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The Program (El ídolo)

Drama Un periodista deportivo irlandés está convencido de que las victorias del ciclista Lance Armstrong en el Tour de Francia se deben al dopping. Con esta convicción, empieza a investigar y a buscar pruebas que sacarán a la luz la verdad sobre Armstrong. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2016
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dopping es cualquier sustancia que incrementa artificalmente el rendimiento. Quienes usan el dopping, son unos tramposos que van contra la justicia básica y el juego limpio.
Por supuesto, esto es una memez. Los deportistas (todos) toman sustancias que incrementan artificialmente su rendimiento y no están prohibidas (proteínas, aminoácidos, vitaminas estimulantes, creatina...) y que, a la larga, también producen daños físicos. Pasa como con las drogas. 100.000 muertes al año ocasionan el tabaco y el alcohol estando permitidos mientras prohibimos otras por considerarlas más peligrosas.
Además, los deportistas, sin dopping, tampoco llegan en igualdad de condicionies: no tienen los mismos presupuestos, las mismas ayudas médicas, las mismas instalaciones...
Hipocresía, como digo.
En esto se centra la maniquea película de Stephen Frears: en la lucha contra el más malo con actitudes mafiosas (Foster-Amstrong) contra los buenos que defienden el deporte (algunos periodistas). Dibuja a un Amstrong con el que es imposible empatizar, hambriento de fama y victorias (y dinero) que incluso chantajea a otros corredores para que no denuncien y se sirve de su fundación de lucha contra el cáncer para evitar que le pillen.
Todo esto está contado como a saltos, sin fluidez alguna. Tanto, que se salta toda la parte de entrenamientos y casi toda la de ciclismo. El director desconoce también que el dopping te ayuda a entrenar más tiempo, con más rendimiento y disminuye el tiempo de recuperación. O sea, que te lo tienes que currar y mucho, mucho. No todos los que se dopan llegan arriba. Todo ese trabajo duro desaparece de pantalla y se queda un cliché tan extendido como inexacto: que puedes ser mediocre y basta con que te dopes para convertirte en el mejor del mundo, lo que es falso de extremo a extremo.
Este tipo de fallos se compensan más o menos gracias a la estupenda actuación de Foster y secundarios y al interés que todavía despierta la figura del ciclista.
Una pena. Querría haberme encontrado una realidad real: todos los deportistas de alto rendimiento se dopan y lo enmascaran con otras sustancias más adelantadas a la de los controles (si no, es imposible seguir batiendo récords y aguantar etapas inhumanas). No es cosa de manzanas podridas, si no un mundo establecido. Compiten todos en igualdad de condiciones porque todos van dopados (basta con ver sus evoluciones anuales, sus deformaciones en las rodillas y mandíbulas, efectos secundarios de la testosterona, por ejemplo) y la gente, los patrocinadores y los organizadores prefieren echar la vista al lado para que el negocio y el espectáculo siga viviendo. Quizá con un guion así la pel´ñicula hubiera sido más coherente, más interesante y nos hubiéramos dejado de tanta fábula moralinizadora para ver cómo está el mundo de la alta competición de verdad.

Espero que a vosotros os guste más del 6 que yo le he dado.
Áralan
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16 de junio de 2016
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del cielo al infierno por mentiroso. Así se resume la carrera de Lance Armstrong: campeón del mundo de ciclismo en ruta en 1993, siete veces consecutivas campeón del Tour de Francia y medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Sidney, entre otras victorias en carreras y clásicas. Otra vez el sueño americano truncado.

El texano llegó a ser considerado un mito dentro del ciclismo por su ejemplo de superación y lucha -venció al cáncer en 1996 y regresó a las carreteras para ganar todo aquello en lo que competía-. Un héroe a los ojos de muchos. Un ídolo que se demostró de barro en el año 2012, acusado de dopaje y despojado de sus triunfos en la ronda gala. El propio Lance lo reconoció, destapándose todo un sistema fraudulento donde el americano y sus compañeros de equipo usaban técnicas de dopaje difíciles de detectar en los controles de la época y que les convertía en 'superhombres' a pedales para resignación de sus competidores.

