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En la Vía Láctea

Drama. Comedia Primavera en tiempos de guerra. Cada día, un lechero atraviesa el frente en burro, esquivando las balas para llevar su preciada mercancía a los soldados. Bendecido por la suerte en su misión, amado por una hermosa aldeana, un futuro apacible parece esperarle… hasta que la llegada de una misteriosa mujer italiana da un vuelco a su vida. Así comienza una historia de amor prohibido y apasionado que sumergirá a ambos en una serie de ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2016
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eres un director de cine respetado en todo el mundo, ganador de dos Palmas de Oro de Cannes (Papá está en viaje de negocios y Underground), caballero de la Orden de las Artes y las Letras francesa, músico y actor. Pasado el medio siglo de vida, decides dejar de lado la dirección de cine. Hasta que un día vuelves al Festival de Venecia llevando bajo el brazo... On the Milky Road.

Esta es una película delirante, en la que en ningún momento está del todo claro si te ríes con ella o de ella. Protagonizada por el propio Kusturica y Monica Bellucci, narra una historia de amor y enredos en un periodo de guerras. Dicho así no suena muy original, pero lo es. La película comienza con la matanza de un cerdo y el baño que unos patos se dan en su sangre en una bañera, declaración de intenciones de lo que viene. Servidor jamás ha visto morir a tantos animales en pantalla.

En cuanto a la película en sí, consigue que todo el cine salga anonadado de la sala. Usa un humor muy tonto en ocasiones pero que, usado sin ningún tipo de freno, te hace preguntarte dónde acabará todo ello. Aderezado con cierto realismo mágico muy peculiar.

El mayor problema de la película es su ritmo. Hacer algo tan especial y pasado de vueltas es muy complicado, y a Kusturica se le va la mano. La película perfectamente podría haber durado 90 minutos y quedar reducida a una versión igual de disparatada pero mucho más pulida, limpiando secuencias innecesarias, y mucho menos cargante (en ese eterno tramo final). Una película que fracasa... como era de esperar viendo su valiente (o suicida) propuesta. En spoilers algunas de las escenas que me sumieron en la perplejidad (casi todas involucran animales muriendo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ElMaridoDeLaAviadora
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12 de mayo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingenioso, delirante y mágico drama en tono de comedia satírica que a manera de fábula cuenta “tres historias verdaderas y muchas fantasías” entorno de la guerra en la ex Yugoslavia; repleta de personajes alocados y exóticos en medio del clima bélico que tanto marcó a los Balcanes.
El director y coguionista Emir Kusturica (Underground, 1995) retorna tras 10 años de ausencia en con su sello característico y una impronta narrativa que conjuga la crudeza de un realismo mágico muy cruel y atractivo. El realizador se encarga de contraponer la guerra y las costumbres con el amor en medio de una naturaleza en la que los animales ocupan un rol protagónico.
Con un paso sin premios por el Festival de Venecia, la propuesta de Emir Kusturica tiene todos los tradicionales condimentos de su estilo cinematográfico, pasando un guión ingenioso y exótico, una musicalización extravagante y personajes tan particulares como profundos, delirantes y complejos.
Kusturica muestra la crudeza de la guerra, pero también se ríe de ella inventándose una historia alocada, a la que en esta oportunidad llena de animales y los pone al nivel de los protagonistas humanos, otorgándoles roles inmaculadamente decisivos y por momentos inexplicables; derivando en una segunda parte final que eleva su calidad y nivel de magia y ensueño.
Una pieza de puro e ingenioso realismo mágico que sorprende, divierte y alecciona (aunque no se lo proponga formalmente) con su crudeza, magia e imaginación.

