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Los dioses vencidos

Bélico Christian Diestl (Marlon Brando) es un teniente del ejército alemán que ama a su país, pero guarda serias dudas con la guerra que comienza a abrirse camino. Noah Ackerman (Montgomery Clift) es un soldado americano que sufre las presiones de sus propios compañeros y jefes, pero está dispuesto a defender lo que es justo a como dé lugar. Ambos se enamoran de chicas con carácter, y esto también sirve de acicate para mantener el impulso de ... [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
22 de octubre de 2007
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable film en blanco y negro sobre la II Guerra Mundial, con un Marlon Brando realizando una de sus clásicas actuaciones a la manera de vedette teatral, algo pomposo y sobreactuado, pero muy sobresaliente dado que en ese año su físico le favorecía y congraciaba muchísimo; y por supuesto también merece mención especial, Maximilian Schell, el otro gran actor a destacar en esta película, que aquí empezó haciendo de militar alemán participante en la II G.M. y lo bordó tan convincente y perfectamente el papel, que luego repetiría parecidos roles con igual y grandiosa interpretación en "La cruz de hierro" y "Un puente lejano" (ambas de 1977). Es decir, los actores que acá hacen de militares alemanes sobresalen en sus interpretaciones, pero muy mucho, sobre los otros que hacen de estadounidenses.

Edward Dmytrik va mostrándonos los avatares existenciales de jóvenes soldados de una y otra parte de los dos ejércitos contendientes, todos ellos con sus miedos y esperanzas, pero principalmente con sus idiosincrasias masculinas, de hombres bravos, honestos y que se inscribían en sus ejércitos respectivos no por amor a la guerra sino por amor a la paz y a un mundo más civilizado, con orden y justicia. Luego como siempre pasa en la vida, unos se labran su éxito y otros su fracaso o derrota, pero aquí el director E. Dimytryk deja claro en los personajes protagonistas de uno y otro bando, que su condición no es la de los buenos y los malos sino la de seres humanos hijos del mundo en cuyas vidas cabe lo bueno y lo malo.

Un film de larga duración con muchos detalles curiosos que merecen contemplarse con tranquilidad y atención.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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15 de marzo de 2007
33 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Dmytryk tiene que haber dado gracias al cielo. Un emigrante de origen ucraniano que llega a Canadá y desde allí a EE.UU que pese a estar en la lista negra consigue -después de un tiempo y previa colaboración con la administración- hacerse un hueco en Hollywood pese a no ser ninguna fiera y trabajar con los mejores actores de la época. Debe ser porque no hizo ascos e hizo cine contra los alemanes, los japoneses, los comunistas y todo lo que le dijeran. ¡Viva los estómagos agradecidos!

Su filmografía es endeble pese a tener algún que otro filme apreciable como algún western y algún melodrama con tintes bélicos como este “El baile de los malditos” que no consigue llegar a donde se pretendía.

Y es que Edward Dmytryk es un director un tanto mediocre que se encargó de dirigir imitaciones cinematográficas de la original. Así realizó “El árbol de la vida” intentando emular a “Lo que el viento se llevó”, realizó “Los insaciables” intentando parecerse a “Gigante”, filmó “La batalla de Anzio” buscando el efecto de “La batalla de las Árdenas” y realizó “El baile de los malditos” imitando a la Oscarizada años antes “De aquí a la eternidad” (incluso la rueda en blanco y negro), además unos cuantos westerns que son imitaciones de otros que ya comentaré en su día.

En definitiva a partir de ahora le llamaré Edward “Falomir” Dmytryk, que le hace más justicia, y cinematográficamente podemos situarlo entre un Douglas Sirk y un Henry Hathaway, sin que llegue obviamente al nivel de ninguno de los dos.

