y la brutalidad de los diálogos, la irrealidad extrema y turbia de la fotografía y los escenarios, la atmósfera de sensualidad a la que también contribuyen Bogart y Bacall (extraordinarios, los dos), el desasosiego que provoca una espiral de enredos y traiciones orquestada con precisión milimétrica y el magistral sentido de la medida con que se administran, hacen de “El sueño eterno” una obra inagotable.

En la secuencia inicial en casa del general Sternwood, los personajes del detective Philip Marlowe (Bogart), del propio general y de sus dos hijas quedan retratados a través de los intensos diálogos que Marlowe sostiene por separado con cada uno de ellos. Las interrogantes se han acumulado cuando el detective sale de la mansión de Sternwood: detrás del oscuro caso de chantaje para el que el general le ha contratado, se insinúa ya la desconfianza de la hija mayor de Sternwood, Vivian (Lauren Bacall), y el carácter perturbado de Carmen, su hija menor. La investigación de Marlowe se cifrará, fundamentalmente, en desentrañar la red de mentiras y coacciones que hay detrás de la desconfianza de Vivian y en determinar los vínculos que unen a ésta con los demás personajes.

La seducción del engaño se impone como un motivo constante. La complejidad de la trama crece siempre a partir de este motivo y alcanza tales extremos que el espectador llega a perder el hilo de la historia y la contabilidad de los muertos. Las imágenes son entonces tan falsas como las intenciones de los personajes que rodean a Marlowe. La sensación que deja volver a ver “El sueño eterno” es abrumadora e incita a juicios desorbitados. Pasa por este cine clásico como con la gran novela decimonónica: su revisión alienta la sospecha de que una y otra forma artística se han terminado perdiendo porque es imposible estar a su altura; que otras maneras de escribir y filmar delatan, inevitablemente, un reconocimiento de inferioridad. Recomendable para todos los amantes del cine.
Antonio Morales
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27 de abril de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Hawks trabajó con gran talento muchos géneros, pero en este del cine negro adoleció de los mismos "traumas" que sus colegas: mucha puesta en escena, mucho tabaco, magnífica fotografía, adecuados intérpretes, brillantes diálogos reestructurados por tres guionistas que no lograron traspasar los límites establecidos por la industria: ningún actor parece creerse lo que sucede, todos "pasan letra" a todo gas, como con prisas de acabar cuanto antes su farragosa historia; falta la garra, la emoción que está latente todo el tiempo en una novela magistral cuyo protagonista Philip Marlowe está muy lejos de la apariencia física de Bogart.
horacio
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5 de septiembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paradójicamente, tras la victoria en la guerra, se abre un período de cierto desencanto entre los vencedores. Una vez apagados los desfiles triunfalistas es el momento de contar las bajas, los heridos, de reconstrucción (tanto físicas como materiales), y además, la división del mundo en dos peligrosos (y nucleares) bloques deja la sensación que esto no ha hecho más que comenzar.
Todo esto tuvo su reflejo en todos los aspectos de la sociedad, y cómo no también en el cine. Si bien en los años 30 ya habían empezado a aparecer proliferar temas parecidos, mayoritariamente desde películas de bajo presupuesto (también llamado “cine de serie B”), será en la década de los 40 cuando las pantallas se empezarán a llenar de personajes “oscuros”, criminales planeando robos, políticos y fuerzas del orden corruptos, y ambiguos detectives privados que convierten aspectos tan sagrados como el respeto de la ley o el bien y el mal en una línea más bien borrosa. Muchas de esas historias se nutren de una abundante literatura surgida grácias a los llamados “pulp” (revistas baratas) que en los años 30 tuvieron un enorme éxito. Al conjunto de las temáticas detectivescas se las englobó bajo el nombre de “novela negra”, y de ahí que al genero cinematográfico que se basó en dichas novelas se le llamó “cine negro”.
Basada en la novela de uno de los principales escritores de novela negra, Raymond Chandler (de quien ya se había adaptado un año antes otra de sus novelas, “Adiós Muñeca”), el realizador Howard Hawks fue el encargado de ofrecernos una historia que tiene como punto central a una de las principales figuras de la novela y el cine negro: el detective privado. Si bien, hoy en día este personaje está presente en nuestra sociedad de forma permanente y aceptada (aunque con las mismas connotaciones negativas de siempre), en los años 30/40 su importancia tiene mucho más que ver como el reflejo de una sociedad desencantada, sobretodo con sus instituciones más sagradas. La presencia de este tipo de personajes (a pesar que su existencia es bastante más lejana en el tiempo), en el contexto en el que hablamos, tiene mucho que ver con la incapacidad de las fuerzas públicas de mantener un orden alterado permanentemente en los años 30 debido a la miseria generalizada que provocó la Gran Depresión. De alguna forma, la presencia, y creciente importancia, de estos tipos, que se mueven a su antojo en los límites de la frontera que marca la ley, era una bofetada a los políticos y fuerzas de la ley, incapaces de contener crímenes y delitos, en cierto modo también debido a que no eran precisamente instituciones “límpias”.
Philip Marlowe es uno de los principales exponentes de esa nueva raza de detectives privados que proliferaron en los años 40/50, y es el protagonista de este film, genialmente interpretado por Humphrey Bogart. De hecho, toda la trama gira alrededor de este personaje.
(sigue)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
manulynk
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27 de junio de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película, con muchos diálogos interesantes. No todos son interesantes algunos diálogos se podrían suprimir. Me refiero a los que tiene HB con algunas mujeres que se demuestran "regaladas" quitándole realismo al film.
El guión si bien es bueno, tiene muchos giros y complicaciones que enredan demasiado la trama, dejando algunas cuestiones sin definir. Creo esta cinta está algo sobre valorada. En muchos momentos se me mezclaban los personajes y no sabia quien era el buscado por Humphrey. Hay que tener en cuenta que la vi en varias partes, eso seguramente me creo más confusión, pero después cuando leí los comentarios, observe que muchos amigos pensaban de forma similar. Las chicas que aparecen se me confundían, no sabia quienes eran, debido principalmente a que la cinta es B/N.
El libro en el que se basa la cinta no lo leí. No puedo realizar comparaciones.
La actuación de Humphrey Bogart es muy buena como nos tiene acostumbrado. Está bien secundado con Lauren Bacall y el resto del elenco.
Seguramente cuando la vea nuevamente le subire la nota.
megracia
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