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Ragtime

Drama Año 1906. Durante la presidencia de Theodor Roosevelt (1901-1909) Estados Unidos vive una etapa de transición, tanto económica como social. A través de las vicisitudes de varios personajes de Nueva York, se muestra cómo evoluciona el país en los primeros años del siglo XX. Coalhouse Walker (Howard E. Rollins Jr.) es un pianista negro cuya pacífica personalidad sufrirá un gran cambio debido al racismo dominante. Además, su vida ejercerá ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
1 de noviembre de 2007
43 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recibe el nombre de "Ragtime", un tipo de música negra, generalmente a piano, surgida en el siglo XIX (EE.UU.), con sus raíces en el jazz; dicho estilo musical se hizo muy popular y comercial a principios del s. XX a la vez que nacían también las primeras películas de cine norteamericano. Cabe recordar como ragtime famoso que nos suena, el que sirvió de banda sonora en la película "El golpe", dirigida por George Roy Hill (USA 1973).

Sin embargo, el concepto de "ragtime" también es usado aquí para titular y englobar los comienzos, paralelos a este tipo de música, de la toma de conciencia de la población negra estadounidense de la primera parte del s. XX sobre su honor, sus derechos humanos, su dignidad, etc., así como de muchas mujeres y hombres blancos que también participaron en la misma sintonía.

Se trata de una muy buena película por una sencilla razón: porque te enardece el alma, porque te subleva, porque te revoluciona, porque te recuerda qué significa HONOR y lucha por el derecho a ser respetado o recibir justicia; indudablemente quien se decida por tales principios debe saber que le costarán muy caro: quizás pérdida de vida, casi seguro de paz y de normalidad hogareña; el empeño por defender una causa justa, por muy pequeña o simple que parezca, conlleva por lo general el adios a una vida tranquila; sólo a los descendientes o aquellos que vengan más tarde, les cabrá la satisfacción de recoger los frutos o la cosecha de libertades y reparaciones que el luchador trata de conseguir a costa de dejarse la piel en ello.

En este sentido esta es una película muy reveladora y por lo mismo genera mucha pasión y apasionamiento. Sentirán ardor, rabia y hermandad con este ser humano de piel negra, noble, bueno, honesto, trabajador, que no hace daño a nadie, pero al que un día unos cabrones blancos, racistas, envidiosos y frustrados, lo humillan e insultan ensuciándole su vehículo y cagándose en su interior, ante lo cual la policía no sólo no detiene a los abusadores sino que por el contrario lo castigan a él por exigir reparación a la ofensa recibida. A partir de ahí se encadenan una serie de hijoputadas que pueden hacer con toda lógica que un hombre normal se transforme en loco, en suicida, en radical o en terrorista.

Esta película enardece a través de su estupenda narración de los hechos, y Milos Forman logra un producto tan excelente para inflamar la sangre, que yo apostaría incluso por la posibilidad de que sea una de las cintas cinematográficas favoritas en círculos infelices, donde se recluta a personas dispuestas a dejarlo todo y dar la vida por ideales extremos, fanáticos, violentos, terroristas o "causas justas"

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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27 de octubre de 2005
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Homenaje de despedida de los veteranos James Cagney y Pat O'Brien, de 82 años. Obtuvo 2 premios y 18 nominaciones (8 a los Oscar y 7 a los Globos de Oro). Inspirada en la novela de E.L. Doctorow, fue producida por Dino de Laurentiis.

La acción tiene lugar en NY en torno a 1904, año de las elecciones presidenciales que ganó Theodor Roosevelt. Describe la vida de NY en la primera década del XX. La narración se centra en la vida de un joven de color, Walken Coalhouse (Howard E. Rollins), músico de profesión, víctima de una broma pesada que derivará en un estallido de violencia. En torno a esta historia se esbozan otras tres: el romance entre un celoso playboy y una vedette, Evelyn (Elizabeth McGovern), la vida sosegada de una familia acomodada y la de un inmigrante ruso, Tathe (Mandy Patinkin), que se convierte en director de cine mudo. La película describe varios rasgos básicos de la vida neoyorquina del momento. Por racismo Walken es insultado y vejado gratuitamente y, pese a sus esfuerzos, no consigue el amparo de la policía. La desesperación le lleva a formar un grupo de matones. La creciente liberación de la mujer se muestra a través de Evy (protagonista de una película), el control del poder en la familia que ejerce con habilidad la madre (Mary Steenburgen) frente al autoritarismo del marido (James Olson) y las licencias de la compañera de Tathe. La firmeza de Walken en su lucha por la justicia, con el apoyo de compañeros de color y blancos, esboza la emergencia de la lucha por los derechos civiles y la no discriminación. El padre de familia es un industrial que se enriquece gracias a una prosperidad general que atrae un flujo ingente de inmigrantes. El egoismo y la hipocresía se encarnan en la suegra de Evy, que la convence para que cometa perjurio por dinero, que no le paga. Contrasta la comprensión solidaria de la madre de familia por la muchacha de color Sarah, que toma a su servicio, y por su hijo, que acoge como madre.

