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El jinete pálido

Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El carismático Clint nos sirve una nueva versión de “Raíces Profundas” para su absoluto lucimiento. Para ello se rodea de un reparto de caras segundonas en las que sólo sobresale el buen trabajo del televisivo Moriarty como granjero protagonista y la presencia física de dos feazos como el gigantesco Richard Kiel, el tiburón de dos James Bond, y el gánster volador de los intocables.
Y por supuesto alguna mujerzuela y una jovencita que sustituye al niño de la original que por supuesto ser verá atraída físicamente por el “reverendo” pistolero.
La ambientación de la historia es uno de los puntos fuertes de la película. Nos encontramos con paisajes poco transitados hasta el western de aquellos momentos. Una gris, realista y sucia ciudad minera. El sempiterno conflicto entre ganaderos y agricultores cambia por un mensaje algo más ecologista. Los ganaderos pasan a ser depredadores mineros que destrozan todo a su paso con su despiadada explotación y no dudan en contratar a una pléyade de matones de largos abrigos para meter en cintura a los aldeanos contestarios.
Y cuando se ponen a cometer tropelías, que para eso les pagan, aparece la figura del ínclito Clint cargado de una suerte de carga sobrenatural (realismo mágico chungo o redención cristiana del viejo testamento) y empieza su descreída tarea de liberación popular.
Tampoco hay que olvidar otro aspecto de interés como es la confrontación entre la naturaleza, muy presente en todo el metraje con una bonita fotografía diríase que tomando ejemplo del gran Anthony Man con esos picos nevados y una corrupta industrialización descontrolada.
A pesar que el Reverendo y su brazo justiciero son el motor que hace avanzar la trama del filme, la película presenta una muy buena factura visual. Ni sobran planos, ni se embarca en irritantes ejercicios de estilo. Más rastros de Siegel que de Leone como dirían los puristas.
El clímax y duelo final son estupendos y la planificación de los tiroteos sirve como ensayo para los de la aclamada “Sin perdón”.
A pesar de ser muy inferior a “Raíces profundas” no es desde luego una mala película y es de agradecido visionado para todos los seguidores de Eastwood o amantes del cine del oeste en general.
No olvidemos tampoco la reivindicación que hace Eastwood del género al reversionar un clásico en una época en la que parecía casi completamente olvidado y que su figura tanto ayudó a resucitar.
edug
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26 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un individuo montado a caballo, proveniente de las nevadas montañas, cruza el horizonte. A través de la niebla y entre la espesura del bosque se aproxima, silencioso y paciente, a la espera de equilibrar las fuerzas del universo.
¿De dónde viene?, ¿cuál será su nombre? Una figura casi fantasmagórica galopando desde un origen incierto y hacia un futuro que nadie puede predecir. Su paso evoca un hedor a violencia y muerte...

Si a mediados y finales de los '70 el "western" era ya para la inmensa mayoría un género moribundo, se podría decir que los '80 significaron ya su muerte absoluta, quedando relegado a tópicas series y producciones televisivas. En una década de lásers y aliens, de robots y viajes en el tiempo, nadie daba un céntimo por ver a cowboys peleando contra indios en el vasto desierto americano; sólo unos pocos cineastas supieron rendirle un sentido tributo al Far West, destacando títulos como "El Valle de la Furia", "Silverado", "Forajidos de Leyenda" o la epopeya épica "La Puerta del Cielo", que sentenció la carrera de Michael Cimino.
El sr. Clint Eastwood, al que poco importaban las tendencias del momento, decidió resucitar, una vez más, aquel cine al que tanto debía y que tantos réditos le dio en décadas anteriores. Con guión de Michael Butler y Dennis Shryack, que tomaron inspiración directa del clásico de George Stevens "Raíces Profundas", el actor/director sorprendió a propios y extraños poniéndose de nuevo al frente de un "western", tanto más cuanto que habían pasado casi diez años desde "El Fuera de la Ley", su última incursión en el género.

