Leprechaun 6: De vuelta al vecindario

... en vez de backing 2 da júd. Es obvio que se intentó repetir la fórmula que se llevó a cabo en "Leprechaun 5: In the Hood": gente que intenta salir del ghetto bronxiano por las buenas, pero todo sale mal. Sin embargo, en esta película, se aplica de la peor manera posible: personajes totalmente intrascendentes en la historia —que es absurda y aburrida totalmente*—, actores con un talento nulo (es decir, como en todas las pelis de Leprechaun, excepto en la quinta —¡maravilloso Anthony Montgomery!—), un intento de concienciación social que se convierte en incitación al asesinato de los mierdas que salen en la peli, etc...

Mira que me he visto todas las pelis de Leprechaun, y he sentido vergu ajena en la mayoría, por no decir todas, pero... al menos me hacían reír, joder. AL MENOS. En ésta ni siquiera te puedes reír porque pretende ser un drama, por lo cual es jodidamente aburrida. Malísima, en serio.

El por qué de expandir a 6 entregas una saga tan chusquera y cutre como Leprechaun resulta un gran misterio para mi. Ni una (y especialmente ésta) consigue hacer gracia y no digamos asustar, por el contrario está tan penosamente realizada que el presentarla en un circuito comercial es no menos que una descarada estafa.

Absolutamente prescindible.

Se puede diferenciar claramente la saga entre la primera, una película que mezclaba el horror y el humor, con las parodias que fueron la 2, 3 y 4, la 5 ya la meten en un barrio negro de Los Ángeles y ésta vendría a ser secuela de esa, pero sin ninguno de los personajes de la anterior. Se podría decir que la 6 es menos mala que la 5, que tampoco es mucho decir porque la 5 es malísima, pero tiene una historia mejor desarrollada, aunque casi todos los personajes son malos estereotipos.

Toca despedirse de la franquicia, o por lo menos tal y como se prolongaría durante una década exacta con Warwick Davis como absoluto protagonista, y para el que, a pesar de lo que su autoparódica incursión en la sitcom de Ricky Gervais 'Life's too short' diese a entender (choteándose de sí mismo) no aguardaba una trayectoria posterior tan infructuosa.
El tal Steven Ayromlooi toma el testigo de Rob Spera en la dirección sin alejarse un ápice temático del espíritu afrogangsta de su predecesora ni, como aquella, renunciar a la compatibilidad del mismo con una ya definitivamente supeditada -eso si es que alguna vez no lo estuvo- condición fantástica (no digamos ya terrorífica) de la saga.
Porros, metralletas, rap y muchos hermanos del barrio soltando tacos mientras un señor maquillado con sombrerete verde va cargándoselos.
No hay vuelta de hoja: si te gustó la quinta tendría que gustarte ésta. La diferencia estriba en que adolece de contar con un Ice-T que, como en aquella, escude a un reparto al que sólo conocerán en su barrio -remitiéndome al título de la película- o, para el rapero Sticky Fingaz, los cuatro gatos que vieron la ignorada y fugaz adaptación televisiva de 'Blade'.
A no ser que Darren Lynn Bousman ('Spiral', 'Repo: The Genetic Opera') pueda remediarlo y convencerle, ésta es la última ocasión en la que Warwick Davis se transformó en el duende psicópata.
Tal como llegó se marchó.

No corrige errores de la anterior secuela, cuyos defectos son aquí agrandados. Actores sin carisma, interpretaciones de bajo nivel, acción poca, trama menos que poca, y en fin, una mala película. Una pena, pues el Leprechaun sigue siendo interpretado por Warwick Davis, y hay una incorporación de una especie de bruja/hechicera a la que, de haberle sacado mayor partido podría haberle dado fuelle a la película, pero todo queda en nada.