The Program es un viaje documental por la vida profesional de Armstrong y como, movido por la ambición de ganar a toda costa, cae en las redes de la trampa. Artísticamente hablando, The Program sigue la senda de otros trabajos de Frears, como Philomena. Basada en hechos reales e inspiradas en la denuncia de las malas prácticas en el deporte, en este caso el ciclismo. Frears y Hodge despojan al deporte del pedal de esa heroicidad que significa para muchos de nosotros -ya se hizo anteriormente con La bici de Ghislain Lambert de forma más cómica-.

Ben Foster esa una copia exacta del americano, en un papel que trabaja perfectamente. Es creíble. Y junto a Chris O'Dowd (David Walsh) nos brindan un duelo interpretativo brutal, con mucha carisma. También de calidad los minutos de Guillaume Canet, Jesse Plemons y Denis Ménochet, hasta completar casi dos horas de cine entretenido y documental al mismo tiempo, fiel a los acontecimientos. Buena apuesta para este verano a las puertas del Tour de Francia.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine/
Argoderse
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6 de agosto de 2016
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era inevitable la adaptación al cine (en clave de ficción, ya que existe un documental) de una de las historias más fascinantes e interesantes en el mundo del deporte de los últimos años, la de la, en su momento, increíblemente exitosa carrera de Lance Armstrong, después de vencer un cáncer, y su posterior y estrepitosa caída al darse a conocer que ganó 7 Tours de Francia haciendo uso de sustancias prohibidas.

Basada en el libro del periodista David Walsh y dirigida por el inglés Stephen Frears (Alta fidelidad, La reina, Philomena) la película inicia mostrando a Lance Armstrong, interpretado por Ben Foster, en sus primeras participaciones en el tour francés, mostrándolo aspiracional pero ya con la inquietud de saber que se requiere para entrar a la elite de la vuelta ciclista más famosa del mundo.

En una línea temporal que va dando saltos hacia adelante deteniéndose en momentos claves, vemos como Armstrong enfrenta y vence el cáncer, y como después de ello consigue, mediante un sofisticado programa que incluía uso de drogas y transfusiones de su propia sangre, ganar durante 7 ediciones consecutivas el Tour de Francia con la ayuda y complicidad (obligada por el propio Lance) de todo su equipo, mientras el periodista Walsh (Chris O’Dowd) está detrás de él.

El retrato que Frears traza de Armostrong es quizá lo más cuestionable de ‘The Program’, que va de un deportista ambicioso pero algo cándido hasta convertirse en un ser poderoso, insaciable, arrogante e inescrupuloso, que más que un deportista parecería un capo mafioso que amenaza y palmea la espalda de sus contrincantes, y no es que Armstrong no haya sido así, solo que Frears lo muestra sin matices y de manera muy subrayada.

Pero también hay que decir que el inglés consigue con habilidad narrar en su filme de manera eficaz un periodo de alrededor de 15 años de la carrera del ciclista sin traspiés y sin hacer uso de recursos manidos como flashbacks, ni meterse en lo más privado de Armstrong, y consiguiendo de igual manera un relato atrapante, a pesar de que el final de la historia es por todos conocida.

Frears logra un filme apasionante, narrado con pulso aunque lejos de la perfección, sin ambigüedades y una música que condena a su execrable personaje, en un relato lleno de tensión y suspenso.


