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El profesor (Detachment)

Drama A un instituto lleno de alumnos problemáticos y con unos resultados académicos muy bajos, llega Henry Bathes, un profesor sustituto que posee un auténtico don para conectar con los alumnos. Pero Henry prefiere ignorar su talento. Al trabajar sólo sustituciones, nunca permanece bastante tiempo en un instituto como para mantener una relación afectiva con sus alumnos o sus compañeros. Cuando llega a este instituto donde una frustrada ... [+]
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
8 de abril de 2012
176 de 192 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como cinéfago, he visto muchas películas sobre el tema. Como profesor, me han gustado muy pocas. Caben en los dedos de una mano. Y me sobran dedos. Para mí, esta película es magnífica, alejada de idealismos y recomendable para profesores, alumnos, padres, administración... para todos, pues todos hemos tenido profesores, hemos sido alumnos, algunos son padres y otros pocos pertenecen a la administración. Con mucha voz en Off, con una estupenda interpretación de Brody y unos secundarios de lujo, la película es descarnada, no se corta y va directa al tema: el verdadero problema de la educación no es la educación, si no cómo profesores, alumnos, padres y administración llegan a ella, cómo cada cual intenta sobrevivir en el mundo y cómo, ya sea por unas razones o por otras, se siente una desafección, un desprendimmiento, un desinterés en el espacio común donde todos confluyen, pues muchos otros problemas pesan más que la realidad del aula. ¿Qué se consigue, entonces? ¿Qué se pretende? ¿Y cómo nos enfrentamos a ello? ¿O hemos decidido sobrevivir sin enfrentarnos?
Pocas veces una película tan sencilla como bien narrada me ha dejado tantos minutos sin parpadear, algunas veces con un nudo en la garganta, y con un sentimiennto de decir ¡joder, qué buena! al finalizarla.
Áralan
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9 de abril de 2012
64 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si va a salir crítica, contar la película o lo que me ha hecho sentir y vivir mientras la estaba viendo.

Pero si para algo está el cine es para que después de ver algo te quedes callado, reflexionando sobre lo que has visto, sin saber muy bien qué decir sobre la película en sí, pero que te ha llegado y llenado algo más que un puñado de minutos.

Al lío pues. ¿De qué va la película?

Es una interpretación brutal de Adrien Brody. Una buena persona, alguien que tiene asumido que en su vida, en lo que respecta única y exclusivamente a él, pues no le van a salir las cosas y no le importa.

Se dedica a pelear para que los demás salgan adelante. Desde los alumnos a los que sólo va a ver un mes, hasta la puta que se encuentra en la calle. Simplemente, mantiene en otro la esperanza que sabe que no deben de perder. Pone esas palabras que quizá él debió escuchar en algún momento o que, mejor dicho, a las que a lo mejor debería haber hecho caso.

Y no se rinde, con él sí, pero no con el resto. Especialmente significativa la escena en la clase en la que permite los insultos hacia su persona pero no frente al resto.

En definitiva, es una historia de historias tristes, que unas se pueden sacar adelante y otras no funcionan. Pero se trata de una película de luchar, de pelear contra todo y contra todos, con el único fin de tratar que otras personas consigan seguir adelante. Si él no puede, si a él no le sale, no pasa nada.

Él ya no pelea por él pero no va a dejar de pelear por el resto.

Recurrir al cuaderno, escribir sobre un parque. Tener un cuaderno en blanco como solución y vía de escape.

No sé, pero a mí me ha resultado muy familiar, me ha gustado en exceso.

Porque te hace recordar, aunque sea una película, que no estás sólo, que vale la pena.
Camarma
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25 de octubre de 2012
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días, rememorando mi etapa en el instituto, me acordé de un profesor que tuve los cuatro últimos años (desde 3º de ESO hasta 2º de Bachillerato). Enseñaba Matemáticas. Su método: resolvía un problema en la pizarra, y el día del examen ponía un problema similar en el que, recordando lo que él hacía, paso a paso, sacabas un 10. La gran mayoría de sus alumnos suspendía, a pesar de ello, y le culpaban a él. ¿Qué más podía hacer? ¿Explicarles el “truco”? En clase nadie le prestaba atención, no conseguía imponerse, se encaraban con él, y tenía fama de ser el peor profesor del instituto; la clase no callaba cuando él lo pedía, ni le respetaba; en la mayoría de situaciones seguía escribiendo en la pizarra como si nada; cada año la relación profesor-alumno iba a peor, hasta que acabó pidiendo un año sabático cuando me encontraba en 1º de Bachillerato.