La música del debutante Randy Newmann, incluye 18 temas, de melodías melancólicas y nostálgicas, con predominio del estilo ragtime. Son excelentes la canción "One More Hour", que cierra la proyección, y la música instrumental y solos de piano que se intercalan en el metraje. La fotografía, del gran Miroslaw Ondrícek, aprovecha la excelencia de los escenarios y del vestuario para construir una narración visual exhuberante, de gran belleza. El guión aporta diálogos claros y vibrantes, escenas llenas de sugerencias y una magnífica descripción panorámica de la vida neoyorquina del momento. La interpretación, de gran nivel general, incluye intervenciones destacadas de Moses Gunn, Howard Rollins y Elizabeth McGovern. La dirección combina narraciones en líneas paralelas y cruzadas, mantiene un ritmo trepidante y construye un clima que absorbe y cautiva.

Una de las mejores películas del checo Milos Forman, que complace y convence.
Miquel
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16 de mayo de 2006
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las piezas están dispuestas, el tablero colocado, se lanzan los dados y...
Que complicado es hacer una película entretenida y que además contenga un mensaje (o varios), algo que contar, algo que nos dé vueltas en la cabeza durante un buen rato después de la proyección. Forman cuando está en forma lo consigue y aquí puedo asegurar que lo está.
Partimos durante todo el film de incidentes aislados que poco a poco adquieren grandes dimensiones e importancia en el devenir de la historia y de los personajes.
Toda una muestra de como tejer las vidas de unos personajes con hilos invisibles y un referente inevitable de las espléndidas Vidas Cruzadas y Magnolia (por citar dos de las más famosas obras corales).
Las situaciones es obvio que están llevadas al límite de lo verosímil pero la honestidad de los personajes hace que en ningún momento ponga en duda el relato, al menos en mi caso.
El filme, en mi opinión, hay que verlo desde la perspectiva de un cuento moral más que de una radiografía de la sociedad de la época, el inicio y el final dan pistas para tomarlo como tal pues son más poéticos que realistas.
Pero por encima de cualquier otra cosa una película entretenidísima en la que el buen degustador de cine encontrará numerosas referencias tomadas prestadas en filmes posteriores.
lovekraft
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6 de marzo de 2010
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las virtudes de Ragtime es sin duda su puesta en escena. La recreación de aquel periodo histórico Forman lo acomete con brillantez. Los actores, aunque justitos en algunos pasajes, aprueban el examen interpretativo, y añade a sus logros su bellísimo tema central. El lastre de esta nominada obra es la endeblez de su guión, y a pesar de que Forman se esfuerza en imprimirle brío, las grietas son demasiado profundas como para que pasen desapercibidas.

El relato sobre el cineasta judío no aporta absolutamente nada al desarrollo del film y posee lagunas artificiales como el arranque de ira del afroamericano pijo, exagerado y poco creíble, es decir, artificial (limpias la cagarruta y no te hostian o liquidan una caterva de irlandeses palurdos). Está fuera de lugar y todos los que vemos el film nos damos cuenta. No importa de qué lado esté la razón, nadie se ata una soga al cuello por una cuestión de honor que es imposible resolver dignamente por el número de garrulos enfrentado y que parece más un recurso forzado del director para ensalzar una épica de ningún modo creíble en unos tiempos en los que la sociedad norteamericana continuaba de manera sangrante y feroz unas formas de proceder todavía esclavistas con los supuestos nuevos hombres libres de América, convirtiendo la escena más en una disculpa falsa hacia sus conciudadanos que en el acto heroíco de un hombre ultrajado. Un hombre, no lo olvidemos, que proseguiría siendo mancillado hasta bien entrada la década de los setenta.

La película se deja en el tintero un montón de pequeños detalles que no quiere o puede desvelar y que hubiesen maquillado bastante el desangelado guión, logrando que destacásemos (los críticos con esta obra) más sus virtudes que sus defectos. Las ocho nominaciones a los Oscars fueron un premio más que suficiente en su día pero que en mi opinión no hacen justicia con lo proyectado. En fin, que tiene su puntito, pero se olvida pronto.
Txarly
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18 de mayo de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Milos Forman nos da una lección de fotografía. Nos ilustra acerca de como debe retratarse la sociedad de una época determinada. Evidentemente la sociedad entera no cabrá en la foto, pero sí algunos de sus elementos más representativos.

Y Forman nos presenta muy bien encuadrados aspectos de la sociedad estadounidense de principios de siglo tales como la situación de la gente de color, el inicio de la sociedad industrial bien representada tanto por la fábrica de Ford y sus coches al minuto como por una típica familia americana dedicada al negocio de los artículos para fiestas, el propio inicio del cine mudo, etc. Todo ello forma un puzzle bien construido y entrelazado con maestría.

Cinematográficamente hablando, la película tiene incontestables valores: la fotografía, el montaje, la música ó la interpretación. Y también nos ofrece momentos auténticamente de oro. Solo quisiera llamar su atención sobre uno de ellos: La escena del Madison Square Garden. Fíjense en los planos, en los gestos, en las miradas, en la música, hasta en la propia dureza de la secuencia. Magistral. Para uso y disfrute de gourmets del séptimo arte.

Tan sólo un pero: Su excesiva duración. Creo que la "historia" de la biblioteca podría haberse condensado algo más.
FATHER CAPRIO
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