En el pequeño poblado minero de Carbon Canyon, sus habitantes temen por sus vidas por culpa del continuo hostigamiento de Coy LaHood, un despiadado empresario que desea hacerse con el control del territorio; éste sabe que la mejor forma es aterrorizarles y hacer que abandonen el lugar. De repente, gracias a las plegarias de la joven Megan, un misterioso forastero llega al pueblo, un predicador sin nombre que unirá a la gente de Carbon Canyon para que luchen por sus tierras hasta el final, pese al empeño de LaHood.
Sencillo argumento para un "western" que estaría destinado a convertirse en uno de los más legendarios de la Historia del cine, siendo, al mismo tiempo, el más rentable de la década de los '80 (40 millones en recaudación frente a un presupuesto de 7 millones); pero hay que tener muy presente la experiencia con la que contaba Eastwood en aquellos tiempos, y en un género que ya no tenía secretos para él. "El Jinete Pálido" se inscribe entre sus mejores obras, homenajeando su amado cine del Oeste con dignidad, dejando a un lado la mordacidad de Leone y Siegel, muy presente en sus primeros "westerns", y optando por la sobriedad, el drama y una poética casi mitificadora. Esencia clásica que respira aires puros.

Eastwood se acuerda de Huston, Ford, Daves y Zinnemann, pero no se aparta de los cánones de sus anteriores trabajos; de hecho, "El Jinete Pálido" no es sino una revisión, negra, melancólica y descolorida, de "Infierno de Cobardes" y "El Fuera de la Ley". Si en la primera el forastero era la encarnación de un vengador que aparecía para castigar a los habitantes de Lago, el predicador (su reverso luminoso), asume el papel de fermento de una comunidad, sustituyéndose cobardía e hipocresía por valor y fuerza, uniendo a hombres y mujeres, tal como hacía Wales, pero éste último cabalgaba vuelto humano hacia el horizonte, al contrario que su "sucesor", quien se desvanece en la naturaleza de la misma manera que parecía haber emanado de ella.
Mantener en incógnita el origen del protagonista y sus intenciones continúa siendo una de las mejores y más inteligentes bazas del film, lo que confiere un aire de suspense y extrañeza, una poesía casi onírica abierta a cualquier tipo de reflexión y significado (haciendo que importe poco la simpleza sobre la que está construida). Importante es que el actor/director, aparte de a referencias religiosas, recurra de nuevo al tema de la comunidad deseada dejando al margen las individualidades (se produce la desgracia cuando Spider decide actuar por sí solo), comunidad en forma de sueño de reconciliación casi imposible de encontrar en un mundo plagado de injusticias, sangre y muerte.

Un mundo en el que se hace necesario una fuerza capaz de reunir a sus gentes, fuerza hecha justiciero en "El Fuera de la Ley" y también en este caso. Aquí, Eastwood llega a filmar su visión mítica del "nacimiento de una nación" en una secuencia de fuego de campamento en la que Bruce Surtees, director de fotografía, parece inspirarse en "La Ronda Nocturna" de Rembrandt: cómo a fuerza de palabras, de intercambio y reflexión, surge en hombres que no tienen nada, en este caso esos pobres buscadores de oro, la idea de resistir a la tiranía. En suma, cómo nacen el Instinto político y el espíritu de la democracia.
Siguiendo al actor/director, quien brinda una sus interpretaciones más sobrias y solemnes dentro del "western", tenemos a los también fantásticos Richard Dysart, Michael Moriarty, Doug McGrath, la joven Sydney Penny, y por supuesto el espléndido al tiempo que detestable veterano John Russell, dando vida al desalmado Stockburn, villano ya clásico del cine del Oeste. Drama, violencia e intriga se cruzan en un "western" negro, triste, y sin embargo lleno de esperanza y optimismo, inmortalizado (aun más) gracias a la banda sonora de Lennie Niehaus y la labor de Surtees.