La película en sí, está basada en un libro de esos del gusto de la época, escrito por Irwin Shaw, conocido mundialmente por escribir “Hombre rico, hombre pobre”, el caso es que “The Young Lions”, libro por cierto que leía el guionista de poca monta protagonizado por William Holden en “El crepúsculo de los dioses” no

Los actores tampoco están enormes, ni Montgomery Cliff está del todo bien, en realidad después del accidente nunca sería el mismo en todos los aspectos, ni Dean Martin, aunque para su nivel está más que correcto, ni Schell que está sólo vaya y ni mucho menos Marlon Brando que con esta película le marcaría el primer fracaso importante después llevar una década de los cincuenta casi perfecta. Eso sí, por lo menos tenemos la oportunidad de ver a la sueca May Britt, que está tremenda, lástima que no se prodigara.

La película fue hecha añicos por la censura española, aunque ahora se puede revisionar en DVD íntegramente con lo que gana bastante por el tema de los campos de concentración que hasta entonces parecía casi tabú.

A pesar de ser una película llena de tópicos, donde los nazis son muy malos y los judíos intelectuales que leen a Joyce, podemos decir que su visionado no defraudará del todo, mucho más por tener un formato de vidas cruzadas que tanto se lleva en nuestros días.

Por cierto ¿cómo pude pasar Brando de zapatero y monitor de esquí a Teniente de la Wehrmacht en tan poco tiempo? Cosas del cine.
vircenguetorix
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27 de enero de 2009
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que esta película parte con la ventaja que ofrece la perspectiva del tiempo. Así, la historia anticipa sensaciones poco predecibles: Barbara Rush profetiza en lugar de intuir cuando, esquiando con Marlon Brando (1937) le dice a este: "todo irá de mal en peor y todo acabará en una guerra".

Es una película “extraña”, no se me ocurre otra palabra. Enmarcarla dentro del género bélico es complicado. Antes es un compendio de flirteos amorosos de Brando, el germano teñido, coleccionando novias en Alemania, Francia y Estados Unidos frente al desvalido Clift: judío, humilde, sin futuro y emparejado con la más ñoña, una inocente chica de provincias de intachable conducta, contrapunto a la rubia esposa alemana de Schell.

Marlon, que pareció nacer cuñado con la marca de la sublevación (Rebelión a bordo), contradice a sus superiores y llega a asquearse de los mandos militares del Reich y la GESTAPO. Al otro lado, Clift, despreciado por su propio ejército y alistado contra la Alemania nazi padece en sus carnes el deplorable comportamiento de los marines norteamericanos que apalean, en sus propias filas, al judío por cuya supervivencia se justifica la lucha. Paradójicamente…

Lo peor: Dean Martin resta valor al reparto. Siempre fue un personaje poco recomendable para el cine. Es curioso que a Monty le halla tocado más bien en desgracia que en suerte, en dos de sus filmes épicos y como compañeros de reparto, al dúo de crápulas más grandes del cine, a la par que amigos y tunantes, (Sinatra en "De aquí a la eternidad" y Martin en "El baile de los malditos"); valiosos para la escena musical (y me refiero a Sinatra), no sin embargo para el cine.

Si de hecho Dmytryk quiso excitar el patrioterismo americano, cosa que dudo, se equivocó rotundamente. La elección de los duetos actorales es catastrófica. Clift con Martin del lado americano provocan hastío mientras que los espectaculares Maximilian Schell junto a Brando, convierten al tándem alemán en un tentador reclamo para cambiarse al “lado oscuro”.

Lo mejor: El “pique” entre Schell y Brando sobre la motocicleta. Si no es un gag humorístico es la escena más ridícula y esperpéntica jamás calzada en el género, como sugiere AGF, tímidamente, “bélicómico”.

No me queda claro. 5'5.
Valkiria
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17 de julio de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres hombres de diferente extracción social y étnica, tratan de buscar en tiempos convulsos (la Segunda Guerra Mundial acaba de estallar), cada uno a su modo, la manera de sobrevivir con dignidad. Uno es alemán, Christian Diestl (un estupendo Marlon Brando), hijo de un zapatero, que cree en el nazismo para resolver los problemas de su país; los otros son un tímido judío americano, Noah Ackerman (un genial Montgomery Clift), que descubre el amor antes de marchar al frente, y un simpático cantante habitual de los escenarios de Broadway, Michael Whiteacre (un discreto Dean Martin). Pero lo importante no radica en lo que les separa, sino en que cada uno de ellos representa una diferente actitud ante un mundo que se derrumba.