Calificación Fanaseriecine: 8 sobre 10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
fanaseriecine
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27 de abril de 2018
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me he mantenido prudentemente alejado del cine de Emir Kusturica. No sé cómo explicarlo, todo lo que leía sobre él me daba mala espina. La única vez que di el paso fue con El sueño de Arizona, por aquello del lujoso reparto, y salí escaldado. Una película nefasta, ridícula y pretenciosa. Por culpa de Monica Bellucci, me ha vuelto a suceder.
Los primeros diez minutos de En la Vía Láctea son premonitorios de lo que se avecina, una especie de ballet animalesco que te espolea a abandonar la butaca cuanto antes y tomar las de Villadiego. Pero no, yo quería ver a Monica, y perseveré en mi error. Recibí, a cambio de mi morbosa curiosidad, una ración de folclor balcánico, de filosofía balcánica, de chorradas balcánicas, de un humor chapucero que se pretende negro cuando no es más que carente de inspiración, una serie de gansadas monumentales, a los acordes de canciones imposibles, llevadas a cabo por el actor/realizador como a bote pronto, lo primero que se le ocurría en el momento, de una zafia y falsa poesía. La inacabable persecución de los tres soldados pone a prueba los nervios de los espectadores más avezados.
Francamente, creo que Kusturica rodó esta película para poder tocarle las tetas a Monica Bellucci. Un objetivo encomiable, lo confieso con atroz envidia, pero no hacía falta martirizarnos con dos larguísimas horas de mamarrachadas que no llevan a ningún sitio. Monica, estupenda, eso sí. Y el descubrimiento de una hermosa morena que responde al nombre imposible de Sloboda Micalovic. Un cuerpazo (otro).
Eduardo
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23 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zona serbia de Bosnia y Herzegovina (autodenominada República de Sprska) durante la guerra de los 90, finales del siglo XX. Kosta, un hombre de edad madura, militarizado, hace las veces de transportista de leche desde una granja a una de las líneas de fuego. Milena, hija de la dueña, está apasionadamente enamorada de él ante la casi indiferencia de Kosta, quien encontrará al amor de su vida en la persona de una mujer desplazada que será llevada forzadamente a la hacienda, a instancias de la propietaria, para convertirse en la mujer de su hijo cuando éste vuelva del frente.

Al comienzo de la película un rótulo advierte al espectador de que ésta está basada en tres hechos reales y muchas fantasías. Y es cierto que este filme, a pesar de su unidad, está dividido en tres partes claramente diferenciadas. La primera (con diferencia la mejor), la que transcurre durante la guerra; la segunda, cuando el enfrentamiento bélico ha concluido y la pareja protagonista tiene que huir; y, por último, una especie de epitafio que se sitúa quince años después de las dos partes anteriores.

Emir Kusturica, guionista, director y, en este caso también, actor protagonista, vuelve al surrealismo, onirismo y simbolismo que ha caracterizado casi siempre a su cine, dotándole, todo ello, de una magia difícil de lograr; y, en la primera parte de las tres en que divide su obra, retoma también toda su energía desaforada, inasible y desbordante que también le ha dado, cuando la ha utilizado, un añadido más al valor de aquella. En este apartado hay que incluir, pues es una pieza importantísima del maravilloso ambiente creado, el personaje de Milena, excelentemente interpretado por Sloboda Micalovic. El juego de sensualidad creado entre ella y Monica Bellucci alrededor del personaje de Kosta (Emir Kusturica), es magnífico. Ese vendaval de vida efervescente en, y por encima, de la tragedia de una guerra, cesará al llegar la segunda parte, donde sí se mantendrá el surrealismo, onirismo y simbolismo; pero en la que decaerá mucho la magia. La tercera parte contiene una realidad sobria emanada del final del punto anterior que resulta un añadido forzado y poco creíble. La violencia, expuesta de manera muy cruda, es otro exponente de esta película; algo que manifiesta en mayor medida la lucha por vivir dentro de tan adverso ambiente, sobre todo de la pareja de enamorados, y el motor que para ello supone el amor que sienten el uno por el otro. La comicidad que contiene, en algún momento, choca con lo trágico de la situación y el resultado es un tanto bufonesco.

La dirección es, además de todo lo dinámica que el vertiginoso ritmo del guion marca, contenida. La música, de Stribor Kusturica, hijo del director y autor de la de sus tres últimos largometrajes, sigue el modelo que marcó su padre al componer anteriormente la de sus trabajos y es muy buena, así como la tradicional escogida.

