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Casa vampiro

Comedia. Terror Viago, Deacon y Vladislav son tres vampiros que comparten piso en Nueva Zelanda. Hacen lo posible por adaptarse a la sociedad moderna: pagan el alquiler, se reparten las tareas domésticas e intentan que les inviten a entrar en los clubs. Una vida normal, salvo por una pequeña diferencia: son inmortales y tienen que alimentarse de sangre humana. Cuando su compañero del sótano, Petyr, convierte en vampiro a Nick, nuestros protagonistas ... [+]
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
8 de julio de 2015
56 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que los vampiros, esos monstruos tan sugestivamente crápulas y elegantes, se han visto relegados a descoloridos galanes forra carpetas, es de agradecer que el cine nos los devuelva en toda su magnitud, aunque sea en clave de chirigota.

Esta peli nos habla de la problemática de repartirse las tareas domésticas cuando compartes piso, que esto es un problema común a todos, muertos y mortales. Así mismo, plantea los conflictos generacionales dentro del colectivo vampírico, porque no es lo mismo haberte convertido en el siglo XV que antes de ayer. No afrontas las cosas con el mismo talante, pero no por la novedad, sino por la mentalidad. Los jóvenes de hoy en día están a por uvas.

Cuando vi el tráiler y miré el poster, pensé que esto iba a ser una imbecilidad inaguantable. Me equivoqué.
Es una comedia original y bastante graciosa, que aprovecha el recurso del falso documental sin cagarla en el intento, que mira que es difícil.
VALDEMAR
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11 de octubre de 2014
61 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este falso documental, un equipo de rodaje filma los problemas de convivencia de cuatro vampiros, cada uno de una época diferente, en una casa a las afueras de un ciudad de Nueva Zelanda.
Todo el metraje está cargado de situaciones cotidianas, que con vampiros como protagonistas las hace altamente graciosas.
Cada uno de los vampiros representa a uno de los estereotipos clásicos de vampiros, uno estilo Nosferatu, otro estilo Dracula, otro como Banderas en Entrevista con el vampiro, y el último como Brad Pitt en esa misma película.
También se muestra la relación de los vampiros con los hombres lobo, como solucionan la logística durante el día, las fiestas a las que acuden, sus amistades, etc...
Las interpretaciones son aceptables, sin que destaquen para bien ni para mal.
Los efectos especiales están bastante bien, aunque deliberadamente hacen alguna escena cutre en la que los vampiros flotan, y aunque no los ves, te imaginas los cables que les levantan sin proponértelo.
En definitiva, una peli de risa, que además da risa, y encima sobre vampiros. No se la pierda!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tunante
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11 de octubre de 2014
54 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los neozelandeses Taika Cohen y Jemaine Clement, creadores de Flight of the Conchords y Eagle vs. Shark llegan a Sitges para hacernos pasar uno de los mejores ratos del festival con una comedia vampírica que es mucho más en el fondo y que arrasó en Toronto. La cinta sigue las (no) vidas y movidas de los inadaptados Viago (Taika Waititi), Deacon (Jonathan Brugh), y Vladislav (Jemaine Clement), tres compañeros que comparten una casa en los suburbios de Wellington y afrontan la situación actual y los obstáculos y trabas que nos van poniendo día a día, pero con una peculiaridad, los tres son vampiros inmortales ansiosos de sangre humana. Salvando esa peculiaridad, y que tienen ciento y pico años, la peli nos relata el día a día, complicado y difícil de los muchachos, que tienen que hacer piruetas para pagar el alquiler, cumplir con las tareas del hogar, ir a los pubs de moda y superar los roces de la convivencia que todos los que hemos compartido piso nos sabemos de memoria. A lo que no todos estamos tan acostumbrados es a tener que asesinar, mutilar y beber sangre humana, que es el otro apartado de la vida de nuestros protagonistas, igualmente divertido y fascinante. Pasamos parte de las 48 horas de grabación, con estos tres vagos vampiros que no dejan de discutir sobre las tareas de la casa mientras planean la forma para atraer a su próxima víctima humana a la guarida para “llenar el frigo”. Esta premisa disparatada, con un sentido del