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Avaricia

Drama Una mujer a la que le ha tocado la lotería se casa con un presunto dentista. El novio abandonado lo acusa de no tener licencia para ejercer como tal. A causa de ello, el matrimonio vive con dificultades, pero la mujer ahorra compulsivamente. Finalmente, la avaricia y los celos desembocarán en tragedia. Existen dos versiones: la censurada, de dos horas y media, y la completa, de cuatro horas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
20 de mayo de 2005
95 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la vi por primera vez, dado lo herejes que somos los que amamos el cine, me convencí de que Dios existía y era el genial Erich Von Stroheim. Desde las primeras imágenes tiene una fuerza telúrica impresionante; sólo los grandes maestros saben crear y Stroheim iba sobrado, en dos “plumazos” decía más que otros tras horas de disgresiones. Por ejemplo: Mc Teaque, el protagonista, toma las piedras donde se oculta el oro como lo que son: piedras; sin embargo, ese gigantes dos pasos después coge un pajarillo herido y con infinita ternura trata de devolverle el vigor. Un compañero se lo quita de un golpe y Mc Teaque ni se lo piensa: lo lanza por un barranco. El genio de Stroheim sólo pone un breve cartel: “Así era Mc Teaque”. Te lo ha dejado tan grabado que a lo largo de esa caída libre a lo más bajo que muestra la película que planea sobre todo este magistral drama. En una conversación de B. Wilder con M. Ciment, le comenta el gran director una conversación que tuvo con Stroheim cuando rodó el Crepúsculo de los Dioses. Wilder le dice que su problema fue adelantarse diez años al cine que se hacía; Stroheim contesta que veinte... Yo digo que cincuenta. Todo el cine posterior está ahí. Ya está Ciudadano Kane, el surrealismo, el neorrealismo, Fellini. Es prodigiosa. Su imagen final, en el Valle de la Muerte, seguro que ha inspirado a más de un western. Es una película cruel y violenta, con los actores en un estado de gracia absoluto, desde Gibson Gowland, a Zazu Pitts, pero cine cien por cien como sólo un genio podía hacerla.
Como ironía final hay un premio que no se concede todos los años en la entrega de los Óscar: el premio Irving Thalberg. Este hombre, genial productor, fue el causante de que una pelicula de 10 horas (Stroheim no uso guión sino que sencillamente cogió el libro de Frank Norris y comenzó a rodarlo, página a página), pasará a la duración actual; con el metraje sobrante sólo hizo una cosa: quemarlo. Buena prueba de los caminos por los que anda el cine.
Un abrazo a todos/as.
Strhoeimniano
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31 de mayo de 2010
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avaricia es la máxima expresión del naturalismo en el cine de los años veinte. Stroheim consigue dotar de expresividad total al cine mudo gracias a la perfección con la que cada toma estuvo rodada. Es una película revolucionaria tanto por su uso de la profundidad de campo y de foco como por los movimientos de la cámara, consiguiendo así que cada fotograma brille con luz propia. Además, el cineasta vienés se atrevió a rodar la mayor parte de las escenas en exteriores, con escenarios reales y luz natural. Fue un duro trabajo de dos años en los que Stroheim rodó ocho horas de película repartidas en treinta y seis rollos que elevaron el coste de la obra a 750.000 dólares de entonces. Los productores de la película, que pretendían una cinta de carácter comercial, obligaron a Stroheim a cortar su creación y para dejarla en tan solo dos horas de duración, obligación que al director no le sentó nada bien.


El film es una adaptación de la novela McTeague de Frank Norris y es un retrato de la conciencia del ser humano desde un realismo cruel, ya que la historia describe como la envidia y el egoismo pueden conducir a la locura y a la violencia. Los detalles más escabrosos de la vida de los protagonistas salen continuamente a la palestra y provocan que un film que en su principio aparenta ser un melodrama se convierta en un drama cargado de suspense donde la decrepitud humana va creciendo más y más. El clímax de la obra llena al final, en el Valle de la Muerte, cuando en un escenario propio del western Marcus y McTeague mueren por culpa del egoísmo, en una escena cargada de humor negro en la que la música toma un papel relevante.