Los profesores se enfrentan cada día, año tras año, al reto de enseñar, de educar, de transmitir valores a sus alumnos y, entre medias, al reto de vivir sus vidas sin que todo lo anterior les afecte. Se merecen todo el respeto, y sin embargo, cada vez reciben menos apoyos.
El Profesor (Detachment) –dirigida por Tony Kaye (American History X) y protagonizada por Adrien Brody (El Pianista), es una película que debería ser de visión obligada en todos los colegios… para los profesores. Una visión pesimista del sistema educativo, que muestra en su primer tramo cómo muchos padres, que no saben educar a sus hijos, se dedican a dar lecciones y a exigir a los profesores que se encarguen del problema, y cómo, de otro lado, para muchos la solución consiste en privatizar, cual mercado inmobiliario. Trata, finalmente, sobre el distanciamiento y el desapego de la sociedad actual, tanto a nivel educativo como global, ya sea como vía de escape para unos, o como parte del tipo de vida para otros.

Con un estilo que recuerda a otras películas de temática similar (Half Nelson, La Clase), la película carece al principio de cercanía y de implicación por parte del espectador, precisamente generado por su estilo pseudo-documental lleno de primeros planos. No obstante, su mayor defecto acaba por convertirse en su mayor virtud, y gracias al desarrollo de la historia y a las interpretaciones de todo su elenco, la película acaba elevándose por encima de la media, y especialmente, lo que hace de esta historia algo memorable, es la realidad que retrata, que te toca y te invita a la reflexión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fendor
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13 de marzo de 2012
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Actualmente vivimos en un mundo donde la juventud dejo de ser el futuro prometedor de la sociedad, en vez de eso se ha transformado en un grave problema económico y social, debido a que el futuro que les depara a los jóvenes universitarios y no universitarios es el de ser esclavos de un monótono trabajo.

"Detachment" plantea perfectamente esta grave situación postmoderna, desde la mirada de un profesor sustituto, quien a pesar de tener la sabiduría y los conocimientos suficientes para ser un excelente profesor, sólo puede ser el sustituto debido a un mal sistema educacional.

El protagonista bien puede representar el vacío y el desinterés de nuestra sociedad; el vacío y el desinterés de los estudiantes que no encuentran la razón ni la motivación para estudiar; el vacío y el desinterés de los profesores que intentan enseñar a alumnos que no les interesa aprender.

Con excelentes actuaciones, Adrien Brody interpreta de forma magnífica su papel, mientras que la joven actriz, Sami Gayle, sobresale entre los secundarios, interpretando a una prostituta. Una película muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Crisha
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1 de noviembre de 2012
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué se hizo de Tony Kaye? De hecho, ¿quién es Tony Kaye? Por partes. Empezando por lo básico, y haciendo un poco de memoria, el nombre corresponde a aquel director que hará ya catorce años sorprendió con su rabiosa irrupción en el mundo del cine. A este reputado documentalista, la fama no le llegó hasta el estreno de 'American History X', un título que, al principio entró en las salas de cine sin hacer excesivo ruido, pero que poco a poco fue creciendo con el siempre efectivo boca-oreja. Con estilo y siempre permitiendo que el contundente guión firmado por David McKenna mostrara todo su poder, Mr. Kaye se presentó a la comunidad cinéfila como uno de los talentos más prometedores de aquel entonces, justo cuando amenazas como el ''efecto 2000'' empezaban a rondar por nuestras cabezas. Cómo pasa el tiempo...

Ahora la primera pregunta: ¿Qué se hizo de Tony Kaye? Pues siguió con su carrera artística, marcada por más documentales, más vídeos musicales y sí, más largos de ficción. Ninguno de ellos gozó de la comprensión en el sentido del riesgo necesario por parte de la maquinaria distribuidora, con lo que permanecieron bajo la triste sombra del olvido. El que por el contrario sí ha conseguido llegar a nuestras salas (hecho que siempre es motivo de celebración) ha sido 'El profesor' (traducción facilona -una más- del original 'Detachment'), título cuyo desembarco comercial cabe atribuir a dos factores. El primero es la conocida como ''táctica Malick'', es decir, conseguir un cartel repleto de grandes nombres. Miembros distinguidos del star-system que no acostumbran a dejarse ver por los círculos independientes -o alternativos-, y que quizás por esto llama todavía su particular reunión.