humor espléndido es un vivo reflejo del cine que algunos cineastas de Nueva Zelanda se empeñan por sacar adelante y que tiene sus más claros orígenes en el inmenso Peter Jackson y sus clásicos de culto Bad Taste (1987) y Brain Dead, tu madre se ha comido a mi perro, (1992), cintas que con su bajo presupuesto se fijaron el exceso salvaje, brutal y divertido como objetivo y que hoy en día nadie se atrevería a menospreciar. Pues bien, en la peli que nos ocupa, los personajes son igualmente extremos, y sus directores los enfrentan a situaciones cotidianas que desde su punto de vista son absolutamente desternillantes. Humor a raudales, negro y macabro, estupendos aspectos técnico e interpretativo, (el sólido elenco está francamente perfecto, a destacar Jonathon Brugh-yo casi me muero de risa con su hilarante bailecito torpe), la única pega que uno puede ponerle después de disfrutarla a saco es su desarrollo demasiado convencional y no tener un final excesivo y salvaje como era de esperar.
El esfuerzo de llevar el argumento al género del falso documental, saturado como pocos, beneficia totalmente a la peli, que se permite incluso inventarse un organismo financiador como la “Junta Documental de Nueva Zelanda”, inexistente.
Usando la cámara como su propia herramienta, y como oportunidad de lucirse y destacar por encima de sus compis de piso, cada uno trata de superar las habilidades que utilizan los otros, como en la desternillante escena de la levitación. Cuando un recién converso presume de sus habilidades, nuestros protas tendrán que ingeniárselas, porque hasta ahora sólo se habían preocupado de sus problemas de vestuario (de partirse la caja, porque al no reflejarse en los espejos se tienen que dar consejos de moda), tratar de ir de fiesta a sitios donde nadie les invita y demás, todo narrado con una sucesión de gags vampíricos rápidos, fluídos y perfectamente insertados, manteniendo una capa sutil humorística a lo largo de todo el metraje, pero consciente también de su parte terrorífica, y tiene alguna escena francamente aterradora (la de la persecución por la casa es brutal). La cinta ofrece además una mirada conmovedora explorando los viejos valores, las creencias del pasado, las pérdidas y los prejuicios que sirve de metáfora reflexiva del momento crucial en el que nos encontramos, mostrando que con el paso de los años, es más fácil ir quedándose atascado en nuestros caminos, aún más para nuestros protagonistas que cuentan su edad no en años sino en décadas. También sirve como reflejo de cómo nos enfrentamos a nuestras relaciones. Cada uno de ellos tiene un desafío, una preocupación, Viago se enfrenta al clásico dilema del vampiro inmortal, de no envejecer mientras su amada lo hace, Vladislav tiene una bestia del pasado que podría revivir sus heridas y Deacon se enfrenta básicamente al reto de satisfacer una nueva generación mientras se da cuenta de que su propia juventud se le está escapando por momentos. La idea es genial, me lo reconocerán, pero la ejecución, que no deja de ser estupenda, pedía a gritos un desarrollo mucho más sangriento y salvaje y acaba no funcionando del todo. Aún así, es loable el intento de hacer un nuevo tipo de humor, de ajustado presupuesto pero estupenda factura, (no entiendo las críticas negativas menospreciándola) que revitalice el género de “comedia de terror” y nos brinde oportunidades refrescantes como ésta para pasar un rato estupendo y descubrir que Nueva Zelanda no sólo es un pequeño país donde se rodó El piano o El señor de los Anillos, situado en nuestras antípodas, cuya ave nacional no vuela, y que ha plantado cara a los mismísimos USA en varias ocasiones, sino un país cuna de geniales directores, originales y únicos. SIGO EN SPOILER.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
javieritos
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6 de julio de 2015
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva Zelanda apenas es una cinematografía transitada, no sólo por estar en nuestras antípodas, sino porque más allá de los herrumbrosos anillos dorados de Peter Jackson, no hay nadie de renombre que proceda de allí. Por lo tanto, tierra virginal e ignota. Por ello produce especial simpatía ver en una oscurecida sala de cine lo que parece una cinta de bajo presupuesto y ejecución artesanal (por su acabado – quizás buscado y en todo caso logrado – algo tosco y granulado) que nos llega con cándida osadía y resuelta desvergüenza.