El alemán es el único de los tres que parece combatir con convicción; Noah, judío humillado en un ejército que combate al nazismo pero da cobijo a antisemitas, añora su vida civil tras dejar a su mujer embarazada; y Michael dedica todos sus esfuerzos (e influencias) a intentar evadirse del frente, buscando un destino más seguro. Los tres siguen un itinerario moral: Chrisian, horrorizado al descubrir el fanatismo y los crímenes nazis; Noah se esfuerza a sí mismo para ganarse el respeto de sus compañeros antisemitas; Michael, después de haberse acomodado a su destino londinense, solicita regresar al frente en primera línea.

Son tres formas de descubrir o recuperar la dignidad: la del soldado que reconoce estar luchando por una causa equivocada; la del perseguido que logra el reconocimiento de sus compañeros; y la del frívolo que decide poner fin a su falta de compromiso. Basada en una novela de Irwin Shaw, Dmytryk realizó un gran trabajo, en mi opinión, aprovechando el formato Cinemascope con una estupenda e hiperrealista fotografía en blanco y negro de Joseph MacDonald. La película cuya estructura responde al clásico montaje paralelo, sigue la trayectoria de los tres hombres, uno en solitario, el alemán, los otros casi siempre en pareja.

Es importante resaltar la primera escena, un año antes de la guerra en las montañas alemanas, un profesor de esquí, Christian, trata de seducir a su alumna americana, Margaret (una bella Barbara Rush), que precisamente es la novia del cantante Michael, rechazando la joven al futuro oficial alemán. Esta escena está ligada al final de la película que no voy a contar. La película pasó sin pena ni gloria al olvido, pero creo que una revisión es interesante para disfrutar de este melodrama con vocación anti militar, que recuerda vagamente al film de Fred Zinneman, “De aquí a la eternidad”, precisamente Monty Clift hacía un papel parecido y que como este film, profundizaba más en las personas censurando la institución militar.
Antonio Morales
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30 de mayo de 2010
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El baile de los malditos" es un retrato de la II Guerra Mundial realizado desde dos puntos de vista: el alemán, encarnado en la figura de Marlon Brando, y el americano, con Dean Martin y Montgomery Clift interpretando a dos reclutas del "Tío Sam".

Brando realiza, como siempre, un trabajo espectacular. Su personaje es un general alemán que cree en el nacionalsocialismo, puesto que lo ve como un movimiento social que ayudará a las clases desfavorecidas y contribuirá a la creación de un mundo mejor. Por supuesto, cuando comienza a ver desde el campo de batalla el horror perpretado por ese monstruo llamado Adolf Hitler empieza a desengañarse y a entrar en pugna consigo mismo por haber ayudado a la expansión de tan salvaje atrocidad por el mundo. Es a partir de ahí cuando el padre de Supermán nos demuestra una vez más por qué es el mejor actor de la historia.

Ahora debería hablar de los otros dos actores mencionados anteriormente. Sólo voy a decir que Montgomery Clift hace un notable pero innecesario trabajo. Digo lo de innecesario porque creo que el director de la película debería haber eliminado del guión todo lo que concierne al punto de vista americano y haberse centrado únicamente en el alemán y en el personaje de Brando. Toda la parte americana es, en mi opinión, insustancial y carente de situaciones realmente interesantes, pero parece ser que existe por ahí alguna regla no escrita que dice que una superproducción bélica o histórica debe durar al menos dos horas y media para ser realmente buena, motivo por el cuál tantos espectadores se desesperan y acaban pidiendo la hora. Esas ansias de épica y colosalismo terminan por destruir lo que podía haber sido una buena película de hora y media sobre las contradicciones y los conflictos internos de un hombre bueno entregado a la causa más cruel y deleznable de los últimos tiempos, y crean una odisea plagada de momentos irrelevantes y de nulo interés.

"El baile de los malditos" es interesante únicamente para todos aquellos fans de Marlon Brando. Si este actor no te interesa en absoluto no veas esta película. No te pierdes ninguna obra maestra ni mucho menos.
Juliobd
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