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Pinochet in Suburbia (TV)

Drama La detención sin precedentes de antiguo dictador chileno Augusto Pinochet, a la edad de 82 años, es el sujeto de este aclamado telefilm protgonizado por Derek Jacobi. Después de tirar el poder en 1973, Pinochet gobernó con un puño de hierro... (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2010
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo, Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, y esto, y lo otro y lo de más allá; que otrora, no hace mucho, fui conocido en mis millonarias cuentas secretas en el banco Riggs de Washington como "Daniel López", o "APU", o "Red Fox", o "José Ramón Ugarte", voy a escribir (Año 2006 D.C.) esta extraña historia de mi vida.

Bueno, en realidad no la voy a escribir. Por varias razones: primero porque la espicho este año y a qué andar el tiempo con chorradas; y segundo, porque el episodio del arresto de Londres en 1998 es una gilipollez. Más interesante hubiese sido contar mis maquiavélicos planes cuando era el más leal a Allende, o la orgía de sangre neroniana a la que me lancé a continuación. La tontada de Londres sólo satisfará al que se enorgullece de dar un pellizco a un tigre.

Al menos han tenido la decencia de escoger a Derek Jacobi para interpretarme, lo cual me agrada porque como digo en este telefilme, yo me identifico con los dictadores romanos. Sobre todo con Sila, que reprimió a saco a los que le contrariaron, abandonó el poder y cuando un romano le increpó cuando se retiraba ya a su casa como un vulgar civil, soltó: «¡Qué imbécil! Después de ese ademán, no habrá ya dictador en el mundo dispuesto a abandonar el poder.» Bueno, yo sí, jeje. Es que en el cole ya me costaba aprender la lección. Debió ser por eso que sólo entré en la academia militar a la tercera.

Hablando de Jacobi, conn Claudio no tanto, sólo en la capacidad de fingimiento en determinadas situaciones. Ya me podían haber dado el Oscar por esa interpretación de enfermito que hice en Londres para que me mandaran a casa, si es que en este mundo no hay justicia.

Lo que verdaderamente fue atosigante en la estancia londinense fue estar encerrado en esa mansión con mi insoportable mujer todo el día. Eso sí que fue una tortura, y no lo que alegan otros. Sila sí que se lo montó bien, se casó al renunciar con una jovencita de buen ver y se pasó todo el retiro feliz y contento dándose a los placeres. Desgraciadamente sólo le pude imitar en eso de morir en la cama, porque cuando volví a Chile me siguieron molestando con tonterías.

Pues nada, aquí tienen un telefilme sobre el añito que me tocaron las pelotas en Inglaterra. Un rasguño, vaya. No entiendo a mis enemigos, si el tiranicidio es algo que moralmente está aprobado por casi todos los moralistas, no sé porqué se meten en líos judiciales. Un tiro al estómago y listo ¿no?

Hala, ya puedes darle al SI, que sino te meto en un estadio y te hago desaparecer en el mar.
Gilbert
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