El tema principal que se constituye como el eje central de la película es la avaricia, tema que sigue siendo actual ya que nunca caduca. Stroheim presenta la avaricia como una ambición que es el origen de la degradación humana. El segundo tema que deriva directamente del primero es la violencia, tanto la que aparece en el film como la que se genera en el espectador. La muerte, la violación y el hurto son elementos que aparecen representados en muchas escenas de forma simbólica: cuando McTeague salva a un pájaro herido y un gato trata de echarle el guante, la escena de Trina revolcándose en su cama rodeada de dinero, el entierro que pasa por detrás de la casa de los protagonistas y la escena donde el dentista besa a su amada anestesiada violando su dignidad.


En conclusión, Avaricia de Erich von Stroheim es una obra maestra del cine que refleja a la perfección la falta de moralidad que caracteriza en ciertas ocasiones al ser humano y como Dante decía: “La avaricia es de naturaleza tan malvada y perversa, que jamás sacia su voraz apetito, y después de comer tiene más hambre que antes.
marcos_188
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6 de julio de 2010
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habían pasado unos dos años desde que me “compre” esta película en internet… muy recomendada pero que no dejaba de ser “cuatro horas de cine mudo”…”Ya la veré”…”Jo, seguro que es un coñazo”…”Cuatro horas… buff, y encima en un principio eran nueve”…”Mejor me veo las que me quedan de Bergman o de Wilder”…”¿Qué puedo hacer en este caluroso día de verano? No he quedado, no me apetece leer, venga me voy a ver una peli, tengo “La gran ilusión” que todavía no la he visto y bueno también “Avaricia”, venga la voy a ver, que aunque resulte que sí es un coñazo, por lo menos puedo presumir de haberla visto”.
Pues por fin la he visto y no solo me ha parecido una película realmente increíble, épica, apoteósica, sino que además ha resultado ser sumamente entretenida y que ahora, por lo visto, es una de mis favoritas.
Y es que técnicamente es de lo mejor, las imágenes impresionan llegan a ser simbólicas, altamente estéticas, tramposas, y brillantes.
La música: a ratos acompaña, a ratos crea ambiente, a ratos es perfecta, a ratos supera en calidad a la propia escena…
Pero lo importante, lo que hace una película, es su historia, y Avaricia tiene historia para dar y regalar, cada minuto ocurre algo, cada minuto te deja con la boca abierta, el protagonista es un personaje genial, Trina también, Marcus por supuesto que también...
Y es que Avaricia tiene esos momentos que perduran (cuando la besa en su consulta, cuando Mcteague recoge al pájaro y después lanza al hombre que trataba de molestarlo por la pendiente, Trina en la cama con el dinero, la historia de amor entre la anciana y el anciano, viviendo en habitaciones separadas, pero que una vez fue una sola, el tremendo final…).
Es profundamente dramática, pero tiene momentos graciosos, tiernos… aterradores.
El mensaje de la película es obviamente en torno al título, pero también llega a ser más general, se trata, el amor, la venganza, el materialismo, el odio, la simpleza de la muerte, la dureza de la vida, ascensión y caída, y todo tratado con una ironía que hace que esta película sea siempre moderna.
Resulta extraño, no quería ver sus cuatro horas de duración… ahora quiero ver las nueve que en un principio duraba.
Tirso92
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16 de noviembre de 2006
29 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film es de visión obligada para todos los amantes del cine. Una auténtica obra maestra. Un incunable del séptimo arte.

Erich Von Stroheim fué un adelantado a su época. Pero no unicamente 10 ó 20 años como él mismo decía sinó todo un siglo. Avaricia es un prodigio de imágenes y de símbolos entrelazados. Nada es casual. Cada fotograma tiene su propio e intrínseco valor. Cada gesto tiene su preciso significado. Nunca el cine mudo tuvo tanta expresividad.

Es doloroso constatar la mutilación a que fue sometida esta película. No obstante, gracias a la versión reconstruida, podemos hacernos una idea de la magnitud de la obra original. Y lo que vemos más lo que imaginamos conforman un todo que ningún cinéfilo debe perderse.

Es imposible destacar escenas, porque todas y cada una de ellas tienen valor por si mismas. Nos hablan por si solas desde la mudez del medio. Los pájaros y el gato, la escena de la boda (absolutamente perfecta en todos sus detalles), la huida en el desierto, los brazos y las manos que se alargan en pos del oro...

En definitiva, un motivo más y rotundo para amar el cine.

