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Secretos de un matrimonio

Drama El matrimonio formado por Johan, profesor de psicología, y Marianne, abogada, recibe una noche en su casa la visita de sus amigos Peter y Katerina. Al poco tiempo, los invitados empiezan una fuerte discusión en la que los anfitriones intentan mediar sin éxito alguno. Cuando se quedan solos, Johan y Marianne empiezan a hablar de su matrimonio y de sus problemas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2007
101 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se me ocurre nadie mejor que el sueco para poner sobre la mesa las virtudes y miserias de un matrimonio pequeñoburgués sin que el producto resultante parezca una charla de consultorio ni una sonrojante exposición de higadillos y demás mezquindades humanas al más puro estilo telebasuril.

Pese a que sus detractores lo suelen tachar de pedante, metafísico y abstruso hasta la náusea, Bergman no hace alarde de ninguno de esos reconfortantes halagos en la peli que nos ocupa. Algo debe de tener este señor para armar entre cuatro paredes, dos actores y casi tres horas de metraje, una tesis matrimonial de magnitudes catedralicias.

Cierto es que Liv Ullmann y Erland Josephson están por la labor y nos regalan un duelo interpretativo de altura. Eso ayuda, como no. También favorece asimilar y/o descifrar mejor el discurso bergmaniano si vas camino de cumplir una década de contrato matrimonial como Johan y Marianne. Como Cristina y yo. Digamos que esa circunstancia ayuda a empatizar o a digerir con mayor fluidez la mayor parte de las eventualidades que nos plantea el film. Tal vez no verifiquemos todas y cada una de las situaciones cotidianas que puedan dar de sí diez años de convivencia, pero a Ingmar no le tiembla el pulso a la hora de mostrarnos de la forma más explícita y cruda posible contingencias tales como la violencia física o psicológica de ámbito doméstico.

Follar como leones resulta beneficioso a todas luces, pero no más que gozar con la misma música, con la misma comida o con los mismos horarios. El amor eterno es tan engañoso y quimérico como la complicidad sin convenio.

Se advierte que confundir “Secretos de un matrimonio” con “Escenas de matrimonio” esta penado con la consumación, certificada bajo acta notarial, de un menâge-a-trois con Pepa y Avelino. Quien avisa no es traidor.
Taylor
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28 de diciembre de 2009
61 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra autofinanciada por Bergman, comprime en algo menos de tres horas un serial televisivo de seis capítulos, abreviados y convertidos en secciones de la película, con elocuentes títulos: ”Inocencia y pánico”, “El arte de esconder bajo la alfombra”, “Paula”, “Valle de lágrimas”, “Analfabetos” y “En plena noche, en una casa a oscuras”, todos protagonizados por la misma pareja.

Johan y Marianne son entrevistados como matrimonio típico y ejemplar. La periodista mira a la cámara; ellos también, y se presentan mientras son fotografiados junto a sus dos hijas. Hablan de cada uno, de sus respectivas profesiones, de su similar procedencia de un hogar de clase media, de los diez años que llevan de matrimonio sereno y equilibrado, de la dedicación a las niñas.
Días después, y como contrapunto, un matrimonio amigo invitado a cenar se emborracha y monta una pelotera. Se tiran los trastos, se cantan las cuarenta y deciden divorciarse, ante el consternado silencio de los anfitriones.

Definidos esos extremos en la primera sección, Johan y Marianne ocupan ellos solos las cinco siguientes, en distintas épocas, agotando ante el espectador (como si la cámara que los presentó en el reportaje inicial siguiera ahí, filmándolos) todas las posibilidades de relación mutua comprendidas entre ambos extremos, y aún más.
Con gran riqueza de matices psicológicos, desarrollados en extraordinario recital por Erland Josephson y Liv Ullmann, Bergman radiografía la práctica totalidad de los aspectos de la vida matrimonial, algunos de ellos odiosos, al aparecer la violencia mental, incluso repulsivos, al aparecer la física.
El rencor, los celos retrospectivos, la complicidad, las personas terceras, la insatisfacción afectiva y sexual, la claustrofobia del vínculo, el compromiso, los ataques y contraataques, la fusión, la maraña de los compromisos familiares y sociales, la ternura, la incomunicación crónica, las suspicacias y susceptibilidades… todo tiene su momento en el exhaustivo despliegue de situaciones, en las que el director vuelca el compulsivo análisis, la autocrítica obsesiva.

Con el paso de los años, y en medio de altibajos, ambos personajes continúan relacionándose, más allá de la institución matrimonial y de otras instituciones aledañas como el Divorcio o la Fidelidad.
Ya no son el marido y la esposa, ni siquiera pareja, sino dos seres que siguen conociéndose, a fuerza de comprenderse en el espejo del Tiempo.

En esta importante película habría que señalar, además del valor artístico (especialmente en el orden teatral, por la calidad del texto y la fuerza dramática, y en el orden interpretativo, por las excelentes actuaciones respectivas), el valor antropológico, por así decir.
Archilupo
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3 de octubre de 2005
62 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
La otra vertiente del cine de Bergman: las relaciones personales toman el testigo de las reflexiones metafísicas.

La película consta de varios capítulos (se rodó para TV) y en ellos vemos la evolución de las relaciones de una pareja, con cada etapa emocional de ambos bien marcada. Somos partícipes de la intimidad de ese matrimonio burgués desde nuestra privilegiada posición de voyeurs, como si espiáramos detrás de la puerta de su dormitorio.