Éste consigue aquí su mejor trabajo, reduciendo la luz y dotando de una envolvente oscuridad a los espacios interiores y de un brillo espectral a los exteriores. Y dos momentos memorables: el asesinato de Spider, secuencia durísima, difícil de digerir, y el clásico duelo final en el pueblo.
Eastwood se preparaba con esta brillante revisión y renacimiento del género para la campanada definitiva que sería "Sin Perdón" siete años después...
Chris Jiménez
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30 de septiembre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Violento y arrollador Western del maestro del género Clint Eastwood, cuya obra perfecta de este género llegará unos años después con "Sin perdón", acompañado por Gene Hackman y Morgan Freeman. El argumento me ha recordado mucho a la película "Dogville" de Lars Von Trier protagonizada por Nicole Kidman. En ambas, un personaje llega a un pueblo pequeño en tierra de nadie, la población del cual es muy reservada y acoge con cierto temor al extranjero. La gente del lugar guarda celosamente en secreto un hecho terrorífico que aconteció en el pueblo con la ayuda o la complicidad de todos los miembros de la comunidad. El personaje extraño sabrá sacar de algún modo el temor a que sean descubiertos y utilizarán cualquier artimaña para que se marche de sus calles. Pero el huésped resulta ser para ellos uno de los jinetes del Apocalipsis.
arufete
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14 de febrero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El jinete pálido" es con "Sin perdón" los mejores westerns de Clint Eastwood. Sirvieron además para sacar de la UVI a un género que estaba ingresado con un diagnóstico de enfermedad terminal. Puede ser previsible, pero en este caso esto es más una virtud que un defecto, que lo conecta con innumerables clásicos del western.
La historia se refiere a la lucha por las tierras entre sus propietarios, unos buscadores de oro sin dinero, que son amenazados por el rico del pueblo y sus matones. La gran industrafia frente al trabajo artesanal. La explotación y el abuso de los poderosos sobre los humildes. Los buenos frente a los malos. La historia que se repite una y mil veces. Nada nuevo bajo el sol, pero qué sol.
jamago1978
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22 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clint Eastwood arroja su particular visión del género que le hizo célebre, cogiendo y adulterando a su beneficio la trama de un clásico como "Raíces profundas". Aunque el afamado director está aún lejos del nivel sublime alcanzado en "Sin perdón", donde prácticamente da una carta de testamento al western, "El jinete pálido" es un proyecto muy interesante.

Narrada con un estilo atemporal, "El jinete pálido" tiene un aire apocalíptico que misteriosamente casa muy bien con el tono de película del Oeste realista que Eastwood imprime. La historia es prácticamente una fábula, el clásico ejercicio de inocentes colonos masacrados por la gran empresa minera, asfixiados hasta la llegada de un extraño, de un jinete y su sombra. Desde el célebre Lucky Luke, son innumerables los ejemplos de ese tipo de bienechor en el Far West para la mitología de este campo de creación.

Como toda cinta, "El jinete pálido" tiene sus puntos flacos. En primer lugar, es bastante previsible, a pesar de la excelente presentación del personaje de "El Predicador", el resto de las cosas son muy fáciles de adivinar. Además, como bien apunta una crítica, Eastwood cabalga solo durante todo el metraje, apenas da bocaditos al resto del reparto.

Por supuesto, Clint hace una estupenda interpretación de tipo duro, es demasiado buen actor para no hacerla, pero no estamos tampoco ante su mejor caracterización de este tipo de rol. Particularmente me siendo más inclinado a "El fuera de la ley", mucho más redonda en ese aspecto, bajo mi humilde parecer.

Muy recomendable, "El jinete pálido" tal vez haya sido inflada por la época en la que fue creada, cuando no había tantas obras del Oeste y quizás cayó en estado de gracia. Pero, desde luego, no es lo mejor de este gran director.
El Libanés
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