Cuando ellas se encuentran

Por las puntuaciones de valoración que antecedieron a la mía, podría decirse que de pronto soy un poco exagerado en mi calificación. Tal vez. Sin embargo, pienso que ejercicios como éste, donde priman los diálogos inteligentes, con un guión serio, claro, sin pretensiones mayores a la de brindar un brillante duelo interpretativo, merecen la mayor admiración, y más si en lo actual abunda por su ausencia. Y por lo anterior, me sigo preguntando, el porqué tan desconocida o poco valorada esta cinta, donde el trío protagonista hace gala de su mayor capacidad interpretativa, donde tal vez, Herbert Marshall, es el único que queda un poco opacado más que nada por el inigualable performance de sus compañeros de reparto en estado de gracia, siendo su rol el de suertuda víctima del amor de dos grandes mujeres: Crawford, escritora exitosa que plasma en su última obra sin terminar, las vivencias de su propia experiencia como amante enamorada de un hombre casado, que a la postre es su propio editor; Garson, bella esposa, que tranza un poco de su dignidad a sabiendas de las infidelidades del marido en cuestión para solventar un matrimonio unido con pinzas; y Taylor, como abnegado enamorado que crea todo un plan para desenmascarar al oportunista que quiere quitarle el amor de su vida. Los tres están sensacionales, y a base de puro oficio del más depurado, logran llevar a buen puerto esta historia, de la mano de un director, como Robert Z. Leonard que supo sacar el mejor provecho de las bondades brindadas por las leyendas que tenía bajo su mando. Algo de humor, algo de drama, mucho de actuación de la buena y que finalmente no defrauda. Crawford, Garson y Taylor, dan muestra de lo grandes que eran, con una química mutua evidente y un carisma de leyenda. Para qué más.

Adaptación de la obra teatral de Rachel Crothers, que ya había sido llevada al cine en 1913 como De mujer a mujer. En ella se cuenta la historia de una novelista que se enamora de su editor, un hombre casado que duda entre las dos mujeres.

Debido a que el tema daba lugar a un componente adúltero, tuvo que pasar ciertos filtros por parte de la censura. Dirigida por Robert Z. Leonard, se da la circunstancia de que éste ya había participado filmando nuevas escenas –aunque no apareciendo acreditado– en la versión de 1931. Igualmente, el decorador Cedric Gibbons había obtenido una candidatura al Oscar por su trabajo en dicho filme; algo que repetiría en este remake, ahora junto a Randall Duell y Edwin B. Willis.

La película es una auténtica delicia para el espectador, llena de enredos muy buen hilvanados y con actuaciones más que dignas, sobre todo de las dos mujeres protagonistas, y de Robert Taylor. El amor de un hombre hacia una mujer demuestra aquí que no tiene límites y que puede atravesar e ingeniar las argucias más sofisticadas para concederte alguna posibilidad. Muy entretenida, pero mucho. Un 7,5.

Una pelicula de lujosos reparto de contenido mas bien lento y pobre, hablamos de un cuarteto amoroso que rivaliza para ver quien se queda con quien, con una novela de ficcion de por medio que parece mas real de lo que parece. El mas simpatico es Robert Taylor, que parece fuera de su habitat pero que consigue adaptarse a su rol de animar la funcion, Joan Crawford tiene su mejor momento en el duelo con Greer Garson, en la que es la escena de la pelicula, y el resto avanza lentamente pero de calidad por debajo de las expectativas.