Gracias señor Stroheim.
FATHER CAPRIO
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28 de febrero de 2013
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto la versión de cuatro horas y, a riesgo de que el venerable Stroheim se revuelva un poco más en su tumba, tengo que declarar que me alegro de no haber tenido que ver las nueve horas proyectadas originalmente y que se perdieron en las cenizas del olvido. No digo que no sea una pena y una barbaridad que una obra artística sea censurada, truncada y mutilada por la insensibilidad del dinero que mueve a las compañías y productoras (al menos en ese tema, el del vil metal, Stroheim estuvo muy acertado en su ópera prima), pero se me hubiera hecho tremendamente complicado aguantar nueve horas o más de metraje, si ya me ha costado superar cuatro. Lo siento por el insigne director si no soy digna de su pasión por su trabajo. Por lo menos lo he intentado, y la cosa no ha salido mal, si bien con “Avaricia” yo prefiero no entrar en el plano de las obras maestras.
La degradación progresiva de los protagonistas es lo que inmortaliza esta película. Qué cierto es que el dinero corrompe y destruye. Stroheim presenta un entorno descarnado de seres avaros o que, sin serlo en un principio, acaban cayendo en las garras de la codicia. Tanto la amargura de la pobreza como la obsesión por la riqueza impiden alcanzar la felicidad. Con la sola excepción de una encantadora parejita de ancianos, el resto de los personajes viven inmersos en unas psicosis, paranoias y bajos instintos que les impiden disfrutar de lo que tienen y que los empujan a ambicionar lo que no podrán tener, envidiando y acumulando rencor y frustración. Cada uno hace gala de algún rasgo muy amenazador: MacTeague, su propensión a dejarse llevar por la furia; Trina, su impenitente tacañería; Marcus, su rastrera envidia; Maria, su afición a presumir de lo que carece; y Zerkow, su instinto de ave de rapiña. También la madre de MacTeague ha sido una desgraciada, soportando a un marido borracho y putañero, sostenida por la única esperanza de ver a su hijo bien situado.
Stroheim no se hace de rogar a la hora de sacar los graves defectos de cada uno, y las épocas de calma y prosperidad siempre están marcadas por la amenaza inevitable, pues es obvio que las cabras tirarán hacia el monte, como les manda su instinto.
MacTeague tiene un fondo violento e incontrolable que al ser despertado es muy peligroso, y esa agresividad latente se va percibiendo a rachas hasta que las circunstancias lo lleven más allá de sus límites. Pero también es cierto que es un hombre sencillo que sólo busca un poco de amor y un hogar tranquilo. Quiere a Trina y el hecho de que a ella le toque la lotería no influye en sus sentimientos, cosa que no se puede decir de Marcus, el “devoto” primo de la chica. Pero es la misma Trina la que hará peligrar la estabilidad conyugal con su excesiva devoción por un dinero que se niega a gastar.
El mensaje se resalta con machaconería. Esos simbólicos brazos esqueléticos y esos dedos de uñas como garras aferrándose al oro, adorándolo como a un dios. ¿Para qué se quiere el dinero si por no gastarlo uno se rebaja a la miseria física y moral? ¿No es absurdo guardar intactos cinco mil dólares y malvivir, destruyendo tu relación con la persona que te quiere?
Porque el gran amor de Trina no es su marido, que está muy enamorado de ella (hasta que se le hinchan las narices). MacTeague es algo secundario, una mascota que le hace compañía. Ella no siente pasión por el hombre; lo que la apasiona son los billetes y monedas. Su cariño por el esposo es un efecto rebote; la lujuria por las riquezas suple a la lujuria carnal, y accede a esta última (que en realidad la horroriza, el sexo la incomoda) solamente porque la otra es tan fuerte que le permite regalar migajas.
Las otras mini-historias también giran en torno a las bajas pasiones, a excepción, como ya señalé, del romance de los ancianitos de la pensión. Stroheim no cerró todas las puertas, afortunadamente. Se agradece.
Suficientemente sórdida, con escasos toques de dulzura, buenas actuaciones y el expresionismo propio de la etapa muda. Y montones de escenas perdidas.
Lo siento por Stroheim. No se mereció lo que le hicieron a su querido largometraje, por más que yo no sepa apreciar la magnitud de la tragedia.
Vivoleyendo
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