El segundo factor es evidentemente la calidad, requisito presuntamente sine qua non para que alguien vea potencial comercial a la propuesta. Se supone... Llegados a este punto, es hora de mojarse entrando de lleno en los terrenos de la siempre peligrosa subjetividad, pero antes de que ésta se apodere de este análisis, nunca está de más recordar que, afortunadamente, siguen existiendo películas que se resisten a dejar indiferente a quien tiene la suerte -o todo lo contrario- de verlas. Desde sus primeras secuencias, 'El profesor' reivindica este papel, lo cual es por definición un arma de doble filo, al jugar ésta constantemente con emociones extremas -más que fuertes- y renunciar a la tibiedad de aquello que puede satisfacer a todo el mundo.

Quizás ésta era la única táctica a seguir, al centrarse el director en un tema con el que, efectivamente, es para echarse a llorar... y a patalear... y a romperlo todo. Una muy acertada viñeta de una publicación científica mostraba a dos ardillas en su guarida. Una estaba regañando airadamente a la otra, ¿por qué? Porqué la muy imbécil había estado perdiendo el tiempo inventando un rompenueces. ''¡Idiota! ¡Lo que necesitamos son nueces!'' Correcto. De abrirlas ya se preocuparían luego, cuando llegara el invierno. Se trata quizás de una de las mejores parábolas sobre lo injustamente maltratados que están ahora mismo activos en realidad de valor calculable como la investigación, el desarrollo... y claro está, la educación. De la pública, mejor ni hablar. El drama se intensifica cuando pisamos suelo estadounidense, donde la privatización de todos los servicios es algo parecido a una religión.

En este mismo país se halla un instituto cuyo nombre es lo de menos, pues su caso, más que ser representativo, es una de las muchas muestras de la triste realidad de un sistema que quizás se esté viniendo abajo. Las aulas de dicho recinto van a conocer a Henry Bathes, un nuevo profesor, un sustituto que, al igual que aquel apuesto joven de pelo oscuro y rizado que en su día enamoró a Lisa Simpson, sorprenderá tanto a alumnos como a compañeros de profesión por sus amplios conocimientos en literatura, pero sobre todo por su entrega total a una causa que parece perdida. Con un formato cercano al documental, ligeramente cercano al de Laurent Cantet en la magistral 'La clase', Tony Kaye combina un estilo directo y sin concesiones con las confesiones personales de varios maestros, la mayoría de los cuales está al punto del colapso debido al desgaste de su trabajo.

El menosprecio hacia la disciplina y el respeto hacia la autoridad por parte de unos menores que quizás se fijan demasiado en los mayores; deficiencias en la financiación debida por parte de unos entes que creen más en la inmediatez de las ventas de terrenos que no en los beneficios a largo plazo que lleva implícitos toda buena formación; la pérdida de fe del propio sistema educativo en que vaya a revertirse su trágica dinámica... son todas ellas -y muchas más- explicaciones suficientes para instaurar en el ambiente un fatalismo del cual es imposible salir. Como en el famoso relato de Edgar Allan Poe, ''La caída de la casa Usher'', todos los elementos presentes en la historia tienen la misión de poner su granito de arena a la hora de construir un sentimiento firme de melancolía... para poco después proceder al derrumbe.

La diferencia está en las formas. Lo que con Poe era sutileza y perfecto control sentimental, aquí es -para bien y para mal- poesía sucia, iracunda y sí, pasional. Ya no hablamos de melancolía, esto es un estado generalizado de depresión de caballo del que no se escapa sin darle caña a la droga dura. Kaye propone un drama que convoca para la ocasión espíritus tan incontenibles como, por ejemplo, el de Alejandro González Iñárritu o el de Lee Daniels: todo induce a la lágrima y no hay ni un solo resquicio a través del cual pueda siquiera intuirse el más mínimo rayo de esperanza. La caída -al vacío- empieza desde el minuto cero... y ésta no termina ni después de los títulos de crédito finales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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