Las reflexiones sobre la pareja, el matrimonio, el amor, el sexo, la convivencia, la soledad, la dependencia y el cariño son innumerables, es absurdo tratar de apuntarlo aquí. Sólo diré que nos encontramos en ellas, de una u otra manera está diciendo cosas que todos pensamos (sufrimos, hacemos...) en ocasiones, aunque llevado por supuesto al extremo (no quisiera verme una relación tan tortuosa). Incluso cosas que no vemos (pero que sí están) o no nos atrevemos a plantear muchas veces.

Una película intensamente humana y emocional, casi impúdica y morbosa en la forma de mostrarnos sin tapujos el drama de este matrimonio asfixiante. Puede parecer difícil al principio pero, poco a poco, te vas enganchado a sus conversaciones y reacciones.

Por último no me resisto a destacar a una Liv Ullman descomunal, perfecta en su forma de aguantar la cámara posada en ella como si fuera la mirada de un espectador de teatro a menos de medio metro.
Bloomsday
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26 de enero de 2009
63 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
El recuerdo más firme que tengo del año 2002 fue el de una empinada calle de un país iberoamericano que no mentaré aquí para que no se ofenda nadie. También recuerdo gritos y pelea que salían de un portal. Y al corro de ociosos hombres que miraban una surrealista escena: una mujer, entrada en carnes, que sacaba de la vivienda las dos desvencijadas maletas de su marido a grito pelao. Una de ellas se abrió, y dejó en evidencia que la ropa interior de aquel hombre bajito no era la más apropiada para realizar un streeptease. Hubo muchas risas y comentarios mordaces que aquel santo varón en aquellos instantes ni percibía, pues la bendita señora le endosó dos tortazos, uno para cada mejilla, que no hubo planeta ni galaxia que no vislumbrase al instante. Y ya para terminar, la traca final. No contenta su esposa con la humillación pública a la que había sometido a su marido, entró rauda al interior de la casa para volver con una lata de gasolina rociando las escasas y ya públicas pertenencias del esposo que entre yoya y yoya intentaba en vano conservar algo de la poca dignidad que le restaba. Al grito de "véte con la puta esa, pendejo" un reguero de fuego aderezado con prendas íntimas del caballero, navegó literalmente calle abajo tras una atinado patadón que la enfurecida cornuta propinó a las maletas. Creo que todavía se escuchan las risas cada vez que, entre cerveza y cerveza, los más viejos del lugar recuerdan lo que ocurrió hace unos años en aquella empinada calle.

Bergman no lo retrató así, claro. En Secretos de un matrimonio cuando el cónyuge se las pira para darse la vidorra con una mujer veinte años más joven que él y finiquitar en una breve y sincera conversación diez años de matrimonio... la mujer (Liv Ullmann, ya no se fabrican actrices así) le pregunta a su marido que quién de los dos se va a encargar de avisar al fontanero para que se ocupe del arreglo que tenían pendiente en la casa (les juro por dios que no miento). Durante las casi dos primeras horas de film, el director sueco nos ofrece una amplia y lograda racionalización de los sentimientos pasados y presentes que los dos actores alternan con suma maestría. Ignoro si el tratamiento que otorga Bergam tan frío y aséptico en cuestiones del corazón es más una pulla a sus conciudadanos ante la total falta de sangre en el cuerpo o, simplemente, quiso realizar un buen retrato de las maneras y formas que para él son bien conocidas por aquellos lares. La última media hora es, en mi opinión, la mejor, ya que presenta los avatares del amor de una manera más universal y menos maniquea, resultando las situaciones mucho más reconocibles si no estás hecho todo un sueco.

Recomendable film en el que se agradece no contemplar la ropa interior de Erland Josephson deambulando calle abajo envuelta en un círculo de llamas tan caliente como un corazón vikingo. Aunque hubiese sido todo un puntazo. Ándalee!!
Txarly
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16 de marzo de 2006
41 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendo estudio de las relaciones conyugales, Bergman consigue desenmarañar algunas de las situaciones por las que puede pasar una pareja en crisis de forma objetiva, fría y ante todo, y esto es de agradecer, realista.

Cabe destacar por otro lado, que la película dura poco menos de tres horas y que basa la mayor parte de sus planos en los dos personajes principales, unos inmensos Liv Ullmann y Erland Josephson, y paradógicamente no se hace aburrida como muchos podran pre-juzgar antes de haberla visto. Ésto en mi modesta opinión, se debe en parte a esos rincones que nos ha reservado Bergman para poder espiar a la pareja como si vivieramos con ellos. Lo cual supone una participación directa del espectador en la historia que lleva a q empaticemos, juzguemos y en ocasiones nos decantemos por uno u otro de los protagonistas.

Por último destacar que ya tocaba que alguien nos tocara la fibra sensible sin necesidad de ñoñeces, artimañas y cuentos de principes azules para poder disfrutar de un drama amoroso, que és como la vida misma. Mí valoración real 9,5.

Lo mejor: Aparte de algunos planos, los diálogos y las interpretaciones, me gustaría destacar dos secuencias: 1- La cena con los amigos. y 2- La entrevista que tiene Ullmann con una cliente. Ambas EXTRAORDINARIAS.

Lo peor: Lo que pasa siempre, que muy poca gente le preste atención a éste tipo de cine.
cristian
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