Saratoga

Pues tal y como señalo en el título de mi crítica, la película ha pasado a la historia por ser el film que no pudo terminar Jean Harlow (murió durante el rodaje a causa de un ataque de uremia con sólo 26 años). La película es floja, la trama se sustenta básicamente por las apariciones de Harlow y da pie al morboso juego de descubrir qué escenas están interpretadas por una doble (se nota bastante ya que siempre sale de espaldas o con sombreros anchos que tapan el rostro.) este hándicap evidencia el tipo de montaje al que fue llevada la película lo cual no significa que desmerezca en su conjunto antes bien al contrario. Es una muestra menor de las famosas screwball comedies de los años 30, el resto del elenco está más que correcto y podemos disfrutar de Hattie McDaniel (la doncella de Vivien Leigh-Escarlata O´Hara, en Lo que el viento se llevó) en escenas impagables gracias a ella. Lo extraño es que en su época (1937) se convirtiese en uno de los mayores exitos de aquel año (según mis consultas previas a sesudos libros de cine). en mi opinión se debe mucho al morbo que suscitó ver la última interpretación de Harlow (más cercana a Carole Lombard que los roles de "putaine" de luxe a que nos tenía acostumbrados en interpretaciones anteriores). Recomendable su visionado.

Comedia muy efectiva en sus diálogos, con el mundo de las apuestas hípicas de fondo, en la que la pareja Gable-Harlow brillan en todas sus escenas, lástima que Jean Harlow falleciese antes de acabar la filmación. Utilizando una doble en algún plano de espaldas a la cámara, se terminó. La película no es una obra maestra, pero tiene buen ritmo y un guión bastante bueno, dirigida por Jack Conway, que era un buen artesano durante esos años (los treinta), cumple con lo que se le exije a una buena comedia romántica. Lo mejor es la mítica pareja de estrellas (con razón) en sus duelos dialécticos.

Adoro a Clark Gable. Esta declaración intempestiva a nadie le importa, lo sé, pero hay cosas que vienen del alma, y desde el alma hay que decir que nunca un apodo le vino tan bien a un actor. Gable fue, es y será el único rey de Hollywood pase el tiempo que pase, por esa actitud de ordeno y mando que despliegue con la naturalidad de un privilegiado y esa simpatía que te emboba. El rey con la más emblemática de las sonrisas... y de las orejas. Enamorarse de él están fácil.

Parece mentira que sólo dos años después se estrenara «Lo que el viento se llevó». Hablaré de esta última cuando llegue el momento, pero en relación a «Saratoga» no puedo más que, primero, maravillarme del enorme cambio cinematográfico que supuso la adaptación de Margaret Mitchell; y, segundo, regocijarme en esa curiosa sensación de saber lo que vendría después para Gable: la más rotunda y apoteósica inmortalidad, que él ni sospecharía mientras coqueteaba con la pobre y regordeta Jean Harlow. Esta chica murió joven, pero vivió el tiempo suficiente como para convertirse en el icono sexual de una época e incluso en un referente de mujer maliciosa y coqueta. Juntos forman una pareja agradable, no chispeante, tampoco demasiado divertida, pero cuca al fin y al cabo, sobre todo cuando les deja el guión y las malogradas circunstancias.

Así, «Saratoga» se desarrolla con un ritmo aceptable, una historia que no se cierra correctamente y algunos momentos para el recuerdo, como el del puro. ¿Acaso Gable en todo su esplendor no es una apuesta segura?

El éxito que obtuvo esta película durante su estreno fue debido a la muerte de su protagonista, Jean Harlow, mientras la rodaba debido a un fallo renal; contaba solo 26 años.

Los responsables del estudio, decidieron utilizar otra actriz, pero frente a la imposibilidad de encontrar alguien con características físicas tan definidas, optaron por filmar un buen puñado de planos con la sustituta, interpretando de espaldas o cubierta con sombreros que ocultaran su rostro.

La película falla en su último tramo, y para mí el único mérito después de 72 años, es la curiosidad a la hora de descubrir como se las ingeniaron para concluirla, conociendo que en la época se contaba, con medios muy limitados para ello.

Un cine lejano, que solo apetece en el momento que surgen cuestiones al margen del propio entretenimiento. Documentos históricos, como este, alejados de la exclusiva razón por la que vemos cine.

La que fue uno de los grandes éxitos cinematográficos de 1937, la segunda en recaudación en los Estados Unidos, sólo por debajo del bombazo planetario de "Blancanieves y los Siete Enanitos", con dos de las máximas estrellas de los años 30, Clark Gable y Jean Harlow, llega 77 años después a ser casi una desconocida que solo reúne dos críticas en esta estimada página. Comedia romántica, más de lo primero que de lo segundo, que respira clasicismo, desenfado, algunos chistes acertados y sobre todo, la química de su dúo protagonista.

No oculto que tiene algunos fallos, sobre todo en la recta final con un guión que como se descose. Lo más grave es que este juego de engaño, rayano a la estafa, que se trae el corredor y la prometida acaba justo como no debería hacerlo (SPOILER). Sin embargo, no quiero ponerme quisquilloso con la que fue la última película de Jean Harlow, que murió de un fallo renal antes de que acabara de rodarse, con tan solo 26 años, lo que explica sus ausencias o poses de espalda. La pérdida la elevó a categoría de mito y a "Saratoga" en un éxito semiolvidado.