Además aborda el tan trillado como fatigado género de vampiros con brío y determinación, aportando un tan necesario aire fresco como irreverente, añadiendo humor e ideas sabrosas al obsolescente mundo de las dentelladas sedientas de sangre humana. Se toma en serio el mundo vampírico que parodia – una de sus virtudes – y ese concienzudo y admirado respeto por los añejos precedentes apolillados es una de las bazas de esta comedia bufa que no deja títere con sangre ni lugar común por expoliar. Pero no es un mero plagio descarnado, sino que crea un mundo propio, creíble en su absurda cotidianeidad, poblado de licántropos, siervos, hipnotismo y zombis, ofreciendo un compendio fantástico del género gótico.

En apenas hora y media – otro de sus méritos: no alargarse demasiado, la justa medida es virtuosa – recorre los mejores tópicos del género: vanidad carcomida, seducción compulsiva, sexualidad desaforada, manías rancias, romanticismo de cartón piedra, candelabros de corta y pega, sótanos devastados y quejumbrosos, policías influenciables y atontolinados, informáticos pavisosos y mudos (una aportación memorable al género, paradigma de la memez inoperante y borrega imperante en el tecnificado mundo actual), en definitiva, una galería que une lo reconocible con la ocurrencia descarada y cañí en barroco aquelarre jocoso y desmitificador.

Conviene decir que si bien hay muchas ideas llenas de chanza e ingenio que provocan la carcajada agradecida y el guiño cómplice, el conjunto acaba estando por debajo de sus posibilidades, como si estuviéramos asistiendo a un boceto apresurado de un diletante con talento en vez de presenciar el cuadro terminado de un maestro. Hay muchas ideas, mucha chispa, muchas propuestas y mucho donaire… pero al final prevalece la sensación de que asistimos al ensayo de una pieza teatral aún verde y por pulir, donde aún hay muchos pormenores que mejorar y todo resulta demasiado episódico, quizás abducido por el formato televisivo que todo lo corrompe. Un catálogo de felices ocurrencias no presupone una buena película. Divertida pero mejorable.
antonalva
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19 de diciembre de 2014
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vampiros y falso documental se juntan consiguiendo un resultado superior del esperado. El hecho de tratar el tema vampírico desde un punto de vista cómico no es nuevo, pero sí lo es el modo en que se nos presenta a los personajes y la trama que se desarrolla durante el film, que te permite acercarte a una realidad absurda pero cercana, ya que humanos y vampiros se sitúan en un mismo nivel. En esta película los vampiros, a pesar de tener centenares de años, no son los típicos hombres inteligentes y sabios, sino simplemente hombres con sus manías, sus diferentes y divertidos caracteres y su original modo de vida.

La película explota y caricaturiza constantemente los tópicos vampíricos a los que estamos acostumbrados e incluso, de un modo sarcástico, se nombra la novela que después se convirtió en film, Crepúsculo, momento en el que me di cuenta de que What we do in the shadows es totalmente lo opuesto a Crepúsculo; no tenemos personajes guapos ni inteligentes, sino más bien feos e idiotas. No nos encontramos con comportamientos excéntricos y misteriosos, sino absurdos y fácilmente legibles. No tenemos la típica y feliz historia de amor, sino una historia descabellada e incluso repulsiva en la que esperas que no haya ningún beso entre personajes.

El público de Sitges no dejó de reír y aplaudir, y la verdad es que no me parece para menos, ya que a pesar de que no se trate de un humor inteligente, cumple con la intención del director, que al fin y al cabo es hacernos reír, y lo cumple con creces.
GINA
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