Una boda sangrienta

Esperaba más una comedia negra que una película que intenta ponerse seria y que se queda a medias de todo, iba con expectativas de reírme, de pasármelo bien, pero se me hizo plomiza y no llegó ni a entretenerme. Es de las películas que conforme pasa su metraje vas diciendo ahora me sorprenderá, si que tarda en pasar algo y llegas al final y dices, vaya perdida de tiempo. Un placer.

Cottage Country es una película que en principios pinta de humor negro pero a medida que avanza se la va creyendo a sí misma y cae en la pedorrada.

Cuando menos te la esperás se pudre todo, punto a favor. Llega el gore y las situaciones inverosímiles. No es tan mala como me imaginaba, si seguían la línea del humor negro zafaba.

Peli de Netflix dominguera.

Lo peor de 'Cottage Country' es que no hace reír. El problema no es el humor negro, si no la falta de éste. La película se va convirtiendo en una sucesión de asesinatos, más o menos justificados, pero sin despertar mucho interés.

Hay un batiburrillo de géneros, pues se toca la comedia negra, el drama, el gore, los espíritus, la intriga. Pero tanta mezcla al final queda en que ni chicha, ni limonada.

Malin Akerman recuerda al personaje de Cameron Díaz en 'Very bad things', aunque aquella sí que tenía un desarrollo brutal. Pero no todo es malo. El final sí es digno de una comedia negra.