Por último, no quiero obviar el tinte político, en concreto nacionalista, que contiene 'En la Vía Láctea'. Emir Kusturica, a raíz de la guerra que esta misma película refiere, se posicionó en el lado beligerante serbio. Esta cinta está rodada, al menos los exteriores, íntegramente en la autoproclamada República de Sprska (la zona de Bosnia y Herzegovina ocupada en su mayoría por serbios) que supone el 49% de su territorio y el 35% de su población. Y aunque la historia que narra la puede entender todo el mundo, y lo que sucede ser trasladado a otros lugares, hay hechos en ella que demuestran dónde está realizada y bajo qué perspectiva: Que el reloj 'asesino' sea austrohúngaro, el simbolismo de la serpiente (animal odiado, pero aceptado por los lugareños porque se ha quedado con ellos), que el personaje siniestro que persigue a la Novia sea un general inglés (alegoría de la intervención extranjera aunque fuera tan solo enviando tropas de interposición de la ONU, y la posterior al enfrentamiento bélico por parte de la OTAN) y la presencia de la iglesia ortodoxa, no son secuencias inintencionadas. El propio director, en declaraciones a una revista serbia, tras el estreno, dijo que quería dejar claro de dónde procedía su obra y para quién, en primer lugar, iba destinada.
Juan Ignacio
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30 de julio de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serpiente se acerca a un charco de leche derramada y se pone a beber. El lechero accidentado, fascinado, contará este extraño suceso a sus allegados horas después. "Una serpiente nos expulsó del paraíso" advierte uno. "Sí, pero esa serpiente decidió venir con nosotros" sentencia el otro.

Kusturica se pone ante la cámara para interpretar a un lechero que a lomos de su burra atraviesa el frente de la guerra de los Balcanes, de un pueblo a otro, siguiendo la denominada Vía Láctea. La tranquilidad del pueblo apenas se ve perturbada por la guerra hasta que una misteriosa mujer de origen italiano, perseguida por soldados, llega a la región,

On the milky road es una película que va mutando según avanza. Comienza como una comedia costumbrista con toques de slapstick. El director graba una serie de reacciones en cadena cómicas que establecen el tono de esta primera parte. El recorrido de un águila que provoca un accidente es desde el primer momento una de las mejores escenas de la película por su perfecta ejecución, plano tras plano. Justo después un accidente con un reloj desata carcajadas al tiempo que nos presentan uno de los personajes más surrealistas de la cinta: una antigua campeona yugoslava de gimnasia rítmica. Igualmente, vemos al lechero esquivar las bombas sin inmutarse mientras reparte su producción. Todo ello interrumpido infinitas veces por una gallina que necesita saltar frente un espejo cada vez que pone un huevo.

Todo parece ya visto anteriormente. Las canciones, el alcohol, el ruido, el folklore y la fiesta desenfrenada que caracterizan las comedias del cineasta, al que se acusa frecuentemente de copiar a Fellini de manera reductiva con cierta razón. Sin embargo, a mitad de metraje, se cumple la profecía. La serpiente que bebía la leche se reencarna en el personaje de Monica Bellucci, serpiente y Eva a la vez, que decide acompañar a un Adán expulsado del bucólico paraíso que Kusturica nos había mostrado hasta entonces.

Se abre así el segundo episodio de la película, el de la lucha por la supervivencia, como si de una nueva película se tratase. Acción e intriga con un mayor fondo dramático. Todo el elenco reducido a dos personajes que se dan cuenta que el territorio que antes les acogía de pronto se ha vuelto hostil. Quizás una parte demasiado alargada, pero efectiva pese a todo, destacando el pasaje en la copa del árbol, en el que el director se permite a sí mismo un descanso para brindarnos una bonita escena, al margen del trepidante ritmo.

La dirección impecable del conjunto se ve enturbiada en cambio por un poso revisionista bastante incómodo. Utilizar una guerra reciente como fondo tiene sus riesgos: no tan solo de ir demasiado lejos, sino también de quedarse corto, lo que también supone una deformación de los hechos. Estos últimos meses, además, Kusturica no sólo ha desconcertado a la élite cultural europea al alabar a Putin, sino que además afirma habérsele vetado el film en Cannes por razones políticas. Caldo de cultivo que propicia un distanciamiento de la película, dejando sin respuesta una pregunta crucial: ¿Dónde sitúa Kusturica el límite de los bandos?

homecinema.blogspot.fr
harryhausenn
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