http://tantocine.com/el-engano-del-siglo-de-stephen-frears/
Quique Mex
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11 de mayo de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy muy dado a ver biopics, sobre todo porque lo que más me gusta de una película es encontrarme con una historia original. Y, bueno, si sabes previamente lo que pasó con el personaje "biopicado", pues sorpresas no va a haber muchas. De todas formas no todo es la historia, el desarrollo y el modo de hacer cine también cuentan. Y aunque tampoco es que esta película brille, vamos, se trata de Stephen Frears, siempre hay que darle una oportunidad.
Como digo, este film no brilla en su conjunto, la historia la conocemos todos así en amplio, y viendo esta película podremos saber los detalles de lo que ocurrió con uno de los mayores mentirosos del deporte, Lance Armstrong, que pasó de ídolo mundial a repudiado. Pero Frears consigue, aunque todos nos sepamos el final, hacer una peli entretenida que no aburre. A los amantes del ciclismo les gustará, aunque se arroje mucha mierda con las prácticas que, bajo ese programa del doctor Ferrari, ponían a todos los ciclistas como ídem.
La interpretación de Ben Foster es brutal. Es lo único que brilla del film. Pero de Oscar, quiero decir. Además, siempre se agradece ver a Dustin Hoffman, aunque sea poquito. Y ya cuando aparece el verdadero Sergio Sauca, ni te cuento. Por cierto, podrían haber cogido a un español para hacer de Alberto Contador, que actores aquí tenemos unos cuantos. Y delgaduchos, también.
En fin, una película que no está mal pero... yo me esperaba más. No se dopa, eso está claro. En ese sentido, podemos estar tranquilos, aquí no hay EPO.
gero
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23 de junio de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos de nosotros crecimos viendo los hitos del ciclismo en aquellos calurosos veranos de hace años en los que hombres de miles de nacionalidades se exponían a la búsqueda de los límites del cuerpo humano sentados sobre dos ruedas e intentando coronar algunas de las etapas más duras del ciclismo mundial. El Tour de Francia no solo es la prueba más dura de este deporte, sino un hito en sí mismo por la complejidad que conlleva y por la exigencia física y mental que exige a quienes se atreven a jugar en esta liga ansiando ser aplaudido en los Campos Elíseos de la ciudad de las luces. Y, durante años, Lance Armstrong fue el emperador de las montañas, de la contrarreloj y el rey absoluto de la extenuación humana en búsqueda de la excelencia.
Muchos quedamos hipnotizados por los hitos conseguidos por el ciclista estadounidense, pero también muchos otros fueron los que sospecharon que, o bien había realizado un pacto con el Diablo para que le concediese un talento sobrehumano, o Lance utilizó diversas técnicas ilegales para engrandecer su potencial, corromper su cuerpo y ganar de manera ilegal los siete títulos que le fueron oficialmente arrebatados en el año 2012 tras la conclusión de las investigaciones que demostraron que no solo él se dopaba, si no que era el líder, capo y señor del dopaje en el ciclismo y el que captaba a nuevos esclavos del oxígeno extra, la testosterona o los esteroides. Y, tanto de su auge como de su caída, nos habla The Program.
El principal problema al que se enfrenta esta cinta es que se mueve a caballo entre una película biográfica con algunos toques sueltos de investigación periodística y un documental al uso acerca de una figura histórica del deporte. Algo así como si cogiésemos la maravillosa Senna y la mezclásemos con algunos toques de Spotlight. Y la jugada sale absolutamente nefasta. Algo realmente curioso teniendo en cuenta el gran carisma que se atisba tras las cámaras, pues a nivel técnico es de sobresaliente. Los porcentajes en los que mezcla ambas temáticas son de una proporción tan variable que el espectador medio puede sufrir las consecuencias de un montaje muy irregular, des lineal y en el que parece que sigamos a Lance haciendo su vida normal y corriente años tras año. Se echa absolutamente en falta en el metraje más minutos de investigación. De cómo el mundo y los periodistas deportivos creyeron que el mito era solo eso, un hombre normal que compraba la capa del heroísmo de la velocidad a un precio desorbitado que le pasaría factura de por vida. Es una película que se lleva dejar por la inercia de la historia, con un tono realmente impersonal, sobrio y en absoluto emocionante. Y, aunque uno de sobra sepa bien cuál será el final de algo así, me vuelvo a reiterar en el ejemplo arriba citado: todos sabíamos que Ayrton Senna falleció en un trágico accidente, pero el documental homónimo te llega a sorprender en el momento en el que relata dicha tragedia, algo que en absoluto ocurre en The Program, donde todo es más que previsible y no cuenta nada nuevo que no supiésemos.
Lo que sí es innegable es la magistral actuación de Ben Foster. Pocas veces se puede ver una adaptación tan camaleónica y realmente espectacular a un personaje histórico. El carisma de Ben salva los muebles de una película que hace aguas desde los primeros (aunque técnicamente impresionantes) fotogramas. Y es una lástima, pues de haber arriesgado más, de haber tenido un guion más carismático y arriesgado, podríamos haber estado ante uno de los documentales mejor realizados y más completos de los últimos años. Pero la realidad es muy diferente. Y es que, al igual que Lance, The Program va cayendo como una torre de naipes (y disculpen una metáfora tan tópica) que se intenta apoyar en una fotografía fantástica y en una interpretación magnífica, pero que inevitablemente cae cuando los cimientos que deberían sostenerla no tienen la solidez necesaria para hacerlo. Podría haber sido mucho más, quizá no haya querido serlo. O, directamente, no puede.
GonzaloAupi
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